El día en que una estrella de rock llegó al Perú y le robaron la billetera, un abrigo y hasta su sombrero: Bill Haley en Lima
Junto a los siete músicos de “Los Cometas”, Bill Haley, el pionero del ritmo rocanrolero en el mundo llegó a la capital en la noche del 25 de noviembre de 1960. Una hora después debía estar en un programa de TV, pero antes perdió varios objetos personales.
Los admiradores y admiradoras del creador del “rock and roll” lo acosaron e hicieron escándalos y hasta destrozos en el “nuevo aeropuerto internacional”, es decir, el Jorge Chávez, que había estrenado su pista de aterrizaje apenas cinco meses antes, en junio de 1960. Bill Haley, de 32 años, debía presentarse esa misma noche y durante la semana en tres lugares: el Canal 13 (hoy Panamericana Televisión, Canal 5), donde sería presentado por Pablo de Madalengoitia; en una emisora radial (Radio Victoria, en la avenida Tacna), con audiciones con público; y en un grill, el Embassy, en el jirón Carabaya, en los portales de la plaza San Martín, en el Centro de Lima.
Pero su primera impresión del país no fue buena, ya que fue víctima de un robo en el mismo aeropuerto del Callao. Apenas había bajado las escalinatas del avión que lo trajo de Chile, cuando un sujeto que se camufló como un fan se le habría acercado lo suficiente como para robarle la billetera (documentos personales, visa y 300 dólares), un maletín, un abrigo que llevaba en el brazo y el sombrero que tenía puesto.
Haley y su conjunto llegaban de un viaje de varias horas y el robo había ocurrido en el trayecto que los viajeros debían hacer desde avión en pista hasta la oficina de migraciones. Era costumbre entonces que el público se acercara hasta el propio avión sin ningún problema. Pero aquella vez había demasiada gente arremolinada alrededor de él, además de los fans, reporteros, fotógrafos y camarógrafos de todos los medios del país y los corresponsales extranjeros. Todos presionando, unos para obtener las primeras palabras de Haley en el Perú y otros solo para verlo y tocarlo. Tanta fue la presión de los fans que volaran los vidrios de la puerta de entrada del novísimo terminal aéreo, que empezaba a recibir sus primeros vuelos internacionales.
El artista, mascando chicles sin parar, trató con suma amabilidad a la prensa peruana. Y hasta aclaró que se llamaba, en realidad, William John Haley. Que estaba casado y tenía cuatro hijos (tres hombres y una mujer), y que le gustaban mucho los ritmos latinos, especialmente el bolero. Contó también que deseaba conocer el Perú, porque su mejor amigo y socio Alejandro Valdez era de esta tierra. “Él me ha hecho conocerlos a ustedes antes y admirarlos como una civilización que dejó mucho que aprender de ellos”, declaró al reportero de El Comercio, Arturo Morales y al resto de la prensa.
Cuando le preguntaron por el robo, Haley respondió: “Los trescientos dólares los ganaré de nuevo entre ustedes. Pero, ¡cómo hago con mis papeles de identidad!”. Sonreía como si estuviera acostumbrado hacerlo a cada rato, y siguió contestando las apuradas interrogantes de los periodistas. ¿Qué piensa de Elvis Presley? “Es mi amigo, solo puedo decir eso”, dijo. Sobre la “Guerra fría”, respondió que “me gustaría ir a Rusia”. También admitió que ganaba mucho dinero por las regalías de sus discos de rock en EE.UU. “Unos 20 mil dólares mensuales”, contó días después, poco antes de irse del país para continuar su gira internacional.
Bill Haley confesó que el nombre de “rock and roll” se lo inspiró un disc jockey amigo de Nueva York. Y que este contagioso ritmo, que era su música, había tomado algo del jazz, del dixieland y del blues. Acompañado del conjunto “Los Cometas”, integrado por Billy Williamson, Johnny Grande, Rudy y Al Pompilli, Ralph Jones, Franny Breecher y Joe Oliver, el popular músico norteamericano debió dejar el nuevo aeropuerto de Callao debidamente resguardado por la Policía y un patrullero de escolta, en medio de los gritos y exclamaciones de sus fanáticos, que trataron por todos los medios de que leyera los carteles con el mensaje: “¡Welcome, Bill!”.
En tanto, el creador del rocanrol trataba de disimular su preocupación por lo perdido. Cuentan que ya en el bus que lo llevaba al canal de televisión, confesó asustado a su asistente: “Es la primera vez que me roban mi carnet de identidad, Jim”.
EL GRAN BILL HALEY CONMOCIONÓ A LIMA
El lujoso grill Embassy se lució esa semana que empezó el sábado 26 de noviembre de 1960. La presencia del creador del rocanrol en la televisión nacional la noche anterior le dio cobertura total en los medios. Por eso el local de la plaza San Martín estaba con los “derecho a mesa”, de 80 soles por persona, completamente agotados.
“Hoy fiesta del Rock and Roll”, decía el cartel principal y anunciaba al gran “Bill Haley y sus cometas”. Hubo un show familiar, de 12.30 a 2.30 pm; y el “Te Danzant”, de 7 a 10 pm., en una jornada que incluía otros artistas y animadores (como ocurrió también en la radio). Los músicos que acompañaban al genio rocanrolero eran, además, magníficos showman, especialmente el saxofonista y el contrabajista, cuyas contorsiones y piruetas celebraban todos los públicos. Haley diría de ellos en Lima: “No solo son extraordinarios con sus instrumentos, sino que son músicos para ver, oír y bailar con ellos”.
A pocos metros del Embassy, mientras Haley cantaba y encantaba, en el cine Metro aun daban las últimas funciones de “Benhur” (1959), la extraordinaria película con Charlton Heston como protagonista. El creador del “rock and roll” clásico envolvió Lima con su ritmo que sonaba desde mediados de la década de 1950, y aun convocaba a miles de seguidores sobre todo por su hit mundial “Rock Around the Clock” (“Al compás del reloj”). En la capital peruana, con Bill y sus amigos, renació el más ferviente deseo de “rocanrolear”.
El lunes 28 de noviembre, el Embassy decidió dar una función para los jóvenes y no tan jóvenes que buscaban vivir el buen rock and roll con Bill Haley nada menos. Por ello, dieron una tarifa de 35 soles (“Todo incluido”). Ese día fue un éxito de público y de ambiente. Lima se transformó en una intensa pista de baile.
En ese momento, el de Haley y su conjunto era el show más importante del país, sin duda. Todos los días de espectáculo el local andaba repleto. La gente se disputaba las entradas. Pero la maravilla no podía durar tanto: ese mismo lunes 28 de noviembre, al mismo tiempo que publicitaban el evento, anunciaban que aquellas eran las últimas presentaciones de los músicos estadounidenses. Haley y sus cometas deleitarían a la capital solo dos días más: el martes 29 y el miércoles 30 de noviembre de 1960. Esos dos días finales dieron tres extraordinarios shows: a las 8 de la noche, y luego a las 12 y 30 y 2 y 30 de la madrugada. Muy pocas veces había ocurrido eso en el Embassy.
Pero fue tal la arremetida del público limeño, que pedía más rock and roll con Haley, que el Embassy tuvo que contratarlo para que regalara a Lima una noche más de funciones. El jueves 1 de diciembre de 1960, luego de mover toda su gira por 24 horas más, los extraordinarios músicos volvieron a tocar y cantar y a dar el mejor show internacional en años en Lima, en los tres horarios nocturnos (el último terminaría a las 4 de la madrugada).
La crítica de espectáculos se rindió al talento musical de Bill Haley y los cometas, a su capacidad para hacer un show de verdadera talla internacional. “Cada músico es un verdadero profesor del instrumento que ejecuta y contagian la alegría y animosidad del ritmo del rock and roll”. Y destacaba, especialmente, “entre ellos el número espectacular del baterista, que brinda un solo de batería de excelente ejecución”. Pero fue el eximio del violonchelo, Al Pompilli, quien se llevaría los mejores aplausos del público y el reconocimiento de la crítica especializada.
Estuvieron una semana exacta en Lima, de un viernes a otro viernes. Luego volarían a Bogotá (Colombia), de allí a Caracas (Venezuela), para finalmente llegar a Ciudad de México (México) y luego regresar a su país de origen. Fue la mejor experiencia musical del año para los suertudos que pudieron verlos en vivo, en el viejo Embassy del Centro de Lima.