Natalia Parodi: "Ese chico no te conviene"
Natalia Parodi: "Ese chico no te conviene"
Natalia Parodi

Seductor, tierno, sensible, divertido, gran enamorado y amante. Eterno soñador, te invita a protagonizar escenas de película donde te impresiona, te conmueve y ambos vuelan juntos en su fantasía. «¿Es posible que esto esté ocurriendo?», te preguntas.

Esto es real», te asegura él. «Jamás conocí a nadie como tú. Eres de lejos lo mejor que me ha ocurrido en la vida». Entonces te ilusionas como nunca y te permites tener fe en que una linda historia ha llegado al fin a tu vida. «¿Por qué no creer en él si lo miro a los ojos y es sincero?». Y te lanzas a la piscina. Pero cuando menos lo esperas, te das cuenta de que esa piscina estaba llena de promesas vacías. Y te sientes rota y sola.

Este caso lo he visto más de una vez. Mujeres que quedan flechadas por hombres tiernos, graciosos o poéticos, de mirada honda y larga, que las deslumbran mostrando sus sentimientos y su dulzura. ¿Y por qué no creerles? Son transparentes. No están mintiendo, no fingen ni se pavonean de nada. Muestran su sensibilidad con sus grietas, sus conflictos existenciales, sus frustraciones, sus temores, y se muestran tan honestos que conmueven. Incluso parecen entenderlas bien, a veces mejor que nadie. Hasta que un día les rompen el corazón de forma inesperada, sin anestesia. Y ellas desconcertadas, paralizadas, descubren que en un abrir y cerrar de ojos el hombre de sus sueños se ha ido y cuesta creer que no volverá. Ha desaparecido como si todo hubiera sido una alucinación.

¿Por qué me tratas así? ¿Dónde está todo el amor que construimos? ¿Qué falló? ¿Qué hice mal? ¿Qué no vi?, preguntan ellas. Pero ellos ya no están para responder y ellas tienen que cerrar solas ese capítulo tan mágico al inicio y tan punzantemente doloroso al final.

Normalmente aquí yo haría una reflexión acerca de la dificultad para elegir bien y sobre la ceguera propia. Sobre aprender a poner el ojo en un buen amor y no en un encantador de serpientes. Y todo eso es cierto. Sin embargo no es lo único. Porque es válido cuestionarse una misma para crecer, sanar y seguir avanzando con tu propia vida. Pero eso no quiere decir que si él te trató mal es culpa tuya por no haberlo previsto. No. Hay hombres vampiro, succionadores de energía, cuyo egoísmo siempre perjudicará a las mujeres con las que se relacionen. De esos hay que cuidarse.

Su sensibilidad llama la atención. La usan para seducir. Disfrutan de la cara de fascinación que tú pones al escucharlos. Pero si te fijas bien, la historia termina girando siempre en torno a las necesidades de ellos. Tal vez te pide un consejo, o un favor, o que lo ayudes con su trabajo o con sus asuntos familiares. Y sin darte cuenta te estás haciendo cargo de sus responsabilidades. Su narcisismo enganchó con tu vulnerabilidad y tu necesidad de sentirte necesitada, amada e importante para alguien.

Y de pronto te usa y abusa, y lo disfraza de agradecimiento y admiración hacia ti.
¿Simple egoísmo de su parte? Desafortunadamente es mucho más que eso. No es solo que no quieran. Son como hombres incompletos, truncados, en cierto sentido impotentes. Llenos de promesas. Incapaces de dar pasos importantes, de concretar. Piden más de lo que dan. Desgastan. Y ellas se quedan esperando algo que nunca llega. 

Es verdad que no todo es blanco o negro y que la mayoría de las veces ellos ni siquiera son conscientes de que funcionan así, usando a las mujeres. Pero lo hacen, y lo reconozcan o no, las engañan y las estafan. Les hacen creer cosas que nunca cumplirán.

El gran reto para ellas es no convertirse en satélite de un egocéntrico seductor porque por alguna razón ellos son hábiles en lograr eso. Ojalá puedan detectarlos a tiempo para evitar involucrarse y estrellarse. Recuerden: si es muy soñador, si habla más de lo que escucha, si parece un tierno eterno adolescente, si vive enfocado en el futuro y no se ocupa de su presente. Si tiene dificultad en aterrizar sus fantasías a la realidad, si necesita más favores de los que da, si se concentra más en recibir que en dar, detente. Observa. Sal de ahí. Cuídate tú. 

 

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