Esta es la película más larga de la historia: empezó en 1982, cuando Rossana Díaz Costa tenía doce años y encontró ”Un mundo para Julius” en la biblioteca de su casa. Entonces le pareció un libro intimidante, bastante largo, pero que gracias a su lenguaje le reveló un país que ella no conocía. Intuía, posiblemente. Allí quedó la semilla: los libros fascinantes son los que, en realidad, obligan a leerlos con los ojos cerrados, como si fueran una película. Eso pasó.
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Julius, Vilma, Susan Linda y Juan Lucas se le volvieron a aparecer a Rossana Díaz Costa, una tarde del 2003, en una clase de guion adaptado en España.
“Allí, cuando todos llevaban una novela breve para hacer el ejercicio de adaptación, a mí se me ocurrió llevar el Julius. Me miraban como: pucha, ¿tan grande?”, dice ella, Rossana, este mediodía de noviembre en que finalmente, se ha estrenado para un grupo de periodistas la versión cinematográfica de “Un mundo para Julius”. Los actores la acompañan, uno más impresionante que el otro: los ojazos de Rodrigo Barba (Julius, 4 años), el pelo con gel de Augusto Linares (Julius, 7 años); la belleza peruano/egipcia de Mayella Lloclla (Vilma). Un breve silencio acompaña a los 50 reporteros en el Cineplanet Álcazar, cuando termina y aparecen los créditos. Prenden las luces. Como según el protocolo sanitario uno no debe sobarse los ojos en la calle, a varios se nos descubre la evidencia.
Pasaron 39 años desde ese 1982. Ha valido la espera.
—¿Cómo fue el proceso de convencer a Alfredo de hacer la película Un mundo para Julius?
—No tuve que convencerlo. Desde el principio, Alfredo apoyó este proyecto de película. A él le gustó mi primera película, Viaje a Tombuctú, y confió en que podría hacer una buena adaptación de Un mundo para Julius. En realidad, los derechos de Alfredo los tiene la Agencia Carmen Balcells en España, fue con ellos con quienes hice el primer contacto y luego ya le escribí a Alfredo, quien en todo momento me ayudó en la larga gestión con la agencia.
—¿Con qué sensación se quedó de la elección de los dos niños Julius? ¿Cómo fue eso?
—Cuando vi a Augusto entrar por la puerta del lugar donde hicimos el casting, supe que él era Julius. Él era el Julius que yo tenía en mi mente. Augusto Linares, que es el niño que interpreta a Julius a los 9-10 años, tiene la mirada, el candor, los gestos, el aire triste y hasta las orejas de Julius. Era un niño sin experiencia alguna en la actuación, pero al ser parecido al personaje en la vida real, fue fácil para él interpretarlo, simplemente tenía que ser él mismo, es un niño muy sensible. En el caso de Julius a los 4 años, interpretado por Rodrigo Barba y a quien de cariño llamábamos “Baby Julius”, fue el niño que más se parecía a Augusto pero, además, fue un niño que resaltó con diferencia en el casting. A los 4 años, demostró tener una gran inteligencia, simpatía y también tenía una mirada especial. Hay que fijarse siempre en la mirada de los actores, sean estos niños o adultos. La verdad es que luego de encontrar a los dos Julius y también a Cinthia, la hermana de Julius (interpretada por Pamela Saco), sentí un profundo alivio.
—¿Ha cambiado mucho Lima hoy de la Lima que cuenta Alfredo? ¿Mucho, poco o nada?
—Lima ha cambiado mucho, en esa época era una ciudad con pocos habitantes, casi un pueblo grande. No se habían dado todas las migraciones masivas desde la sierra de nuestro país que se dieron posteriormente. Lima era una ciudad más señorial, más europea. Pero, a pesar de estas diferencias, hay algo que no ha cambiado: seguimos siendo una ciudad con marcadas diferencias sociales, donde el racismo y el clasismo imperan aún, donde el machismo es algo normalizado, es una ciudad que sigue marcada por la desigualdad. Se ha dado, claro está, una movilidad social de personas que antes vivían en pobreza y ahora forman parte de una nueva clase media. También, hay ciertos prejuicios que están desapareciendo, sobre todo en gente más joven, pero el corazón de Lima y el Perú sigue estando atravesado por esta enfermedad que no termina, que nos impide ser un país más justo y digno.
Julius conoce a Julius:
—¿Qué fue lo más curioso, emotivo y difícil del proceso de grabación?
—Lo más curioso y gracioso fue el día que grabamos en Carabayllo el día de Halloween. Ahí grabamos las escenas de la casa de la comadre de Arminda. Fue un día delirante, con toda la gente disfrazada por las calles y algunos de nosotros también disfrazados. Julius era Batman y yo era una gata, al igual que la directora de arte. Fue un día en el que jugamos y grabamos al mismo tiempo. Lo más emotivo fue el día en el que apareció Alfredo en el rodaje. Todo el equipo se emocionó mucho, estuvimos muy agradecidos por su presencia. Alfredo hizo también un pequeño cameo en la película. Todo fue muy emocionante ese día. Lo más difícil fue grabar la fiesta de Lester Lang. Era una fiesta con muchos invitados y coordinar toda la coreografía con el niño en medio de la fiesta nos tomó muchísimas horas para que nos salga bien. No es fácil usar la steady cam y toda esta escena se grabó con este tipo de cámara.
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—¿Qué le enseñó la novela del Perú?
Un mundo para Julius me explicó el Perú en el momento que la leí por primera vez, a los 12-13 años. Al terminar de leerla en ese lejano 1982, sentí que me dolía el Perú. Me imagino que varios lectores han sentido lo mismo que yo. Me enseñó que el orden injusto en el que vivimos es el origen de todos los pesares de nuestro país, pero me lo enseñó a través de la ternura y la ironía. A la edad en la que la leí por primera vez yo era aún una niña que recién estaba empezando a leer literatura que no era infantil. Me quedé desde ese momento con Julius en mi corazón. Y ahí sigue estando, con el mismo sentimiento puro de la primera lectura.
LA PORTADA DE JULIUS EN SOMOS
¡Buenos días! Esta es la portada de Somos (desde casa)
— Revista Somos (desde casa 🏘) (@SomosElComercio) October 29, 2021
HOLA, JULIUS: Alfredo Bryce Echenique y un encuentro inolvidable con los niños que protagonizan ‘Un mundo para Julius’ https://t.co/Ho5DplmHII pic.twitter.com/Hkbpk1kMjd
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