Disfrutaba del sol de Santa Clara en un restaurante campestre hasta que escuché la conversación de una familia a la que podríamos llamar típica: una mamá, un papá y dos hijos de veintitantos años. Mi día comenzó a nublarse.
El protagonista de la sobremesa era un pequeño al que reconocían como hermoso y dulce, pero tranquilo en exceso. Cada vez que escucho a alguien hablando de niños, paro la oreja. Aseguraban que esa actitud era extraña para su edad. Estaban convencidos de que se trataba de una criatura triste. Todo esto era atribuible, según ellos, a que la mamá era una ‘madre soltera’. Mi rico pollo a la brasa se convirtió en una piedra que con dificultad pasó por la tráquea, cruzó el esófago y en caída libre llegó a mi estómago.
Tuve que luchar para no voltear y hacerles algunas consultas: tengo un hijo, pero no estoy casada y en mi DNI dice: divorciada. ¿Eso me convierte en una ‘madre soltera’? ¿Fabio será un niño triste? ¿O se va a salvar porque su papá vive con nosotros? ¿Sería más preciso que me digan madre conviviente? ¿Y qué pasa si me caso con otro hombre? ¿Me llamarían ‘madre casada’? ¿Y si me caso con el papá de mi bebe y luego tengo un hijo de otro hombre?
No encuentro una definición exacta de lo que significa ser una madre soltera. Ni siquiera la web madresoltera. org la tiene clara. Primero la define como la mujer que decide criar a su hijo sin ninguna ayuda económica, ni emocional. O sea, podría ser el típico caso del cobarde que se desentiende por completo a la hora de saber que la prueba de embarazo dio positivo. También podría tratarse del cada vez más extendido caso de una mujer que se inseminó con esperma de un donante porque así lo quiso. Pero en el portal decía: «ella se convierte en el principal soporte económico para su hijo». Me da a entender que el padre solo pone plata pero no tanto. Más adelante menciona a los padres separados, pero rara vez se escucha de las madres divorciadas. ¿En qué quedamos?
Madre soltera no es un estado civil como casada, soltera, divorciada o viuda. No es un verbo como convivir, que significa vivir en compañía de otro u otros. No aparece en ningún casillero de algún formulario. Por ejemplo, en los registros civiles, hospitales y clínicas para inscribir a un menor solo es necesaria la presencia de la madre. No importa si el padre está, si son casados por civil o por la Iglesia o si hubo una gran fiesta para celebrarlo. No interesa si el padre del recién nacido ha estado durante el alumbramiento con cámara filmadora en mano o si piensa pagar los pañales del bebe. Basta con la firma de mamá.
La etiqueta ‘madre soltera’ huele a segregación. ¿Se dan cuenta de que siempre va acompañada de alguna entonación particular? A veces con voz dramática de telenovela mexicana. Otras, con pena, como si alguien se hubiera muerto. O en un susurro como si fuera motivo de vergüenza.
Yo creo que es un pretexto para hablar del otro, tal vez un psicólogo diga que quien lo usa quiere sentirse moralmente superior. De repente cuando llamamos a una mujer ‘madre soltera’ solo estamos repitiendo sin mayor reflexión, como borregos, un concepto social del siglo pasado.
No sé si tener a mamá y papá bajo el mismo techo sea una garantía del equilibrio emocional de un niño. Lo que sí sé es que no es una condena inquebrantable. Yo no sería feliz obligando a un hombre a casarse conmigo. Ni aguantando que me saque la vuelta con tal de que no se vaya. No soportaría insultos, menos aun golpes ‘por el bien del niño’. No viviría tranquila durmiendo junto a alguien que me ha dicho varias veces que no me ama. Y si yo no soy feliz, mi hijo tampoco lo será.
Quisiera imaginar que la mamá del pequeñín supuestamente triste ha pensado en todo eso.
Se me ocurre que podríamos ensayar muchos otros títulos antes que el despectivo: ‘madre soltera’. Madre coraje. Madre inteligente. Madre que se ama y ama a su hijo. Eso sí es un requisito para ser una familia feliz.
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