La policía italiana se está modernizando gracias a un algoritmo inventado en Nápoles, la ciudad donde nació una de las organizaciones criminales mafiosas más poderosas del mundo: la Camorra.
Se trata de un sistema informático llamado X-law que ha sido creado por un agente de policía y que posibilita lo que se conoce como "tecnología predictiva".
El sistema ha permitido arrestar a un hombre en Mestre, una pequeña localidad situada a ocho kilómetros de la turística ciudad de Venecia, antes de que cometiera un robo. La tecnología informó a los agentes de que se iba a cometer un delito entre las 3 y las 4 de la madrugada del jueves, momento en que arrestaron al ladrón.
El algoritmo acababa de ser puesto en funcionamiento en la provincia de Venecia hace apenas unos días y permitió detener a un hombre de 55 años por robo con agravante.
Eran las 3:45 de la mañana cuando un portero de un bar de un hotel cercano alertó de que había visto a un ladrón. Un hombre grande y corpulento había entrado en el edificio derribando una puerta de cristal y se dirigía al cajero para robar el dinero.
Trató de escapar cuando se dio cuenta que había sido descubierto, pero momentos después fue arrestado por la policía, que le esperaba a su salida.
Cuando lo llevaron a la comisaría, los agentes supieron que el hombre tenía numerosos antecedentes por robos y otros delitos que había cometido en el pasado y que el algoritmo había tenido en cuenta.
Buscando la eficacia
Según declaró a medios locales el inventor del algoritmo, el inspector napolitano Elia Lombardo, estuvo trabajando en él durante 20 años.
El programa ya ha sido probado en Nápoles y en las provincias de Prato y de Venecia. Si sigue resultando exitoso, será usado en toda Italia para prevenir robos y atracos.
"Los criminales suelen actuar siempre en la misma zona, con el mismo modus operandi y los mismos procedimientos. Conocen el comportamiento de las personas, las horas de cierre de los negocios y cuándo la gente mayor retira la pensión del banco", le dijo el inspector al diario nacional La Repubblica.
Toda esa información fue introducida en el sistema, que cada media hora envía información anunciando dónde es más probable que se produzca un delito en las próximas dos horas.
Gracias a esos cálculos matemáticos la policía puede ser más eficaz y prevenir crímenes con mayor precisión.
"Normalmente, una patrulla de control del territorio en Prato recorre una zona de unos 125 kilómetros al día", aseguró el creador del algoritmo. "Con el uso de esta tecnología, lo hemos reducido solo a 23 kilómetros, ahorrando significativamente en costos de gestión".
Los antecedentes
Esta no es la primera vez que la policía de un país usa algoritmos para prevenir delitos.
En Chicago, la tercera ciudad más poblada de Estados Unidos (y una de las más violentas) la policía usa desde 2017 un algoritmo que asigna puntajes en base a arrestos, disparos y otras variables para predecir quién es más probable que empuñe un arma para disparar a otra persona o sea disparado.
El sistema crea una lista recabando datos de los registros de la policía. Luego, los agentes vigilan a los sujetos con los puntajes más altos.
Por otra parte, China está desarrollando un software para obtener información de posibles atacantes para evitar incidentes violentos.
El programa usa datos indicadores de comportamientos "inusuales" por parte de algunos ciudadanos para establecer patrones de criminalidad.
QUÉ ES UN ALGORITMO
Los algoritmos son códigos necesarios para ordenarle a una computadora o máquina que haga algo.
Se trata de una lista de pasos por seguir para resolver un problema.
Es crucial que los pasos estén bien definidos y se encuentren en el orden correcto.
Piensa, por ejemplo, en lo que harías al vestirte por la mañana. ¿Qué pasaría si te colocaras el saco antes que la camisa? Sería raro, ¿no?
Pues lo mismo se aplica, aunque con un nivel de complejidad muchísimo mayor, al funcionamiento de la tecnología omnipresente en nuestra vida cotidiana (desde los dispositivos móviles hasta las páginas de internet).
Los algoritmos son cruciales para que las máquinas y las redes hagan lo que les pedimos (o interpreten lo que deseamos).