Hace 50 años, la humanidad logró algo verdaderamente asombroso: que el hombre llegara a la luna por primera vez. Definitivamente, no hay quien no haya oído hablar sobre los astronautas Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins, y sobre recordar el histórico acontecimiento, el cual era observado por millones de personas alrededor del mundo a través de la televisión, mientras descendía por la escalera del módulo lunar, Armstrong proclamó la famosa frase: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”.
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Sin embargo, no muchos recordarán que tan solo unos años después las mujeres también lograron batir récords espaciales. Un claro ejemplo de ello es Anna Lee Fisher, quien pasó a la historia por ser la primera madre en el espacio en 1984.
Fisher nació el 24 de agosto de 1949 en la ciudad de Nueva York y creció en San Pedro, California. Graduada de la Universidad de California (UCLA) en Química y Medicina, quien en un primer momento, se desempeñó como médica de urgencias en varios hospitales, hasta que una amiga le comentó que la NASA se encontraba reclutando nuevos astronautas con su tipo de experiencia.
Una oportunidad perfecta para concretar su sueño de la infancia, como recuerda ella. Esa ilusión surgió a los 11 años cuando Alan Shepard se convirtió en el primer hombre estadounidense en realizar un vuelo espacial, según publicó el portal Sputnik.
"En aquel momento me di cuenta lo que quería ser algún día: una astronauta. Sin embargo, no creía que eso fuera posible", comentó Fisher durante una presentación en el Museo de la Cosmonáutica en Moscú.
-UNA CARRERA ESPACIAL-
Durante los años 70 en la mayoría de profesiones predominaba la presencia masculina, y en la NASA no era la excepción, no obstante, todas mujeres que cursaban clases ahí estaban decididas a demostrarles a sus colegas que estaban igualmente calificadas para el empleo.
Anna no era piloto, como muchos astronautas, sino junto a su esposo, Bill, eran médicos en una sala de emergencias en California, hasta que en 1977 ambos postularon a un llamado abierto de la NASA para buscar potenciales astronautas.
En enero de 1978, Fisher, a los 28 años, se convirtió en una de los miembros del primer equipo femenino de astronautas de Estados Unidos. No obstante, su camino hacia el espacio no fue nada sencillo, ya que recién en 1983 le propusieron participar de una misión espacial. Cuando Anna fue asignada a la tripulación del segundo vuelo de transbordador espacial “Discovery”, tenía ocho meses de embarazo.
"Kristin nació la mañana de un viernes y a las ocho de la mañana del lunes yo ya estaba en nuestra reunión semanal [de la NASA]. Quería que todos supieran que quería aquel puesto a cualquier precio", recordó la astronauta.
Tras haber dado a luz a su pequeña, Fisher no dudó en cumplir su sueño de la infancia, por lo que en noviembre de 1984, participó de la misión STS-51-A, cuya tripulación tenía la misión de recuperar dos satélites dañados y, así, se convirtió en la primera madre en el espacio.
En las semanas previas a su lanzamiento, grabó docenas de videos de ella junto a su hija. En los días anteriores, ella le escribió una carta: "Si algo me pasa, solo sé que te quiero mucho. "Tu papá y tu abuela cuidarán de ti. Y yo te cuidaré".
La insignia de su vuelo, dibujada parcialmente por ella, cuenta con seis estrellas: una para cada uno de los cinco tripulantes y la última para representar a su hija.
La misión espacial tuvo una duración de casi ocho días, en donde la astronauta no mantuvo ningún tipo de contacto con su familia, puesto que la tecnología no era tan avanzada como en la actualidad.
Cabe señalar que ese fue el primer y el único vuelo en la carrera de Fisher, en el cual registró más de 192 horas en el espacio, y después de viajar 3.3 millones de millas, logró regresar sana y salva a casa. Deslizó la carta que le había escrito a Kristin en su joyero, agradecida de que su hija nunca tuviera que leerla, pero se preparó para escribir otra la próxima vez que fuera al espacio.
Asimismo, cerca de un mes después de su hazaña, la astronauta fue asignada a la misión STS-61-H del transbordador “Columbia”, que se lanzaría el junio de 1986. Sin embargo, la misión fue cancelada luego del fatídico accidente del Challenger en enero de aquel año.
Después del Challenger, el programa del transbordador se detuvo, y Fisher se tomó una licencia de siete años para criar a Kristin y tener a su segunda hija, Kara.
Regresó a la NASA en 1996 y se convirtió en jefe de la sucursal de la estación espacial y en una de los astronautas con más años de servicio en la historia de la agencia. Participó del reclutamiento de astronautas, ocupó cargos en la oficina de la Estación Espacial Internacional y estuvo involucrada en el desarrollo de la nave espacial Orión.
En 2017, se retiró de la NASA a los 67 años. El mismo año, se convirtió en abuela, y pronto se encontró ayudando a su hija a superar las mismas preocupaciones que tenía cuando era una nueva madre. El trabajo de Kristin como corresponsal de Fox News significa que a menudo se le pide que vaya a informar sobre viajes por el país y el mundo.
En definitiva, Anna Lee Fisher se convirtió en un ícono de la fortaleza de las mujeres, quien logró hacer historia, no solo por ser una mujer inteligente, sino también una persona muy dedicada al bienestar de su familia, demostrándonos, que sí es posible poder compaginar nuestra vida profesional con la personal.
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