“Yo me siento feliz de participar porque este instituto me ayudó a poder hablar y dar algunos pasos”. Estas son las palabras de Sammy, una niña de 11 años de Jaén con parálisis cerebral leve. Gracias a los deportes adaptados que practica en el Instituto Nacional de Rehabilitación Dra. Adriana Rebaza Flores Amistad Perú-Japón (INR), Sammy ha logrado mejorar su movilidad y, sobre todo, comunicarse con confianza. Ya se encuentra muy cerca de caminar y su progreso es un ejemplo inspirador del impacto de este programa.
Sammy es una de las 1.600 personas que cada año se benefician de este programa innovador, liderado por la Asociación de Fisioterapeutas de Oita, en colaboración con el INR y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA). Este proyecto, inspirado en la prefectura de Oita, cuna de los deportes paralímpicos, tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad a través de actividades que combinan rehabilitación física y emocional.
Oita, el corazón de los deportes adaptados
La prefectura japonesa de Oita, reconocida mundialmente por su liderazgo en deportes adaptados, compartió su experiencia con Perú mediante un programa de capacitación que incluyó tres años de formación virtual y presencial. Especialistas del INR aprendieron disciplinas como boccia, takkyu volley y tee-ball, deportes diseñados para mejorar la coordinación, la fuerza y la interacción social.
La capacitación se llevó a cabo tanto en Perú como en Japón, donde un grupo de médicos y fisioterapeutas del INR viajó para recibir entrenamiento durante 21 días. “Logramos incrementar significativamente la participación de niños en deportes adaptados, y hoy los pacientes practican estas disciplinas semanalmente. Este proyecto simboliza la sólida relación entre Perú y Japón, especialmente en el marco del aniversario 150 de nuestras relaciones diplomáticas que se celebró el año pasado”, destacó Shohei Kashiwagi, representante residente adjunto de JICA Perú.
Además de las sesiones prácticas, el programa incluyó el desarrollo de un manual de seguridad para garantizar la práctica segura y efectiva de los deportes adaptados. “El juego siempre será nuestra mejor herramienta para conectar con los niños. Nos enorgullece lo alcanzado y esperamos incorporar nuevos deportes como el ‘Cheer Dance’, que mejora la coordinación y el desarrollo físico y mental”, comentó Yoshie Hirota, coordinadora del proyecto y miembro de la Asociación de Fisioterapeutas de Oita.
Sammy y otros ejemplos de éxito
Historias como la de Sammy son prueba del impacto de esta iniciativa. Gracias al programa, la niña ha podido mejorar su capacidad de comunicación y participar activamente en deportes como boccia, donde destacó en las Mini Olimpiadas del INR. Su progreso es un recordatorio de que el deporte no solo fortalece el cuerpo, sino también el espíritu.
“El deporte nos ayuda a integrar a los padres en este proceso. Queremos que sean parte del camino de sus hijos y que los niños se animen a explorar sus talentos, incluso hasta llegar a representar al país en competencias paralímpicas”, señaló un portavoz del Comité de Deportes Adaptados del INR.
El INR trabaja en la creación de una Unidad de Deporte Adaptado, que permitirá entrenamientos constantes y el desarrollo de nuevas actividades terapéuticas. A partir de las experiencias adquiridas con el apoyo de Oita y JICA, el instituto planea expandir sus programas y llegar a más pacientes con diferentes necesidades.
La incorporación de nuevas tecnologías y avances en fisioterapia será clave en el crecimiento del programa. Las historias de éxito, como la de Sammy, inspiran a seguir apostando por un modelo que une rehabilitación física, bienestar emocional y el poder transformador del deporte.
En última instancia, este programa no solo busca mejorar la funcionalidad de las personas con discapacidad, sino también empoderarlas para que vivan plenamente. Es un ejemplo de cómo la colaboración internacional y el deporte pueden construir un futuro más inclusivo y humano.