Domitila
Antes de llamarse Domitila y tener una familia, ‘Domi’ fue rescatada tras haber vivido varios años en un mercado de San Juan de Miraflores. Cuando la encontraron, no tenía casi nada de pelo y su cuerpo estaba repleto de sarna, hongos y bacterias. “Se alimentaba con las sobras que encontraba en los puestos de comida”, cuenta Anais Anaya, rescatista y fundadora de Voz Animal, uno de los albergues afiliados a WUF.
“Pasó por un tratamiento larguísimo, que duró casi seis meses. Estuvo en la veterinaria internada todo ese tiempo hasta que una chica decidió darle un hogar temporal y se enamoró de ella”, añade.
Marita Marin conoció la historia de Domi a través de las redes sociales. Preguntó por ella y le contaron que tenía problemas graves en la piel, que no subía de peso y que estaba recuperándose en una veterinaria. “Me conmovió verla tan triste dentro de la jaula. Eso me llevó a pensar que no solo necesitaba medicina, sino también un lugar cálido en donde pudiera recibir cariño”.
Al inicio, nada fue fácil: Domi no se movía mucho y solo se rascaba la piel. Con bastante paciencia y tiempo, ambas fueron generando un vínculo. “Poco a poco, se fue apoderando de mi cama, de mis muebles y de mi corazón. Nos hicimos compañía y así descubrimos que ya no nos íbamos a separar”, confiesa Marita.
Domi tiene aproximadamente entre 9 y 10 años. Propio de su edad, sufre de una serie de problemas renales y de la piel, que se agravaron durante sus años viviendo en las calles. A pesar de esas complicaciones, su calidad de vida ha mejorado muchísimo tras su adopción.
“¡Ya tiene pelo! Y pesa 21 kilos de los 13 que pesaba cuando la conocí”, agrega su madre. Amor y responsabilidad han sido ingredientes claves en su recuperación para que hoy pueda gozar de una vejez feliz.
Zeus
Al igual que Domitila, Zeus tuvo que vivir varios años de su vejez en las calles. Recién fue rescatado este 2020 gracias al equipo de Voz Animal. “Lo encontramos junto a una gatita en San Martín de Porres. Aparentemente, alguien los abandonó en la calle”, explica Anais. Cuando lo recogieron, tenía desnutrición, problemas en la columna, anemia, neumonía, erliquia canina, y estaba infectado de garrapatas y pulgas.
Debido a su edad, su proceso de recuperación no fue sencillo, por lo que el equipo tuvo que buscarle un hogar temporal. “Lo internamos en una veterinaria para ver si podíamos aumentar su peso y seguir su tratamiento de erliquia y anemia, pero no lograba subir de peso”. Felizmente, al poco tiempo, un milagro se presentó.
“Esta cuarentena, mi familia y yo despedimos a nuestro perrito. Al inicio no me sentía preparada para otra mascota, pero vi en las redes sociales que varios perritos mayores necesitaban de un hogar temporal para recuperarse. Por eso me puse en contacto con Voz Animal”, señala la veterinaria Mariana Llaque, quien conoció a Zeus el pasado mes de julio.
Aunque al inicio él era muy tímido con todos en casa, con el tiempo fue entrando en confianza. “Le tomó casi un mes dar su primer ladrido. Pensamos que no ladraba, pero un día ladró y fue tan emocionante como escuchar a un bebé decir sus primeras palabras”, recuerda Mariana.
Gracias al amor y la entrega de su familia adoptiva, Zeus ha aumentado de peso. “Era tan delgado que se le veían las costillas, los huesos de la cadera y hasta los de la cabeza. No tenía masa muscular, pero ahora está irreconocible. Es un perro sano y alegre”, dice Mariana.
Hoy su rutina incluye salir al parque tres veces al día para jugar con sus amigos perrunos y ser cariñado y engreído por los vecinos del barrio. “Es el ‘abuelo’ del grupo. Muy pocas personas adoptan perros mayores, pero es lo máximo, ¡son una excelente compañía! Espero que más familias se animen a darles una oportunidad”, recalca su madre.
Paula
No se sabe cómo y en qué momento quedó ciega, pero era evidente que nadie había tratado su enfermedad. “Al principio no podía abrir los ojos y tuvo que pasar por varias consultas y tratamientos”, recuerda Anais. El equipo de Voz Animal encontró a Paula en San Juan de Lurigancho, en donde vivió alimentándose de basura la mayor parte del tiempo.
Fiorella Montoya se enteró de su caso y decidió traerla a casa. “Cuando la adopté, pensé que tenía un simple problema de ojos. Pero resultó ser ciega. Gracias a eso, mi familia y yo nos hemos adaptado a ella y hoy somos más empáticos”, narra su adoptante.
Si bien su problema de los ojos hoy está tratándose con la medicación adecuada, Paula aún siente desconfianza hacia otros perros y no permite que ninguno se le acerque. “Ella fue utilizada para la reproducción indiscriminada por lo que es una perrita muy asustadiza. Cree que le harán daño o abusarán de ella como antes. Solo permite que se acerque Khalessi, mi otra mascota rescatada”.
Afortunadamente, los días de dolor terminaron para ella y hoy tiene un horario que solo incluye dormir, comer, jugar, pasear y recibir el amor de su familia. Además, cada día Fiorella cuida de forma minuciosa sus ojos, ya que necesitan de una limpieza exhaustiva con gotas especiales para que sus lagrimales se mantengan sanos.
“Ahora es una perrita sana y feliz. Su discapacidad no es algo difícil para nosotros, mucho menos para ella, quien hace su vida normal y en paz. Estoy muy agradecida con Voz Animal por darle una oportunidad más a Paula, quien solo conocía el maltrato y abuso. La amo con todo mi corazón. Gracias a ella he aprendido muchas cosas, pero sobre todo a ser más empática con todas las vidas animales”, puntualiza su madre.
¿Te gustaría darle una nueva oportunidad de vida a un perro? Ingresa a www.wuf.pe para encontrar a tu próximo amigo. ¡Hay muchos animales en busca de hogar! Puedes seguir el trabajo de WUF en Facebook, Instagram o sumándote a la comunidad Club WUF.