

La tos ferina, también conocida como pertussis, es una infección respiratoria altamente contagiosa que afecta sobre todo a los niños pequeños. Aunque durante muchos años su presencia había disminuido notablemente gracias a la vacunación, en los últimos tiempos está resurgiendo con fuerza en varios países de América Latina, incluido el Perú.
De acuerdo con cifras del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del Ministerio de Salud (Minsa), solo en lo que va del 2025 se han registrado 1.044 casos de tos ferina a nivel nacional. Más de la mitad de estos corresponden a niños menores de cinco años, el grupo etario más expuesto a las complicaciones severas de esta enfermedad.
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Según la doctora Ofelina Vergara, gerente médico de Sanofi Vacunas, este repunte no es casualidad. En el caso específico del Perú, los casos actuales ya superan ampliamente los reportes de todo el año anterior, lo que refleja una situación preocupante.
¿La causa principal? Una caída sostenida en las tasas de vacunación en la región. Durante la pandemia, los servicios de salud se vieron interrumpidos y muchas campañas de inmunización quedaron relegadas. A esto se suma la creciente desinformación y desconfianza hacia las vacunas, factores que debilitan tanto la protección individual como la inmunidad colectiva. “La pandemia desvió recursos clave y profundizó brechas preexistentes”, advierte Vergara.

¿Cuáles son los síntomas y signos de alerta?
Reconocer a tiempo los síntomas de la tos ferina puede marcar la diferencia. Esta infección bacteriana empieza como un resfriado común, con congestión nasal, estornudos, fiebre leve y tos. Sin embargo, en el transcurso de una o dos semanas, la tos empeora y se vuelve más intensa, especialmente por las noches. Es característico el sonido tipo “gallo” al inhalar después de una serie de toses repetitivas.
Los niños menores de un año —particularmente los lactantes que aún no han completado su esquema de vacunación— son los más vulnerables. En ellos, los síntomas pueden incluir dificultad respiratoria, apnea (pausas en la respiración) y coloración azulada de la piel, signo de que no están recibiendo suficiente oxígeno.
“En esos casos, la atención médica debe ser inmediata”, recalca Vergara.
¿Qué tan grave puede llegar a ser?
La tos ferina no debe subestimarse. Aunque puede parecer una simple tos prolongada, en bebés y niños pequeños representa un serio riesgo. La enfermedad puede provocar una insuficiencia respiratoria grave si no se detecta y trata a tiempo. De hecho, la OMS advierte que esta infección es una de las principales causas de muerte prevenible por vacunación en la infancia.
Los ataques de tos no solo interfieren con el descanso y la alimentación, sino que también pueden desgastar físicamente al niño, dejándolo expuesto a otras complicaciones. En países con sistemas de salud frágiles, o donde las barreras de acceso son mayores, estas consecuencias se agravan aún más.
¿Cómo se previene la tos ferina?
La principal herramienta para prevenir la tos ferina es la vacunación. En el Perú, la vacuna contra esta enfermedad está incluida en el esquema nacional gratuito a través de dos combinaciones:
- Vacuna pentavalente: se aplica a los 2, 4 y 6 meses de edad, con refuerzos a los 18 meses y a los 4 años. Esta vacuna también protege contra difteria, tétanos, hepatitis B y Haemophilus influenzae tipo B.
- Vacuna Tdap para gestantes: se administra entre las semanas 20 y 36 de embarazo, con el objetivo de que la madre transfiera anticuerpos al bebé. Esto le proporciona una primera línea de defensa mientras aún es muy pequeño para ser vacunado directamente.
Además, se recomienda un refuerzo de Tdap cada 10 años en adultos, especialmente si están en contacto cercano con recién nacidos.
“Las gestantes cumplen un rol clave. Al vacunarse durante el embarazo, transmiten protección al bebé para los primeros meses de vida”, explica Vergara.
¿Qué poblaciones están en mayor riesgo?
La tos ferina puede afectar a cualquier persona, pero algunos grupos enfrentan mayores peligros. Según la doctora Vergara, los más vulnerables son:
- Niños menores de un año: especialmente si no han recibido las tres primeras dosis de la vacuna pentavalente.
- Gestantes no inmunizadas: que no transfieren anticuerpos a sus bebés.
- Comunidades rurales o indígenas: con menor acceso a servicios de salud.
- Personas mayores de 60 años: que pueden tener un sistema inmunológico debilitado.
Estos grupos deben ser prioritarios en las estrategias de vacunación, detección y tratamiento.
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