En un rincón de Surquillo, una popular barra marina al paso es descrita por su dueño como la más fea del mundo. Lo dice contento, con una sonrisa. El lugar es feo, quizá, con la estética de un huarique de pocas sillas, pero su sabor es explosivo, como el de la mejor comida de carretilla. Ahí se sirve lisa, pota, perico y otros insumos populares que los grandes restaurantes ni miran. Es fea, pero es suya y es todo lo que le basta para hacerlo feliz. Eso y los comensales que siguen yendo religiosamente, pasan la voz y se agolpan en su puerta para entrar. Al Toke Pez, el huarique en cuestión y la singular historia de su dueño, Tomás ‘Toshi’ Matsufuji, son los ejes que articulan el episodio dedicado al Perú de Street Food Latinoamérica, la serie de Netflix que estrena segunda temporada este mes, dedicada a lo mejor de la culinaria callejera de esta parte del mundo.
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Dirigida por Tamara Rosenfeld, el episodio peruano se explaya en la singular personalidad de ‘Toshi’, un joven doctor en Química que se describe a sí mismo como “un perdedor”, hijo del reconocido cocinero Darío Matsufuji. Un día decidió cerrar el elegante restaurante que heredó de su padre al morir (La Cocina de Darío) para seguir su propio camino, en una coordenada distinta, enfocada en la gastronomía popular y económica, tipo ‘agachaditos’.
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Desde su primera imagen hasta la última se nota que Street Food Latinoamérica fue grabado en un mundo distinto. En una época en la que nada hacía presagiar el descalabro de la economía y, con ello, del sector gastronómico, por culpa del COVID-19. Uno ve el episodio y siente más que nunca que está echando un vistazo a una Lima del pasado, con las colas largas en el parque Kennedy para comer en Picarones Mary o ese tumulto que se armaba en los mercados para poder comer los famosos ‘combinados’.
Esta semana sa lieron los esperados protocolos que marcan el retorno del expendio de comida en salón pero no se ha hablado mucho sobre qué ocurrirá con la rica tradición de la comida callejera peruana, una costumbre tan antigua que hasta aparece documentada en las acuarelas de Pancho Fierro. Una serie como Street Food, de los mismos creadores de Chef’s Table, pone en valor una porción del fenómeno gastronómico mundial que no muchas veces encuentra una merecida caja de resonancia en la gran prensa. Salvo en un país como Perú, que vive orgulloso de su comida tradicional y la defiende con pasión singular.
Con las voces expertas de críticos culinarios peruanos y de cocineros de re- nombre (entre ellos el siempre ubicuo Gastón Acurio), Street Food Latinoamérica se estrena este 21 de julio en la plataforma Netflix. El episodio cuenta además con la música adicional de Álvaro Balvin Benavides, un músico peruano que se abre paso en el competitivo mundo de la composición de bandas sonoras en Estados Unidos. “Había pasado justo una semana del cierre de fronteras cuando me contactó el compositor principal de la serie, con quien ya había trabajado, y me dice que era el indicado, y no lo pensé ni un minuto”.
Según Balvin, que ha sido profesor de música de la UPC por seis años y ha grabado en los estudios de Capitol Records y Warner Brothers, la indicación de Netflix fue que la música sonase “peruana, contemporánea y cinemática”, algo que encajaba de lleno con su estilo, que busca fusionar elementos y ritmos peruanos con orquesta y toques modernos. El resultado no lo puede tener más contento y a la expectativa. “Como a cualquier peruano, me encanta la comida”, dice. //
NOTA: Street Food Latinoamérica está compuesto por seis episodios que rinden homenaje a la comida que se vende en las calles de Argentina, Brasil, México, Perú, Colombia y Bolivia.