Casi la mitad de la población mundial (47%) no tiene acceso o solo limitado a pruebas y servicios de diagnósticos que son esenciales para enfermedades como la diabetes, la hipertensión o el VIH, señala hoy The Lancet.
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Las mujeres embarazadas, además, no tienen pruebas básicas para la hepatitis B y la sífilis. Sin el acceso a diagnósticos precisos, de alta calidad y asequibles, muchas personas quedarán sin tratar, serán sobretratadas, infratratadas o estarán expuestas a cuidados innecesarios y potencialmente dañinos.
La brecha diagnóstica es mayor en la atención primaria, donde solo alrededor del 19% de la población de los países de renta baja y media-baja tiene acceso a las pruebas más sencillas (que no sean para el VIH o la malaria).
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La pandemia de COVID-19 ha demostrado que un diagnóstico preciso y a tiempo es básico para que cualquier sistema sanitario funcione, escriben expertos de The Lancet, quienes piden que se invierta de forma “urgentemente” en mejorar el acceso a las pruebas en la atención primaria.
Un acceso generalizado a pruebas y servicios de diagnóstico clave es indispensable para alcanzar las prioridades de cobertura sanitaria universal, mitigación de la resistencia a los antimicrobianos y preparación para las pandemias.
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El análisis fue dirigido por la Comisión de Diagnóstico de The Lancet, que reúne a 25 expertos de 16 países, la cual hizo un llamamiento a los políticos para que cierren la brecha de los diagnósticos, mejoren el acceso y amplíen su desarrollo más allá de los países ricos.
En los países de renta alta, la posibilidad de utilizar los laboratorios de salud pública, además del sector privado, fue fundamental para aumentar la capacidad de análisis, pero muchos otros de renta baja y media se vieron perjudicados y no pudieron alcanzar la plena capacidad de análisis.
Los diagnósticos incluyen un conjunto de pruebas y servicios clave que son esenciales para entender la salud de un paciente, desde muestras de sangre, tejidos u orina, a imágenes de diagnóstico como radiografías, ecografías, resonancias magnéticas, TAC o medicina nuclear.
”Hay tres cosas esenciales para la seguridad sanitaria: la seguridad de los diagnósticos, de las vacunas y de la terapéutica. Los sistemas sanitarios fuertes, y un sistema de salud pública fuerte, requieren las tres cosas”, destacó el director de los Centros Africanos de Control y Prevención de Enfermedades John Nkengasong.
El experto apuntó que la equidad comienza con la regionalización de la producción de productos de seguridad sanitaria en la medida de lo posible, diagnósticos incluidos.
En los últimos 15 años se han producido “extraordinarias innovaciones” tecnológicas e informáticas que han transformado los diagnósticos, pero los beneficios no se reparten equitativamente.
El mercado mundial del diagnóstico in vitro y del diagnóstico por imagen está valorado en 843.000 millones de dólares.
Sin embargo, solo cuatro empresas de EE.UU. y Europa representan la mitad del suministro mundial de diagnósticos in vitro, mientras que cuatro de EE.UU, Europa y Japón suman las tres cuartas partes del de equipos de imagen.
La pandemia ha ilustrado los riesgos de depender de un número reducido de proveedores médicos. “Ampliar la producción de diagnósticos ubicando más investigación, desarrollo y producción en países de ingresos bajos y medios es una prioridad clave” para Susan Horton, de la Universidad de Waterloo (Canadá).
Otro elemento clave para cerrar la brecha diagnóstica es la disponibilidad de personal sanitario bien entrenado.
La Comisión estima un déficit mundial de hasta un millón de personal de diagnóstico, que debe ser abordado a través de la formación y la educación.
El panel recomienda además que los países desarrollen urgentemente estrategias nacionales basadas en proporcionar a las poblaciones el acceso a un conjunto de diagnósticos esenciales que sean apropiados para las necesidades locales de atención sanitaria.
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