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Bariloche, un destino para dar los primeros pasos en el esquí: las claves para unas vacaciones en la nieve
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“Está nevando, qué alegría”, “La montaña está blanca”, “Es un buen día”, señalan las trabajadoras de una tienda de alquiler de ropa en la base del cerro Catedral. ¿La razón? En San Carlos de Bariloche- a 1,570 kilómetros de Buenos Aires (Argentina)- la caída de la nieve significa mayor movimiento no solo en las pistas de esquí, sino también en los negocios del lugar.
Este pequeño pueblo tiene tiendas de alquiler de ropa, escuelas de esquí (para principiantes, intermedios y profesionales) y varios restaurantes, cuyas cartas van desde la tradicional parrilla argentina hasta el chocolate caliente de Rapanui. Con nieve, es similar a la villa de Santa Claus, que se ve en las películas gringas en diciembre.
La alegría por la caída de los copos de nieve se debe a que ha sido un invierno atípico en San Carlos de Bariloche: casi no ha nevado. Esto- según informó el diario “La Nación”- provocó una ola de intentos de cancelaciones de reservas en los hoteles de la Villa Catedral, donde los turistas llegan, en su mayoría, para realizar actividades ligadas al esquí y al snowboard.
Existen dos tipos de pases para acceder al cerro Catedral: el peatonal (US$28.5) y el de esquiador (US$90.55). El primero permite ascender a dos puntos de la montaña: a 1,700 metros sobre el nivel del mar, a través de la telecabina Amancay, y a 1,930 msnm en el telesilla Diente de Caballo. Ambas permiten disfrutar de vistas únicas del bosque patagónico.
En la cima, son los niños los que más disfrutan, al deslizarse por pequeñas pendientes en los llamados “culipatines”, protagonizar una guerra de bolas de nieve y, otros al armar muñecos. Este último fue de los momentos favoritos de mi hijo. Para ello, llevamos una zanahoria para la nariz y uvas para los ojos y los botones. “Olaf”, como Basti lo bautizó, fue la sensación. Turistas brasileños y de otros países nos pedían permiso para fotografiarse con el muñeco.

Una recomendación, para evitar las colas en el descenso a la base es mejor hacerlo a las 3 p.m. Una hora después empiezan a bajar todos para el cierre.
La lección más importante: frenar
“Tienen suerte, chicos, hoy ha nevado”, refiere Manuel, profesor de esquí en “Fire on Ice”, escuela que ofrece clases individuales y también para familias, como fue en nuestro caso.
El primer paso es ponerse las botas de esquí y caminar con ellas antes de ingresar a la pista. ¿Por qué? Son pesadas y hay que aprender a pisar con el talón y la punta para evitar caídas. También hay que reconocer las rutas dentro del circuito: las que tienen señalización verde son para los principiantes. Las que tienen banderines azules son para los de nivel intermedio. Las vías rojas y negras son las difíciles y muy difíciles.
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En la zona de esquiadores, durante las vacaciones de invierno en Argentina en julio, es común ver a promociones de colegio y también a niños en edad preescolar que desde los cuatro o cinco años aprenden a esquiar.
La lección inicial de la clase- de dos horas- fue a mantener el equilibrio (primero con un pie en el esquí y luego con los dos), desplazarte de forma paralela a la pendiente y saber caer. Sí, caer, porque en la nieve los resbalones, cuando eres principiante, son inevitables.
La otra gran tarea es frenar, porque sin esta habilidad o chocas con otra persona o puedes ingresar a una pendiente prolongada. ¿Y cómo lo logras? Manuel, quien esquía desde los cuatro años, explica que primero hay que formar con los esquíes el techo de una casa o una uve sin que estos se crucen, colocar el peso del cuerpo hacia adelante e imprimir la fuerza de los tobillos en el movimiento.

Tras un par de resbalones (caer de lado sobre el hombro en la nieve lo hace más llevadero), la primera lección está aprendida. Pero la clase también está por llegar a su fin. Es imposible aprender en una sola lección todo lo necesario para esquiar. En promedio, se requieren entre tres y cuatro clases.
“Han ido bien, es difícil frenar, es un gran avance para una primera vez en una pista de nieve”, señala Manuel.

Al interior de “Fire on Ice”, se ubica un restaurante, donde ofrecen trucha, costillitas a la BBQ, cerveza artesanal y postres.
Ese día, el primero en que nevó desde que llegamos a Bariloche, también fue el último en el que estuvimos en esta ciudad, que nos brindó nuevos recuerdos. Y que también fue testigo de que dos hermanas, mi esposa y mi cuñada, cumplieran un sueño: el que tenían de chicas de conocer la nieve, como en las películas que veían en cada Navidad.
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Más información
Del centro de Bariloche a la base del cerro Catedral se puede llegar en bus, taxi y auto particular (en caso se alquile). En taxi y auto demora 30 minutos. En el bus son unos 45 minutos por las paradas que realiza.
Al interior de la base del cerro Catedral, hay dos tipos de estacionamiento: el gratuito y el privado. El primero está alejado del pequeño pueblo y el otro cerca. Este tiene un costo de US$26.7 por todo el día. Es mejor pagar el ticket ni bien se ingresa para evitar colas al final.
Los niños hasta los cinco años no pagan entrada ni para el pase peatonal ni para el pase de esquiador. Para gestionar su ingreso, se debe ir con el DNI o pasaporte del menor a las oficinas de Información del cerro Catedral. Las entradas para los adultos y niños a partir de los seis años es mejor adquirirlas por la página web.
En el centro de Bariloche alquilan la ropa para nieve a menor precio que en la base del cerro Catedral. La diferencia entre uno y otro es de US$10.









