La Unión Europea (UE) ha sido ampliamente criticada por la lentitud de su campaña de vacunación en contra del coronavirus.
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Según cifras de Our World in Data, al 26 de febrero el bloque había administrado solo 6,8 dosis de vacunas por cada 100 personas. En contraste, el Reino Unido había administrado 29 por cada 100 personas y Estados Unidos, 20,6.
Esto, a pesar de que la Unión Europea cerró acuerdos el año pasado con seis fabricantes de vacunas —BioNTech/Pfizer, Moderna, AstraZeneca, CureVac, Johnson & Johnson y Sanofi-GSK—, asegurando más de 2.000 millones de dosis, cantidad suficiente para los 450 millones de habitantes de los 27 países miembros.
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Sin embargo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha reconocido que el bloque “no está donde quiere estar” con su programa de inmunización, y ha dicho que ahora los esfuerzos deben estar en “acelerar” este proceso lo más posible.
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1. Problemas de producción y distribución
Graves problemas logísticos han llevado a un retraso en la campaña de inoculación en Europa.
El consorcio fue incapaz de suministrar los 12,5 millones de vacunas que había prometido para finales de 2020. El jefe de BioNTech, Uğur Şahin, explicó que el retraso se debió a que la UE asumió, erróneamente, que varias vacunas diferentes estarían listas a la vez y, por lo tanto, repartió sus pedidos.
Además, la vacunación en algunas zonas de Europa se interrumpió después de que Pfizer detuviera temporalmente los repartos para incrementar la capacidad de producción en fábricas de Bélgica.
La distribución de la vacuna Moderna, en tanto, también ha tenido problemas. Italia y Francia han asegurado que están recibiendo menos vacunas de las esperadas: 20% menos de dosis en el caso de Italia y 25% menos en el caso de Francia.
De la misma forma, la vacuna Oxford-AstraZeneca también ha escaseado en la UE tras registrarse problemas de producción en las plantas de Bélgica y los Países Bajos. Además, varios países del bloque, como Francia y Alemania, aprobaron su uso pero solo para menores de 65 años, impidiendo inocular a los grupos prioritarios con estas dosis.
En cuanto a la vacuna de Johnson & Johnson, el bloque aún no aprueba su uso pero se espera que lo haga a principios de este mes.
Así, actualmente la mayoría de los países de la UE solo está inoculando a los mayores de 65 años con las vacunas Pfizer y Moderna, a pesar de las intensas negociaciones con distintos laboratorios hace meses.
“La apuesta que hizo la UE al principio era bastante buena. Pero luego el bloque no fue muy agresivo para conseguir los contrato de entregas y tampoco les han entregado la cantidad de dosis inicialmente acordada”, explica a BBC News Mundo el inmunólogo alemán Carsten Watzl.
Según ha explicado Ursula von der Leyen, la UE “llegó tarde” a la hora de autorizar el uso de ciertas vacunas.
“Éramos demasiado optimistas en lo que respecta a la producción masiva y quizás demasiado confiados en que lo que pedimos se entregaría a tiempo”, señaló a principios de febrero.
2. Escepticismo público
Más allá de los problemas logísticos, varios países de la Unión Europea enfrentan un problema mayor: el escepticismo de su gente.
Ya sea por culpa de teorías conspirativas, miedo o desinformación, lo cierto es que muchos europeos se han manifestado dudosos respecto a inocularse.
La situación solo empeoró cuando en enero varias autoridades —incluidas las de países como Francia, Alemania e Italia— recomendaran a los mayores de 65 años no aplicarse la vacuna Oxford-AstraZeneca, a pesar de que la Agencia Europea del Medicamento ya había aprobado su uso para todos los grupos de edad.
El presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que la vacuna era “casi ineficaz” para los mayores de 65 años. Afirmación que luego fue negada por el gobierno del Reino Unido y los médicos británicos.
Las palabras de Macron también fueron criticadas por Steven Van Gucht, director de enfermedades virales del Instituto de Salud belga.
El presidente francés intentó matizar sus dichos señalando que él sí se vacunaría con AstraZeneca. Y recién este lunes 1 de marzo, el gobierno anunció que las personas mayores con afecciones preexistentes ahora sí pueden recibir esta vacuna.
Pero para algunos expertos, como Van Gucht, “el daño ya está hecho”.
El problema es cuantioso si se considera además que el número de dosis de la vacuna AstraZeneca en la Unión Europea es el segundo mayor, después de la manufacturada por BioNTech/Pfizer.
3. Dosis sin utilizar
Los altos niveles de escepticismo han provocado que varios de cientos de miles de dosis de AstraZeneca no se estén utilizando.
Es el caso de Alemania, donde el propio ministro de Salud, Jens Spahn, ha reconocido que se han administrado solo el 15% de las dosis disponibles.
¿La razón? La resistencia de los alemanes frente a una vacuna que consideran que es menos efectiva.
De acuerdo con Carsten Watzl, la vacuna AstraZeneca tiene un “problema de relaciones públicas” en su país.
“Hubo señales contradictorias. Y los científicos no podemos hacer mucho respecto a eso... La comisión alemana, que autoriza las vacunas, ya anunció que van a revertir esta decisión (de no inocular a los mayores de 65 años con AstraZeneca) debido a los datos que han salido en Escocia, que muestran una buena eficacia de esta vacuna también en los ancianos”, señala a BBC News Mundo.
Watzl explica que se ha intentado inocular a los trabajadores de la salud con la vacuna de AstraZeneca pero que, en muchos casos, se han negado a recibir la dosis.
“Se preguntan... ¿por qué estamos recibiendo una vacuna de segunda clase si la otra gente está recibiendo de la buena?... y luego, en la cita, dicen: ‘No, voy a esperar’. Esto crea un tremendo problema al tener estas dosis y no poder administrarlas a las personas lo suficientemente rápido”, dice.
Para el inmunólogo, a estas alturas es necesario que alguien como la canciller Angela Merkel se aplique esta vacuna para así convencer a la gente de que es segura y eficaz.
Pero ¿qué hay detrás del escepticismo europeo sobre las vacunas?
Una encuesta de la Comisión Europea realizada en 2019 da algunas luces al respecto.
De acuerdo con el reporte, un 38% de los encuestados cree que las vacunas pueden causar la enfermedad contra la que protegen mientras un 48% afirma que las vacunas producen efectos secundarios.
Además, un 31% señaló que las vacunas debilitan el sistema inmunológico.
4. Burocracia en el esquema de vacunación
El esquema de vacunación del bloque, establecido en junio de 2020, permite a la UE negociar la compra de vacunas en nombre de sus estados miembro. Según Bruselas, esto les permite reducir los costos y evitar la competencia entre ellos.
Sin embargo, esto también puede acarrear problemas burocráticos.
“La compra de dosis tiene que ser una decisión centralizada en la UE. Y, por supuesto, hay más burocracia de la que hay en un país pequeño como Israel”, explica Watzl.
Aunque los estados miembro no tienen la obligación de unirse al esquema, los 27 países de la UE decidieron hacerlo.
Aun así, se les permite negociar por separado con los fabricantes de vacunas con los que la UE no tiene un acuerdo.
Hungría es un ejemplo de eso: ha recibido más de 100.000 dosis de la vacuna rusa Sputnik-V y ha utilizado el fármaco chino Sinopharm, dos productos no autorizados por el bloque.
Para Carsten Watzl, que la Unión Europea haga acuerdos ahora con Rusia o China para obtener más dosis “no ayudará”.
“Si observamos la cantidad de dosis de vacuna que la UE ha pedido a seis fabricantes, sumamos 4 dosis por persona, el doble de las que necesitamos”, explica.
De esta forma, solo queda esperar a que lleguen las dosis, a que sean correctamente distribuidas y a que los europeos se convenzan para inocularse con las que ya tienen.
Es una tarea que, a juzgar de lo ocurrido hasta ahora, no será fácil.
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