El científico del Ingemmet, Rigoberto Aguilar Contreras, frente al volcán Sabancaya en Arequipa
El científico del Ingemmet, Rigoberto Aguilar Contreras, frente al volcán Sabancaya en Arequipa
/ Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico
Redacción EC

La erupción de un puede ser un desastre no solo para las zonas aledañas, sino para toda la región, con las plumas de cenizas y gases que arrojan afectando negativamente no solo la calidad del aire, sino también causar enormes disrupciones en el tráfico aéreo como la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull en 2010 claramente demostró.

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Es por eso que las investigaciones para entender los comportamientos de los volcanes son tan relevantes, con un equipo internacional de científicos eligiendo el volcán Sabancaya para un avanzado estudio que busca pronosticar el comportamiento de las columnas eruptivas. El volcán arequipeño fue ideal para el estudio, ya que se encuentra en actividad prolongada desde finales del 2016.

El estudio, en el que también participó el científico del Ingemmet Rigoberto Aguilar Contreras, encontró que existen principalmente dos tipos de columnas eruptivas con comportamientos diferentes:

  • Rápidas y caóticas: Estas columnas alcanzar velocidades iniciales superiores a 10 m/s, forman estructuras con remolinos (vórtices) que se asemejan a los anillos de humo que hace una chimenea, pero a gran escala.
  • Lentas y cilíndricas: Por otro lado, las columnas más lentas, con velocidades iniciales menores a 12 m/s, tienen una forma cilíndrica y no desarrollan remolinos grandes. Un ejemplo de esto sería el humo que sube de una vela apagada, pero en dimensiones colosales.

Los investigadores también identificaron que las columnas del Sabancaya caen en un punto intermedio entre dos tipos descritos en la literatura científica: las plumas alimentadas por flotabilidad (como las térmicas) y los chorros cortos e inestables.

La investigación fue publicada en la revista y utilizó avanzadas tecnologías como cámaras de video en longitudes de onda visibles e infrarrojas y avanzados modelos matemáticos para desvelar los secretos de las erupciones.

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Uno de los más importantes fue el cálculo que se llamó “coeficiente de arrastre”, el cual mide cómo las columnas eruptivas succionan aire a medida que ascienden. Este dato es esencial para entender cómo se forman las nubes de ceniza y su capacidad para ascender y permanecer en la atmósfera.

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