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Cuando Los Abuelos de la Nada dejaron a los peruanos con un pie en el aire de la felicidad en 1986 | FOTOS
Esa noche, la banda argentina de rock Los Abuelos de la Nada estaba iluminada. Su música fue recibida como una tormenta de libertad. Miguel Abuelo la lideraba y halló una gran empatía con el público peruano. Las imágenes de esa noche de noviembre de 1986 aún siguen vivas en la memoria de los mejores momentos de los años 80.
Aunque su nombre era Miguel Ángel Peralta, la historia del rock en español lo inmortalizó como Miguel Abuelo. La razón detrás de este cambio fue tan fascinante como el propio artista, quien leía desbocadamente a fines de los años 60 cuando encontró una frase: “Padre de los Piojos y Abuelo de la Nada”, escrito por Leopoldo Marechal en su novela “El banquete de Severo Arcángelo” (1965). El nombre se le reveló: sería Miguel Abuelo desde entonces. A Lima llegó con una larga trayectoria encima y eso se notó en el rústico escenario del Coliseo Amauta, en Chacra Ríos, aquel 30 de noviembre de 1986.
Los Abuelos de la Nada empezó a formarse así en la mente de Miguel Abuelo, pero aún no daba al mundo su música. Esta fue creciendo cuando el artista dejó la localidad de Munro, donde había nacido en 1946, a unos 20 kilómetros de Buenos Aires. En la capital fue enriqueciendo su sensibilidad musical desde fines de los años 60.
Miguel Abuelo vivió una infancia abandonada y una adolescencia complicada. Para él, la música era su única forma de sobrevivir y expresar lo que necesitaba decir al mundo. Junto a Norberto Aníbal ‘Pappo’, los hermanos Micky y Alberto Lara, ‘Pomo’ Lorenzo, y ‘Mayoneso’ Fanacoa, entre otros, consiguió hacerlo especialmente a finales de los 60 y comienzos de los 70. Pero, la historia del rock argentino los esperaba.
Habían creado ya como Los Abuelos de la Nada los sencillos “Diana divaga” y “Tema en Flu sobre el Planeta” en 1968; pero algo le faltaba a la propuesta. Miguel Abuelo se tomó un tiempo para crecer musicalmente. En ese tiempo, colaboró con colegas como Luis Alberto Spinetta. Y entonces, decidió viajar o llegar Europa, como sea, pero con ansias de gozar la vida y el arte en su cotidianidad. La bohemia y la intensidad también dejaron sus huellas en el cuerpo de Miguel Abuelo.
Pero todo cambió en 1979, cuando el artista se vio involucrado en un oscuro caso de robo de joyas en Ibiza, en el Mediterráneo español. Estuvo preso un tiempo, y luego debió retornar a sus raíces. Ya no era el Miguel Abuelo de fines de los años 60. Una mezcla de madurez y explosión musical, lo envolvió y convirtió en la voz de toda una generación: aquella que vivía aun en dictadura, o en medio de la violencia y la incertidumbre.
MIGUEL ABUELO Y SU DECISIÓN DE RETORNAR A LA ARGENTINA
A inicios de la década de 1980, Miguel Abuelo, ya en Argentina, resucitó a su banda, Los Abuelos de la Nada. Lo hizo con otras caras. Al bajista ‘Cachorro’ López, se sumarían el clarinetista y saxofonista Daniel Melingo, el percusionista Polo Corbella, así como el guitarrista Gustavo Bazterrica y a un juvenil Andrés Calamaro. El rock sería el oasis de creación para el inquieto artista.
Todos eran buenos músicos, pero el distinto, el del sello personal, era en ese momento Miguel Abuelo. No había dudas: él era Los Abuelos de la Nada. El retorno de la banda, presentados como en los medios de prensa como “Los nuevos Abuelos de la Nada”, trajo mucha expectativa en un contexto de mayor interés de los jóvenes por el rock en español.
Un nuevo álbum surgió en 1982, y este contaría con el espaldarazo de una estrella como Charly García, quien colaboró en la producción; Charly también ayudaría a la banda a contactarse con gente que les daría la oportunidad de hacer ‘vivos’. En esas primeras presentaciones en vivo destacó la melodía y los acordes de una canción: “Sin Gamulán”, de Andrés Calamaro.
Y así, Los nuevos Abuelos… pasaron a una etapa de fecunda creatividad musical, con álbumes como “Vasos y besos” (1983) y su exitoso hit “Chalamán”; o con el LP “Himno de mi corazón” (1984), que traía la canción que lleva el mismo nombre, un temazo de los años 80, así como el otro hit “Lunes por la madrugada”. Los Abuelos de la Nada pegaban, daban la hora en esa Argentina que había vuelto a la democracia con Raúl Alfonsín a fines de 1983.
En 1985, sacaron el álbum “En el Ópera”, allí la gente pudo apreciar mejor la potencia, la fuerza y el carisma del grupo, pues era la grabación de una presentación en vivo, en el Teatro Ópera. Al año siguiente, en 1986, Los Abuelos… presentaron el álbum “Cosas mías”. No lo sabían entonces, pero este iba a hacer el último trabajo que harían con Miguel Abuelo a la cabeza. El single “Cosas mías” fue grandioso. Una canción que fue aclamada en todos los escenarios.
LOS ABUELOS DE LA NADA: UNA NOCHE FANTÁSTICA EN LIMA
Así llegaron Los Abuelos de la Nada al Perú. Con todo ese peso, calidad, fuerza y carisma en el escenario. El domingo 30 de noviembre de 1986, en medio de un panorama oscuro y desafiante, la banda de Miguel Abuelo regaló un aire de frescura, talento y desparpajo a una masa de jóvenes peruanos que solo veían violencia, terror e inflación en su día a día.
Esa noche primaveral, el Coliseo Amauta, en Chacra Ríos, se iluminó con la promesa de disfrutar de una gran música;todo ello pese a las dificultades técnicas para tocar música con ese mítico espacio. Con todo, Miguel Abuelo fue un tornado en el concierto de Lima: su despliegue fue generoso, manejó a su banda y al público con espíritu lúdico y alma rockera.
La presentación arrancó -¡cómo iba a ser de otra manera!- con los acordes del clásico “Lunes por la madrugada”. El local de Chacra Ríos se cargó de buena energía, pese al rebelde viento; y más aún con las otras canciones que fueron llegando: “Cosas mías”, “Mil horas”, “Himno de mi corazón” y otros temas de sus álbumes ochenteros.
Fue un concierto mágico, que con seguridad quedó grabado en la memoria de todos los que asistieron. Gritos, aplausos, barras, cánticos, nadie dejaba de entonar y bailar las canciones del grupo argentino. Sin celulares distractores, los jóvenes de entonces solo tenían tiempo para sentir cada segundo de la buena música de Los Abuelos de la Nada, que aún contaba con Andrés Calamaro en sus filas.
Eso ocurrió hace 37 años, y aún se siente en el recuerdo el crujir de la madera, el viento fresco en los rostros, los sonidos algo distorsionados pero potentes de la banda, la voz singular del Abuelo más joven del mundo.
Un año y medio después de su gran presentación en el Amauta de Lima, la salud de Miguel Abuelo se resquebrajó. El 16 de marzo de 1988 fue recluido en la Clínica Independencia, en Munro, el lugar de su nacimiento. El artista se hallaba en un estado de debilidad extrema, debido a los estragos del virus del SIDA.
Tras sufrir una infección generalizada, el sábado 26 de marzo de 1988, Miguel Abuelo dejó este mundo cuando solo tenía solo 42 años.
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