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Ese sábado 26 de septiembre de 1998, la crónica e historia nacionales quedaron marcadas por la partida de una figura central de nuestro periodismo y humanidades. A los 91 años, Aurelio Miró Quesada Sosa, el entonces director y presidente del directorio de El Comercio, falleció en la clínica San Felipe, en Jesús María, dejando tras de sí una impronta inconfundible en la prensa, la universidad y el pensamiento peruano. Su deceso convocó una sentida manifestación de duelo que trascendió lo familiar para involucrar a la intelectualidad y a la clase política del país.
El velorio y homenaje de cuerpo presente se convirtieron en actos emblemáticos, cargados de reflexión sobre el rol del periodismo y la trascendencia del compromiso cívico. Más allá de los reconocimientos, la jornada estuvo teñida de palabras sobrias y gestos de genuina gratitud por la vida de Aurelio Miró Quesada Sosa (AMQS), dedicada al servicio público, a través de la cultura y la investigación.
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UNA MAÑANA DE SEPTIEMBRE
La noticia se propagó temprano. Personalidades de la vida pública y privada, amigos, colegas, intelectuales y antiguos discípulos se acercaron al velatorio para testimoniar su pesar. El entorno familiar, forjado en torno a la tradición intelectual y periodística, afrontó la pérdida con serenidad y recato, fiel al estilo reservado que el propio AMQS cultivó durante su vida.
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El féretro partió por la tarde desde su casa de San Isidro hasta la histórica Casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, institución a la que estuvo profundamente ligado como rector y maestro. Allí, los universitarios le tributaron un reconocimiento solemne; luego, en el local de El Comercio, la redacción y el directorio realizaron un homenaje de cuerpo presente en el hall principal del diario.
EL HOMBRE EN LAS INSTITUCIONES
Aurelio Miró Quesada construyó su biografía entre la prensa, la Academia y la creación literaria e histórica. Escribió su primer artículo apenas adolescente —sobre la obra del escritor irlandés James Joyce— e ingresó oficialmente en las filas del diario El Comercio en 1927.

Ejerció el periodismo con una visión multivalente, plural; además de las labores cotidianas, fue cronista de viajes, director de revistas y organizador de campañas culturales. AMQS ejerció una labor silenciosa, como subrayaron en su momento familiares y colegas: prefería el anonimato y la tarea continua al protagonismo político o la figuración pública.
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Su relación con El Comercio fue fundacional. No solo lo dirigió, sino que asumió el desafío de preservar el carácter ético y reflexivo de la prensa. Fue, en ese sentido, un defensor inquebrantable de la independencia y la veracidad informativa, incluso en épocas difíciles para el país o el propio diario.
VIDA UNIVERSITARIA Y OBRA INTELECTUAL
El lazo con la cuatricentenaria Universidad de San Marcos, la Decana de América, fue otro de los grandes vectores de su vida. Aurelio Miró Quesada se formó en sus aulas, fue decano de la Facultad de Letras y más tarde su rector.

Su legado —como lo destacaron sus discípulos— permaneció en la universidad a través de la docencia, la investigación y la institucionalidad, especialmente en los estudios históricos sobre el mestizaje y la figura del Inca Garcilaso de la Vega.
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Muchos de los libros de AMQS se convirtieron en referencia obligada en las letras peruanas. Entre ellos, "Historia y leyenda de Mariano Melgar“, ”Costa, sierra y montaña“, “El Inca Garcilaso” y una prolífica producción historiográfica vinculada a la identidad y memoria nacionales. Sus investigaciones sobre Garcilaso de la Vega, el Inca, por ejemplo, adoptaron el rigor del filólogo y el afán interpretativo del narrador.
HOMENAJE Y LEGADO
Durante el velorio y los actos fúnebres, las palabras que primaron fueron mesuradas, casi austeras, lejos de la hipérbole. Fue calificado como un hombre de pensamiento sereno y de diálogo reposado. Algunos insistieron en el valor de su vocación conciliadora y en la constante defensa del periodismo como ejercicio pedagógico.

Voces como la de Fernando Belaunde Terry, expresidente del Perú, y la de Javier Pérez de Cuéllar, ex secretario de Naciones Unidas, coincidieron en la relevancia de Miró Quesada como humanista y amante del país.
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La Academia Peruana de la Lengua y la Academia Nacional de la Historia, entre otras instituciones, expresaron no solo el dolor por la pérdida, sino la certeza de que su obra será recordada por generaciones futuras.
AMQS: UN TESTIMONIO ÉTICO DE ÉPOCA
Se reconoció en Aurelio Miró Quesada a una persona especialmente interesada en mantener vivos los valores fundacionales del diario: orden, libertad, saber. Fue, también, un estudioso de la ciudad y defensor de Lima, de la que rescató costumbres y tradiciones en artículos y ensayos de corte casi etnográfico.

El propio Aurelio Miró Quesada, en una de sus últimas apariciones públicas, resaltó el compromiso con las futuras generaciones: "No muere quien perdura en el espíritu de sus continuadores“, evocando a su abuelo, José Antonio Miró Quesada.
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La ética en su camino profesional fue una constante. AMQS creyó que la prensa e historia debían fundamentarse en el rigor intelectual y la honestidad narrativa. Sus ediciones, artículos y editoriales mantenían una pulcritud conceptual y una escritura elegante, como lo atestiguaron los testimonios de compañeros y discípulos. Rechazó siempre los cargos públicos y modas efímeras, prefiriendo el trabajo sostenido en la defensa de los intereses nacionales.
Así, la noticia de su muerte se convirtió también en un motivo para reafirmar los principios periodísticos en tiempos de incertidumbre, desde la independencia editorial hasta la defensa de la libertad de expresión.
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