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El niño que coleccionaba virus y terminó siendo socio de una gigante en ciberseguridad
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A los 12 años, a diferencia de la mayoría de los chicos de su edad, André Goujon no coleccionaba figuritas: coleccionaba virus informáticos. A comienzos de los 2000, eso era una actividad poco frecuente —menos aún para un menor de edad—, pero él no era un chico común. En poco tiempo logró atraer la atención de especialistas en ciberseguridad —un campo que en ese entonces era reducido, casi críptico— e incluso llamó el interés de ESET, una empresa multinacional del rubro. Hoy, dos décadas después, es socio estratégico de la marca en Chile, su país de procedencia.
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Esta es la historia de un autodidacta que convirtió su curiosidad en una carrera. Conversamos con el protagonista para conocer mayores detalles de su vida y pasión por la tecnología de la ciberseguridad.
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“No mejoré mis notas, pero conseguí Internet para mi casa. Y con eso, empecé a coleccionar malware.” Así arranca la historia de André Goujon, quien a los 14 años ya enviaba muestras de virus a laboratorios antivirus de todo el mundo.
Recuerda aquellos años en los que el acceso a Internet era nuevo, caro y limitado. Su primera conexión fue por ‘Dial-Up’, algo que muchos mayores de 30 tal vez vivieron. Este tipo de conexión utilizaba la red telefónica fija, y cualquier intento de llamada cortaba la conexión.
“Los que tengan más edad se van a acordar: uno marcaba un número desde la computadora a través de un módem, y si alguien levantaba el teléfono... ¡se cortaba todo!”
Una de las anécdotas que más recuerda ocurrió mientras descargaba un archivo MP3. Llevaba más de una hora esperando, cuando su hermana recibió una llamada. “Levantó el teléfono… y el MP3, que llevaba una hora descargándose, se perdió”.
Primeros clics
Sus primeros pasos en informática comenzaron con Windows 3.11, donde aprendió DOS. Luego llegó Windows 95, que para él fue una revolución tecnológica. “Era mucho más fácil, más intuitivo, con menos DOS. Y ahí también comenzó la transición hacia la banda ancha”.

La curiosidad venía con consecuencias: no recuerda cuántas veces tuvo que llevar su computadora al servicio técnico por haber borrado archivos del sistema, saturado el disco o simplemente porque no arrancaba.
Tampoco tenía grandes calificaciones en el colegio. Sus padres, preocupados, decidieron quitarle el acceso a Internet como castigo. Pero André encontró otra vía.
“¿Qué hice yo? En vez de mejorar las notas, tenía un compañero cuyo papá trabajaba en una institución de educación superior en Chile. Él tenía acceso ‘Dial-Up’ a sus servidores. Un día me invitó a su casa, copié la configuración de red, el usuario, la contraseña... y los instalé en mi computadora. ¡Listo! Tenía Internet.”
Durante un tiempo, él y sus hermanas usaba esa conexión sin que sus padres lo supieran.
“Cuando los veíamos venir, decíamos: ‘¡Ya! Apaguen todo. ¡Cuidado con levantar el teléfono!’. Finalmente, mis padres perdieron la batalla y nos instalaron Internet oficialmente”.
Fue a los 14 años cuando adoptó el atípico pasatiempo de coleccionar virus informáticos. En ese entonces, aunque extremadamente extraño, había un pequeño nicho global dedicado a lo mismo. André incluso intercambiaba muestras con personas de otros países.
Su caso llamó tanto la atención que el diario El Mercurio —uno de los más importantes de Chile— le dedicó una nota.

“Les llamó la atención que un niño de 14 años coleccionara malware. Era ‘freak’”.
También recuerda el asombro de un técnico que fue a instalarle la banda ancha.
“Me preguntó por qué tenía todos esos íconos extraños en el escritorio. Le dije: ‘Cuidado, son virus. No los vayas a ejecutar’”.
En entrevista con El Comercio, el ahora especialista rememora aquella etapa como “la época romántica del malware”.
“Eran códigos maliciosos diseñados para causar daño: formateaban el equipo, corrompían el sistema operativo, infectaban archivos. Pero no buscaban dinero. No había un rédito económico”.
Incluso, señala, había virus diseñados simplemente para demostrar pericia técnica. “El malware polimórfico, por ejemplo, cambiaba cada vez que infectaba un archivo. Era una forma de decir: ‘Mira lo que puedo hacer’. Era una especie de carta de presentación para quienes sabían programar bien”.
El encuentro con ESET
A partir de su experiencia, André comenzó a probar distintos antivirus, analizar su nivel de detección y enviar muestras a laboratorios. En ese contexto, entró en contacto con ESET, que pronto se interesó por el volumen de malware que enviaba... y por su origen.
“Cuando se enteraron de que era chileno y de mi edad, les sorprendió. Para ellos, Chile era un país casi desconocido”.
El interés fue tal que la empresa lo invitó a visitar su oficina en Coronado, California. Su madre, incrédula, pensó que se trataba de una broma, hasta que lo acompañó al viaje, ya que él era menor de edad.
A partir de allí, su vínculo con la empresa de ciberseguridad se reforzó y sus padres empezaron a tomar lo que hacía más en serio.

Antes de la IA, ya existía la heurística
Cuando hoy se habla de inteligencia artificial y machine learning, se la asocia con tecnologías de vanguardia. Pero André recuerda que, ya desde los años 2000, existían mecanismos que anticipaban esta lógica de detección proactiva, incluso sin que se usaran esos nombres.
Uno de esos métodos era la heurística avanzada, un algoritmo que permitía a los antivirus analizar el comportamiento de los archivos sin necesidad de que existiera una “firma” para detectarlos.
“Era como un antivirus que pensaba. Si el archivo hacía cosas raras —como conectarse a Internet, descargar algo o modificar archivos del sistema—, lo bloqueaba. Y todo eso sin conocer el virus previamente”.
Lo más interesante, dice André, es que esa heurística era una forma temprana de lo que hoy llamamos inteligencia artificial: un sistema que aprende, que se adapta, que anticipa comportamientos.
“La heurística emulaba el archivo y tomaba decisiones. En vez de reaccionar, prevenía. Eso es justamente lo que hoy buscan hacer muchas tecnologías de IA”.
Formación autodidacta
André Goujon se volvió experto en ciberseguridad sin pasar por aulas de informática. Aprendió leyendo y experimentando, en una época previa a Google. Paradójicamente, se graduó como comunicador social y periodista.
“La ciberseguridad siempre me apasionó. Pero también me gustan las ciencias sociales, más que los números. Entonces me pregunté: ¿cómo puedo compatibilizar la comunicación con mi pasión? Estudié periodismo como una forma de poder transmitir lo que sé a un público más amplio”.
Considera que muchas veces los expertos en ciberseguridad se expresan en un lenguaje inaccesible. “Todos somos parte del ecosistema digital. La concientización es clave, y para eso hay que hablar en un lenguaje que todos entiendan”.
André también rompe con el estereotipo del informático amante del cálculo:
“No soy bueno en matemáticas. Y no hace falta. Claro, si quieres desarrollar código, probablemente sí. Pero hay muchas otras formas de aportar. Hoy la concientización es esencial. Para eso necesitas saber de ciberseguridad, sí, pero también saber comunicar”.
Hoy, con 36 años, André dirige Lockbits, la empresa que fundó junto a su cuñado hace más de una década. Es el partner gold más importante de ESET en Chile, y se encarga de comercializar sus soluciones y dar soporte técnico y comercial.
Pero su mensaje para quienes recién comienzan sigue siendo el mismo que lo impulsó a él:
“Si te apasiona la tecnología, empieza ya. No esperes a terminar el colegio ni a entrar a la universidad. Es un mundo cambiante, y cuanto antes te metas, mejor”.
“No tengas miedo de contactar empresas. ESET se interesó en mí cuando tenía 14 años. Hoy muchas empresas tienen programas de recompensa si encuentras vulnerabilidades. Anímate a empezar desde temprano”.
Es vasta la información disponible sobre la materia en Internet. La recomendación del especialista es siempre corroborar las fuentes. Existen portales como WeLiveSecurity del mismo Eset, que comparte información técnica y en el cual se comparte muchas de las investigaciones que hacen. Lo mismo con otras plataformas como Coursera y otras similares, que tienen cursos que uno puede desarrollar sin necesidad de matricularse en una universidad.

André Goujon estuvo en Lima en el marco de los ESET Security Days brindando conferencias juntos a otros expertos en seguridad cibernética.










