En medio de la expectativa que generan las vacunas para el COVID-19, una candidata a vacuna contra el VIH llega a última fase de ensayos clínicos por primera vez en más de 10 años y los investigadores detrás de su desarrollo se muestran optimistas respecto a los resultados que podrían conseguir.
El Perú, donde unas 87 mil personas viven con VIH, es uno de los ocho países que albergan los ensayos clínicos del proyecto Mosaico, que desarrolla desde hace más de 12 años una vacuna que evite nuevos casos de VIH, un objetivo ambicioso en la lucha contra esta epidemia que ha causado la muerte de unas 32 millones de personas desde los años 80.
El proyecto de vacuna ha sido desarrollado por Janssen, parte de la farmacéutica Johnson & Johnson, y utiliza la tecnología de adenovirus genéticamente modificado para llevar proteínas clave del VIH a las células humanas. Una vez allí, el organismo las identifica como agentes extraños y produce anticuerpos específicos. Entonces, si la persona que ha recibido la vacuna entra en contacto con el virus, podrá -en teoría- evitar desarrollar la infección. Esta misma tecnología es usada en el proyecto de vacuna de Johnson & Johnson contra el COVID-19, que también se probará en nuestro país.
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Continúa el reclutamiento
El reclutamiento de voluntarios para los ensayos clínicos de esta vacuna candidata inició en plena cuarentena en el país, lo cual no impidió cumplir con el objetivo e incluso se superó la meta de 900 participantes.
“A pesar de las dificultades por las restricciones de la pandemia, hemos tenido una gran acogida en la población y hemos enrolado por encima de los que inicialmente se había proyectado. Hemos llegado casi al 300%. Y ahora nos están pidiendo llegar a 1.440 participantes. Vamos a continuar enrolando probablemente hasta mediados del próximo año para llegar a este nuevo objetivo”, nos dice el médico Jorge Gallardo, del Centro de Investigaciones Tecnológicas, Biomédicas y Medioambientales de la Universidad de San Marcos (CITBM), uno de los cinco centros que participa en este estudio.
Luego de la primera etapa de enrolamiento, los primeros voluntarios peruanos comenzaron a recibir el producto de investigación desde setiembre. Por las características del ensayo clínico, un grupo recibe la vacuna y otro, un placebo.
Entre otros requisitos, los voluntarios deben tener entre 18 y 60 años, y no ser VIH positivo. Los investigadores realizarán un seguimiento a los participantes durante 30 meses, según la ficha del ensayo que figura en el Registro Peruano de Ensayos Clínicos (REPEC).
El investigador indica que los ensayos seguirán durante el próximo año y “los resultados preliminares probablemente se van a tener a finales del 2023”. Tras ello, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) deberá evaluar los resultados y decidir autorizarla si los datos demuestran que es segura y eficaz.
Las pruebas se realizan en paralelo con grupos en Argentina, Brasil, España, Estados Unidos, Italia, México y Polonia.
Un avance clave en la lucha contra el VIH/sida
La epidemia del sida ha estado presente desde hace casi 40 años en el mundo. En ese tiempo, se ha conseguido conocer el VIH a profundidad y los actuales tratamientos antirretrovirales son capaces de evitar que la enfermedad progrese y las personas que viven con VIH tengan una esperanza de vida similar a la de los demás individuos. Pero los intentos por conseguir una vacuna que evite nuevos casos no ha tenido éxito hasta ahora, debido a que el virus afecta directamente el sistema inmunológico. El último intento fue en 2009, con una vacuna que logró prevenir las infecciones en un 31,2%.
Los programas de VIH/Sida en el mundo tienen el objetivo de detectar precozmente los casos y hacer que las personas ingresen lo más pronto posible a tratamiento antirretroviral. Pero en muchos casos, algunas de estas estrategias no funcionan por completo, lo que permite que se sigan presentando nuevos casos de VIH. En el Perú, el programa contra el VIH/sida se ha visto afectado por la pandemia por COVID-19, lo cual ha facilitado el incremento de abandono de tratamiento y la disminución de la cantidad de diagnósticos, como reveló El Comercio. Los investigadores están convencidos de que la vacuna será el elemento central para lograr el objetivo de acabar con la epidemia en 2030.
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“Si bien es cierto, el tratamiento antirretroviral en las personas que ya viven con VIH y el diagnóstico, así como el uso de Prep [que previene el VIH], pueden ayudar a disminuir la cantidad de nuevos casos. Pero si algún elemento [de esta estrategia] falla, se presentan problemas. Por eso es que la única forma de ponerle punto final a la aparición de nuevos casos de VIH es conseguir una vacuna segura y eficaz”, afirma Gallardo.
En el Perú, cada año pierden la vida unas 800 personas debido a enfermedades oportunistas relacionadas al sida.
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