Hacer reír y a carcajadas, sobre todo en tiempos difíciles, es su verdadera vocación. Carlos Gonzalo Álvarez Loayza bordeaba los 20 años cuando Augusto Ferrando lo descubrió y Tulio Loza le dio su primer trabajo en TV. Desde entonces, parodia con gran maestría la coyuntura nacional y a los personajes más representativos de esta. En los más de 38 años que lleva en el arte ha recibido decenas de reconocimientos, entre trofeos, medallas y diplomas, los cuales conserva en un lugar preponderante de su casa en San Isidro. Once de los trece Premios Luces que ha ganado sobresalen en aquel lugar.
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“Hemos hecho una galería especial en el mejor sitio de mi casa para estos recuerdos que reflejan el cariño de la gente y que son un gran aliciente al trabajo que hacemos. Los Premios Luces tienen una connotación importante porque es el público el que vota, el que nos premia y nos dice que tanta entrega y esfuerzo vale la pena. He ganado trece estatuillas y eso me llena de gratitud y orgullo”, destaca el humorista nacional y uno de los más premiados en la historia de los galardones concedidos por este diario.
En 1983, una llamada telefónica inesperada le abrió las puertas del trampolín que lo llevó a la fama y lo alejó de sus intenciones de seguir la carrera de derecho y ciencias políticas en la universidad San Marcos.
“Empecé imitando a gente cercana a mí, luego continué con los infantes y mis comandantes en la Marina de Guerra. Y cuando estaba preparándome para ingresar a la universidad participé en un concurso de imitación radial, el programa era conducido por el sobrino de Ferrando. Como le gustó lo que hice, me llamó por teléfono para que su tío escuchara mis imitaciones. Ese mismo fin de semana fui invitado a ‘Trampolín a la fama’. Lo recuerdo como si fuera ayer. Imité al cardenal Landázuri, al monseñor Ricardo Durand Flórez, a Alfonso Barrantes (alcalde en ese momento), mi participación duró como quince minutos. Era sábado, y el lunes ya tenía trabajo. Tulio me convocó para ‘Camotulio’”, recuerda.
Su paso por “Risas y salsa”, programa en el que compartió roles con reconocidos cómicos, como Esmeralda Checa, Alicia Andrade y Adolfo Chuiman le dio gran notoriedad. “Catapultó mi carrera. El personaje de ‘Popi Olivera’ funcionó muy bien, pero a él al principio no le gustaba que lo imite, luego entendió y aceptó”, enfatiza Álvarez.
Algunos meses después, a la edad de 24 años, se consolidó en la pantalla chica con “Las mil una de Carlos Álvarez”, programa de humor político que se emitió por Canal 2.
“Fue mi madurez y juventud artística, ahora estoy casi en pensión 65, ja,ja,ja. Fue increíble porque salíamos los domingos a las 8:00 p.m., competíamos con César Hildebrant y otros periodistas, y les ganábamos. Hicimos el frente a frente: el imitador con el personaje real, como con Javier Valle Riestra y ‘Javier Valle Menestra’, Toledo con ‘Choledo’. Por el otro, el detrás de cámaras”, afirma.
Imitaciones
Personajes como el general Desaire, Alan García, Natalia Mala Mala, Paolín lin lin, el padre Maritín y otros más recientes como Cesitar Amuña y El Pituco gozan de gran popularidad, asegura el comediante. Y destaca que todas sus imitaciones “tienen mi ADN, son mis hijos y están reconocidos en mi corazón y en el corazón de la gente”.
“Aunque debo reconocer que algunos me trajeron problemas. Tengo una oficina llena de cartas notariales, estuve a punto de un juicio con el exministro aprista Rómulo León y don ‘Bieto’. El general Donaire también se molestó porque le pusimos el Daddy Yankee del ejército porque le gustaba la gasolina. Hace poco también el señor Edgar Alarcón, Contralor General de la República, se quejó, al igual que el pituco de Moquegua. La lista es larga”, detalla.
“Pero no solamente son nacionales los que se han quejado, también hay casos de afuera. Tuve problemas con Michelle Bachelet (ex presidenta de Chile) por decirle ‘Chanchelet’. Fue una broma desafortunada. Los chilenos estaban muy ofendidos. Vinieron al Perú diferentes medios de comunicación de ese país para una rueda de prensa que se hizo con ‘El especial del humor’. Años después me encontré con ella en Perú. Le dije que quién era. Al principio se puso sería, y cuando le saqué una foto de mi imitación. Me dijo que el pelo estaba un poco largo, que ella lo tenía más corto. Luego, sonrió conmigo”, refiere el destacado artista nacional.
“Con Evo Morales también tuve un encuentro, al igual que con Hugo Chavez. De Venezuela llegaron varias cartas notariales al canal. También pasó con el general Pinochet”, remarca.
Exitosa dupla
En el 2004, en el inicio de su cuarta década de vida, a solicitud de Baruch Ivcher, alto administrativo de Canal 2, une su talento artístico al de Jorge Benavides para crear “El especial del humor”, uno de los programas de imitación más recordados y exitosos en la historia de la televisión peruana.
“Cuando Baruch nos hace la propuesta a Jorge y a mí, nos dice que juntos seremos dinamita. Y no se equivocó porque fue un programa que quedó en el corazón de la gente. Mi participación terminó por A o B motivos. Recuerdo que cuando me fui, Jorge me dijo: ‘Quizás nos encontremos más adelante’. Y no sabemos qué pasará, pero de algo sí estamos seguros: juntos hemos hecho historia en la televisión”, asegura.
De los motivos que acabaron con la exitosa dupla de humor televisivo, Carlos Álvarez prefiere no entrar en detalles, pero deja en claro que no hubo enemistad.
“Pasaron cosas que en algún momento revelaré. ¿Si hubieron celos profesionales? No diría eso, el haber trabajado juntos durante ocho años y medio demuestra que hubo química. A veces la política también mete la mano. A mí me han botado de todos los canales y no me molesta, lo tomo con orgullo porque valoro mi libertad. Nunca dejaré de criticar a la clase política muy venida a menos, a esa que da la espalda a la sociedad”, aclara.
“Jorge es un gran personaje, perfeccionista, organizado, trabajador. Yo también soy así, por eso la dupla funcionó demasiado bien. Dijeron que nos habíamos peleado. Si estuviésemos peleados no hubiese ido a su programa las veces que me invitó. Obviamente la unión de ambos sería una cosa explosiva humorísticamente. No sé si dé, lo veo poco probable porque todo cumple un ciclo, él está haciendo su trabajo y yo el mío”, subraya.
Actualmente, Carlos Álvarez tiene un canal de YouTube con cerca de cien mil suscriptores y está al frente de “La vacuna del humor”, programa que emite Willax TV los sábados a las 10: 00 p.m..
Entre sus planes está retomar lo que ha pospuesto por casi cuatro décadas: estudiar ciencias políticas o derecho y sacar adelante Manos amigas, una fundación de ayuda social sin fines de lucro.
“Esta carrera me ha permitido regalarle sonrisas a mucha gente y ayudar a los más necesitados a través de campañas sociales. Ya soy un hombre grande y los años pesan, sé que en algún momento no podré hacer ciertos personajes. Por ejemplo, no me veo imitando a Paolo a los 80 años, me veo más bien detrás de cámaras, dirigiendo, produciendo. Me gustaría hacer cine. Cuando llegue el momento me retiraré, y me iré muy feliz y agradecido con el público y con Dios por haberme dado el don de la imitación”, subraya.
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