En el Perú, sin necesidad de una receta médica, las personas pueden tener acceso a fármacos para controlar el dolor, pero el uso sin supervisión de algunos medicamentos diseñados para este fin puede resultar peligroso.
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Según la Asociación Peruana para Estudios de Dolor (Asped), el uso prolongado y sin supervisión médica de los antiinflamatorios no esteroides (Aines), frecuentemente utilizados para tratar el dolor e inflamación, no solo puede terminar haciendo crónico el malestar, sino también causan problemas de salud como sangrado gastrointestinal, falla renal, daño hepático o problemas cardiovasculares.
En esa misma línea, Mayo Clinic refiere que los Aines “pueden aumentar el riesgo de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y presión arterial alta, independientemente de si ya tienes una enfermedad cardíaca o no, aunque el riesgo es mayor en personas que tengan una enfermedad cardíaca”.
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Entre los antiinflamatorios no esteroides más utilizados se encuentran el ibuprofeno, naproxeno sódico, diclofenac sódico, celecoxib, entre otros. Se calcula que de las personas que se automedican en Latinoamérica, entre el 30 y el 40% utiliza este tipo de medicamentos para aliviar el dolor.
El Comercio conversó con el Dr. Ian Falvy, miembro de la Asped, sobre los daños que causa la automedicación en la salud de los pacientes con dolor crónico.
“No hay un acceso sencillo [al tratamiento] ni tampoco existe la cantidad suficiente de médicos abocados a tratar el dolor, menos el dolor crónico [en el país]”, afirma.
- En el país la automedicación está extendida y esto puede resultar peligrosa para las personas en particular, pero ¿cómo afecta a nivel de salud pública?
En mi opinión, hay dos factores que pueden generar un daño potencial en la salud pública producto del automedicación: lo primero es que retrasamos un diagnóstico, el automedicarnos genera que no tengamos un diagnóstico correcto y es posible que esto genere algo potencialmente dañino o discapacitante; lo segundo es que tomar un medicamento sin ningún tipo de análisis nos puede producir efectos secundarios a corto y largo plazo.
- ¿Qué medidas se pueden tomar para que las personas dejen de recurrir a la automedicación?
Es un tema interesante. ¿Qué podemos hacer para reducir la automedicación? Hay dos cosas que yo plantearía: la primera es la educación, creo que la educación sobre los riesgos reales que tiene una persona por tomar un medicamento que a otra persona le hizo bien es fundamental para poder abrir los ojos y enseñar que no toda fórmula es igual para una persona que para otra. Y, además, hay que hacer el intento de reforzar el sistema de atención primaria, porque si tenemos buena educación y tenemos un acceso a un sistema de salud adecuado que nos permita resolver dudas aparentemente sencillas, evitaremos que las personas recurran a otros medios para poder resolver sus problemas, en este caso los problemas de dolencias.
- Durante la pandemia, la atención de diversas enfermedades se ha visto afectada y tal vez por ello las personas recurrieron más a la automedicación. ¿Cómo se vio afectado el diagnóstico del dolor crónico en los meses de aislamiento?
Es verdad, la pandemia afectó bastante al sistema de salud, en especial en los primeros meses en que se tuvo que reorganizar, como bien menciona, el diagnóstico y también el tratamiento o continuidad del tratamiento del dolor crónico. Fue algo bastante complicado. Quizás lo que surgió en este tiempo para paliar esta necesidad fue el sistema de teleatención o teleconsulta, que se instauró, con prueba y error inicialmente, pero con la finalidad de poder cubrir esa necesidad: hacer nuevos diagnósticos y poder refrendar la medicación o las medidas para aquellos pacientes que ya tenían el diagnóstico y que necesitaban resolver un poco sus dolencias.
- Más allá de los medicamentos, ¿qué alternativas utilizan los peruanos para tratar el dolor?
Hay que tener en cuenta que para hablar de alivio, estamos considerando una gama de entidades bastante complejas, pero si queremos resumir algunas alternativas que se usan en nuestro medio, tenemos, por ejemplo, las aguas termales que se utilizan para los dolores reumáticos, algunas plantas que se utilizan no solo de vía oral sino se aplican a nivel tópico para bajar la inflamación de algunas articulaciones, tenemos también la medicina tradicional china con la acupuntura, los masajes, el uso de las compresas calientes, la terapia física… son algunas alternativas que se utilizan, ojo, de forma complementaria a los medicamentos o a la medicación asignada para controlar el dolor.
- ¿Qué tan accesible es, en general, el tratamiento supervisado por profesionales? ¿Hay suficientes especialistas en dolor crónico en el país?
Una pregunta difícil de responder, porque no hay un acceso sencillo ni tampoco existe la cantidad suficiente de médicos abocados a tratar el dolor, menos el dolor crónico, que es aquel que persiste más de tres meses. Quizás la alternativa que se pueda sugerir es que se mantengan las capacitaciones constantes en los médicos, en especial los médicos del primer nivel, que son los que están en primer contacto con los pacientes o con la población para que se pueda -de forma pronta- hacer un mejor diagnóstico y se pueda abordar mejor con un tratamiento óptimo y, en todo caso, sean los filtros para poder hacer ya la derivación correspondiente para aquel paciente que lo necesite. Creo que de esa forma podríamos, de alguna forma, tener un buen frente para poder derivar aquellos casos que sí requieran una atención más especializada.
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