Uno de los últimos artículos publicados en este espacio, en tiempos prepandémicos, tuvo como tema la grave insalubridad de diversos ambientes de la sociedad peruana. Desde calles convertidas en basureros públicos hasta baños de escuelas, restaurantes e incluso postas médicas y hospitales, llamaba la atención que el Perú sea en general un país en que la insalubridad es aceptada como normal.
Una reciente queja de una vecina en Chiclayo (Lambayeque) a una emisora de radio local vuelve a poner el tema en el tintero. La mujer se quejaba amargamente de que, por más de cuatro meses, el alcalde de la ciudad no hace nada para reparar los aniegos de nauseabundas aguas de desagüe en las calles de su barrio Santa Victoria. Concluyó con una lapidaria frase: “Somos el desagüe del Perú”.
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Ya a puertas de la primavera y el verano, con su canícula y problemas de sanidad ambiental, pensamos que es buen momento para reflexionar nuevamente sobre lo que pueden hacer las autoridades en asuntos de sanidad ambiental. Esa reflexión debe hacerse más profunda cuando sabemos que la elección de las próximas autoridades municipales es inminente y sería importante conocer qué ofrecen para corregir esta vergonzosa situación.
El problema de los baños del Minsa y Essalud
El Ministerio de Salud (Minsa), que recomienda que la práctica de la higiene es esencial para prevenir muchas enfermedades –y es la llamada a ser el ejemplo de higiene y salubridad para la ciudadanía–, está muy lejos de practicar lo que pregona.
¿Ha entrado usted alguna vez al baño de una posta médica o de un hospital del Minsa o de Essalud en el Perú? ¿Ha visto en qué deplorables condiciones de higiene se encuentran? Al respecto, un reciente reporte informa que el 97% de postas de salud y hospitales en el Perú no cumple las condiciones mínimas de infraestructura y equipamiento.
La gran pregunta es por qué. ¿Desde cuándo se ha normalizado que la insalubridad en los baños del Minsa y de Essalud sea aceptada sin chistar? ¿De quién depende que la salubridad sea la norma en las mismísimas instituciones que deben velar por la salud de la comunidad y que, se supone, deben dar el ejemplo?
Sin duda, este es un tipo de grave maltrato y desprecio a las personas que acuden a las dependencias del Minsa y de Essalud. Es una manera de expresar que esos peruanos –incluidos niños– no merecen respeto ni consideración.
También en las escuelas
Si la salubridad en las dependencias de salud en el Perú es tan deficiente, la de las escuelas públicas es probablemente mucho peor.
Imagine a un maestro enseñando higiene básica a sus alumnos en una escuela del Estado. Es muy probable que les diga que para evitar enfermedades hay que lavarse las manos antes de las comidas y después de ir al baño. Durante el recreo, los niños van al baño, pero no tienen agua, jabón ni papel y el inodoro está ausente o es inservible.
Un reciente informe de la contraloría identificó que un 55,6% de escuelas presenta falta de dotación, mantenimiento o sustitución de retretes, urinarios o lavatorios; 29,8% del servicio de recolección de residuos sólidos; 17,3% de desagüe; y 12,7% restricción de agua potable.
Nuevamente, la gran pregunta es por qué. ¿Desde cuándo se ha normalizado que la insalubridad en las escuelas públicas peruanas sea aceptada sin chistar? ¿De quién depende que los niños tengan el derecho de estudiar en una escuela con mínimas condiciones de salubridad?
Basura en las calles
No necesito fundamentar este punto, amable lector. El amontonamiento de basura en las calles está a vista y paciencia de todos en cualquier esquina de la ciudad. Todo a vista y paciencia del público y autoridades. Ese desolador paisaje se ha normalizado.
“¿Será que mientras las autoridades tengan un baño limpio en su trabajo o en su casa no les importa que la gente viva en suciedad?”
La salubridad como política de Estado
Esa triste realidad nos dice, sin duda, que la salubridad de la sociedad no es una política de Estado en el Perú, que no es un asunto prioritario ni para el presidente de la República ni para su Gabinete Ministerial (incluido el ministro de Salud). De otro modo, no se explica que en el Perú la insalubridad sea la norma social vigente.
Como prueba de que la salubridad sí es trabajo de un primer mandatario, recordemos la labor del primer ministro indio Narenda Modi, quien al iniciar su mandato en el 2014 prometió construir millones de letrinas para eliminar la defecación al aire libre de sus habitantes. En octubre del 2019, anunció el cumplimiento de su promesa. Su campaña Swachh Bharat (India Limpia) había construido 110 millones de letrinas y, progresivamente, la gente está dejando de defecar al aire libre.
Corolario
He tenido oportunidad de discutir este asunto con innumerables ministros de Salud y alcaldes. Todos escuchan, se asombran, admiten que es cierto y pronuncian la clásica frase “Tenemos que hacer algo”.
Nadie ha hecho nada. ¿Será que mientras las autoridades tengan un baño limpio en su trabajo o en su casa no les importa que la gente viva en suciedad?
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Mientras tanto, la basura sigue en las calles, las mujeres que tienen deseos de usar un baño en un lugar público (incluido un hospital del Minsa o de Essalud) tienen que aguantar hasta llegar a la casa, los hombres que entran al baño sucio orinan en el suelo y los niños que entran al baño de un restaurante o posta médica salen con la idea de que la suciedad es normal en el Perú.
¿Podrá el Perú cambiar algún día esa realidad? ¿Tendremos algún día algún gobernante que ice la bandera de la salubridad como política de Estado y motor del desarrollo?
Siendo seguro que el líder que quiera hacerlo enfrente muy poca oposición, ¿por qué será que nadie ha querido ser abanderado de un Perú limpio?