Era el viernes 7 de enero de 1966, cuando el Guardia Civil (GC) Hércules Rodríguez Gómez, de la 30 comandancia de Tránsito, trabajaba muy tranquilo por las calles del jirón Arequipa, en Magdalena. Cerca de las cuatro y media de la tarde, se percató que César, un niño de dos años y medio, asomaba peligrosamente su cabeza por la azotea de una antigua finca de dos pisos. El agente se dirigió rápidamente hasta la dirección 330 para evitar que suceda una desgracia.
LEE TAMBIÉN | El frustrado asalto a la casa de un diplomático europeo que terminó con la captura de un violento criminal internacional en los años 70
Segundos antes de llegar al domicilio, el pequeño cayó de la azotea, de 17 metros de altura. Rodríguez corrió desesperado esquivando los vehículos que avanzaban por la calle y recibió al niño en sus brazos. Ambos cayeron a la pista, donde casi fueron arrollados por un auto que tuvo que subirse a la vereda tras una acrobática maniobra de su piloto. Todo sucedió muy rápido. Varios testigos del hecho lloraron de emoción y algunos transeúntes abrazaron al policía.
Tras ello, Hércules Rodríguez llevó al niño a la Asistencia Pública de Grau. Los médicos se quedaron asombrados cuando escucharon la historia del accidente. El pequeño no tenía ninguna lesión. Solo estaba sorprendido por estar rodeado y ser atendido por tantos desconocidos. Al guardia de tránsito se le había roto la parte de atrás de la polaca debido al esfuerzo que hizo.
LEE TAMBIÉN | La increíble historia del hombre que recibió una factura de más de un millón de soles por su consumo de agua potable en los años 80
Horas después, un reportero de El Comercio llegó hasta el centro médico. Minutos más tarde, el niño fue devuelto sano y salvo a su familia. Rodríguez explicó que solo cumplió con su deber y que “cualquiera hubiera hecho lo mismo”. Luego, reveló qué lo motivó a realizar este heroico acto: “Cuando vi al chiquillo en posición tan peligrosa, pensé en mis dos hijas también menores, y traté de llegar a la casa. En esos momentos alguien gritó y entonces corrí entre los autos y llegué justo para recibir a César en mis brazos”.
La madre del menor se negó a dar declaraciones a nuestro cronista. César Rubiña, padre del pequeño, solo contó que era la segunda vez que su hijo caía por esa azotea por “un descuido de su esposa”. La primera vez, el niño tampoco sufrió lesiones. Cabe resaltar que Hércules Rodríguez tenía 32 años de edad y era natural de San Martín. Estaba casado y tenía dos hijas, de 6 y 4 años. Antes de irse de la asistencia pública, el GC dijo que estaba satisfecho de haber cumplido con su deber y que era un honor ser parte de la policía nacional.
MIRA TAMBIÉN | Rolling Stones en el Perú: cuando Mick Jagger y Keith Richards fueron desalojados de dos hoteles limeños por sus malos hábitos
Al mediodía del sábado 8 de enero de 1966, la Guardia Civil realizó una ceremonia especial para felicitar a Rodríguez. Allí recibió los aplausos del director general de esa institución, Manuel Corrales Tello, y de varios jefes y oficiales. El máximo representante de la GC también puso como ejemplo “el valor, la inteligencia y el rápido discernimiento” de Hércules, que eran “cualidades necesarias de un policía para afrontar los diversos e imprevistos problemas que encuentra a diario en el cumplimiento de su deber”.
Además, anunció que el agente de tránsito sería condecorado por este acto el 30 de agosto de ese año, durante la ceremonia por el “Día de la Policía”. Rodríguez se mostró emocionado por la ceremonia y recalcó que solo había cumplido con su deber: “Cualquier otro Guardia Civil hubiese hecho lo mismo. Yo intenté y Dios me ayudó”, dijo Hércules.
Días después, la noche del viernes 14 de enero de 1966, la Radio 1160 le otorgó la distinción “Vale un Perú” al destacado guardia por salvar al niño de dos años y medio. La medalla fue puesta en su pecho por el creador del premio, el director y propietario de esa emisora, Augusto Belmont Bar. El directivo también resaltó la hazaña que realizó el agente y destacó la función de la policía nacional. Cabe resaltar que este galardón solo se entregaba a las personas que realizaban actos por el bien de la sociedad.
Cinco días más tarde, el Centro Social Sacanche emitió un comunicado, firmado por su presidente, para dar a conocer que también premiaría a Rodríguez por su heroico acto. La ceremonia se realizaría en su local de El Porvenir el 22 de enero de ese año. Es así como acabó esta increíble historia en donde un Guardia Civil pudo salvar a un menor que cayó de su azotea en Magdalena hace más de 50 años.
En nuestra tienda virtual contamos con una selección de las mejores ilustraciones, fotos y páginas históricas de El Comercio que podrán solicitar fácilmente a través de un simple formulario ubicado en la siguiente dirección: https://www.tiendaelcomercio.com/.
Contenido GEC