El árbol de la quina es representado en el escudo nacional. Lamentablemente, las autoridades no se han preocupado por su conservación. (Foto: Félix Ingaruca/Archivo El Comercio)
El árbol de la quina es representado en el escudo nacional. Lamentablemente, las autoridades no se han preocupado por su conservación. (Foto: Félix Ingaruca/Archivo El Comercio)
Diego Suárez Bosleman

¿Qué sabe de la ? Gracias al colegio aprendimos que está en nuestro escudo nacional. Sin embargo, ¿sabía usted que está mal dibujada? Es irónico si se tiene en cuenta que representa nuestra diversidad botánica y que por 300 años salvó innumerables vidas en todo el mundo. 

Lamentablemente, esta planta y su potencial están siendo olvidados, tanto así que hasta se ha llegado a afirmar que prácticamente se ha extinguido.

(Infografía: Raúl Rodríguez/El Comercio)
(Infografía: Raúl Rodríguez/El Comercio)

—La planta de la condesa—

Existen varias leyendas sobre el descubrimiento de la quina, a la que no hay que confundir con la quinua. Una de ellas la relata Ricardo Palma en sus tradiciones. Según el escritor, fue un indígena llamado Pedro de Leyva quien en el siglo XVII descubrió de casualidad que beber agua con trozos de este árbol curaba la malaria, conocida en ese entonces como tercianas o cuartanas. El hallazgo fue comunicado a sacerdotes jesuitas, quienes se encargaron de curar a los pacientes en Lima. Entre ellos estaba Francisca Henríquez de Ribera, condesa de Chinchón y esposa de Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, decimocuarto virrey del Perú. 

Hay que entender que el efecto curativo de la  –bautizada como cinchona, en alusión en la condesa– se debe a uno de sus compuestos principales: el alcaloide quinina. Los efectos pueden darse con tan solo remojar en agua fría parte de la corteza del árbol, aunque es más eficaz si se hierve o se pulveriza, explicó a El Comercio Carlos Reynel, docente principal de la Universidad Nacional Agraria La Molina. 

—Condenada por su fama—

La historia señala que la condesa se curó en 1629 y que al regresar a España llevó consigo . Al conocer de su potencial médico, la corona española comenzó a monopolizar el comercio de la planta. “Hay que entender que la malaria o paludismo alcanzó en esa época niveles epidémicos. Hubo una especie de colapso a nivel mundial por brotes en todo el trópico”, declara Reynel.

Según este especialista, en el diario del español Hipólito Ruiz –quien lideró una expedición botánica en el Perú en 1777– se revela que los indígenas eran obligados a trabajar hasta morir extrayendo por completo la corteza de los árboles de la , llamado ‘oro amargo’ por su mal sabor. 

Está práctica –explica el experto– mataba la planta, pues impedía su proceso natural de recuperación y dejaba una tierra estéril.

Con la llegada de la República se mantuvo la alta demanda, aunque una gran cantidad de semillas fueron llevadas a Asia, el mayor productor de quina actualmente.

Durante la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. empezó a invertir en el cultivo de en el país. No obstante, con el desarrollo de la quinina sintética y otros derivados, la demanda por la quina decayó.

De acuerdo con Joaquina Albán, etnobotánica del Museo de Historia Natural, en el Perú ya nadie cultiva quina porque no es rentable. Su interés se limita a las comunidades que viven cerca de los árboles. Asimismo, no ha sido lo suficientemente estudiada, recalca.

—Revaloración—

Albán se ha dedicado a estudiar durante los últimos 14 años la quina. Su trabajo la ha llevado a demostrar que de las 24 especies de que hay en el mundo –una de estas descubierta por ella misma–, el Perú cuenta con 20. No obstante, señala que una de ellas, ‘Cinchona officinalis’, se encuentra amenazada con una población de solo entre 500 y 600 individuos.

Respecto a los beneficios de la planta, la experta dice que su acción antimalárica es solo la punta del iceberg.

“Desde el punto de vista de nuestra medicina tradicional, hemos visto que es usada para prevenir la gripe, bajar la fiebre y disminuir los efectos del reumatismo, entre otros males, pero todavía debe comprobarse científicamente”, declara.

A escala industrial, en Europa se venden pastillas de quina para evitar la caída de cabello, pues se ha comprobado que ayuda a fortalecer la raíz capilar. También es empleada en la formulación de champú y como elemento para la producción de tintes para el cabello.

Para Albán, es necesario una mayor inversión y concientización para aprovechar de forma sostenible el verdadero potencial de este histórico recurso, y que no sea olvidado.

PUNTOS CLAVE
1. Confusión. De acuerdo con Joaquina Albán, la quina no es una planta sencilla de estudiar morfológicamente. Y cada una de sus especies es muy similar entre sí, lo que hace que sea difícil diferenciarlas a simple vista. Para analizar sus características específicas es necesario realizar pruebas a profundidad.

2. Poder de curación. Todas las especies de quina tienen acción antimalárica y terapéutica. No obstante, la especie ‘Cinchona calisaya’ es la que tiene una mayor cantidad de componentes químicos, de acuerdo a los análisis de Albán. Esta crece en la selva de Puno.


3. Repoblación. Albán y su equipo están trabajando en un proyecto para introducir a la naturaleza plantas de quina criadas en laboratorio. Para eso han estudiado el uso de bacterias, con el fin de fortalecerlas e impedir que mueran antes de ser trasplantadas. El objetivo inicial es colocarlas en Huánuco. Por su parte, el Instituto Nacional de Innovación Agraria ha restaurado 50 hectáreas en Kañaris (Lambayeque), que forman parte del ecosistema de la ‘Cinchona officinalis’.


Cada vez que tomas un pisco sour estás consumiendo un poco de quinina
En 1817, el médico alemán Johann Gottlieb Siegert –al servicio de Simón Bolívar durante la independencia de Venezuela– desarrolló un medicamento para combatir el cólera. Contenía una serie de plantas propias de Sudamérica, entre las que estaba la quina. Llamó a su remedio amargo de angostura. Así es, se trata de esas gotitas rojizas con las que se corona al pisco sour al final de la preparación. 

Ya hace muchos años que no se usa en la medicina, pero existe otro caso similar. 

Según la BBC, durante las campañas de conquista inglesa en la India, soldados de Inglaterra mezclaron quinina con agua de soda, con el fin de disminuir su sabor amargo. Crearon el agua tónica, que al combinarse con gin da lugar al popular gin tonic. 

Entonces, la próxima vez que consuma alguna de estas dos bebidas, recuerde que está consumiendo un poco del árbol de la quina.

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