Cómo se informó un ‘fin del mundo’: el cometa Halley de 1910
Una de las visitas más dramáticas del cometa Halley sucedió el 18 de mayo de 1910. En el Perú el cometa fue avistado a las 9 de la noche. Uno de los temores más graves era que su larguísima cola ‘azotara’ la Tierra. Para muchos eso sería el ‘fin del mundo’. Aquí no fuimos ajenos a la noticia, aunque estuvimos lejos del pánico que generó en otras partes; y ello gracias a la ponderación de medios como El Comercio. El Halley volvería en 1986, pero lo que marcó época fue la visita de 1910. Hace más de 100 años.
En 1705 el astrónomo Edmund Halley pudo calcular la recurrencia orbital del cometa, que finalmente llevaría su apellido. El astro era un bólido. Su velocidad era de 194.400 kilómetros por hora. Algunos ‘hombres de ciencia’ europeos predestinaban que aquella sería la peor tragedia del mundo, la definitiva.
Astrónomos como el francés Camilo Flammarion sostenían visiones terminales para el mundo. Según datos de la época, entre el 1 de enero y el 18 de mayo de ese fatídico año, ocurrieron más de 400 suicidios vinculados con la llegada del cometa, que cada 75 ó 76 años reaparecía por la Tierra.
El Comercio explicaba el tema a sus lectores desde el mes anterior. En abril detallaba qué eran los cometas y cuál era su trayectoria sideral, de forma gráfica, con esquemas que seguían el recorrido del Halley desde el 1 de octubre de 1908 hasta incluso julio de 1910.
Entre el 17 y el 22 de mayo, el diario decano informaba que el astro estaría más cerca de nuestro planeta, en un ‘roce’ que intimidaba a muchos peruanos. El mismo 17 de mayo, un día antes del supuesto ‘choque’, El Comercio insistía en su explicación científica, y se centró en la extensión de las colas de los diversos cometas que en el siglo XIX habían pasado cerca del planeta azul.
El viejo periódico tranquilizaba a sus lectores al informar que la cola del Halley no tenía las dimensiones de otros cometas, que podían llegar -uno de ellos- a los 110 millones de kilómetros de largo. La cola del Halley solo tenía 8 millones de kilómetros, aproximadamente. Y remarcaba, además, que últimamente se presentaba algo debilitada o apagada.
Sobre las especulaciones de un choque con la Tierra, El Comercio señalaba que los agoreros astronómicos deambulaban por esos días entre las “visiones novedosas” y la “jocosidad”. En la edición de la tarde del 17 de mayo, era inevitable para el diario explicar la proyección de cómo sería un supuesto ‘golpe’ terrestre.
“El choque de la Tierra con el núcleo sólido de un cometa, sería de consecuencias catastróficas. Se desarrollaría por efecto del choque un calor tan intenso, que las masas de los dos astros transformadas en vapor, constituiría en adelante una nueva nebulosa planetaria”.
Sin embargo, se remarcaba –responsablemente- que en esa ocasión dicha catástrofe estaba totalmente descartada. En la edición del propio 18 de mayo, se precisaba la hora de la visión del cometa en el Perú: serían las 9 de la noche con 8 minutos.
Y llegó el 19 de mayo, el día siguiente del ‘fin del mundo’. Pero todavía el mundo seguía girando, y El Comercio publicó una nota con un claro titular: “El cometa de Halley… Y no fue nada”, en el que se realizaba una síntesis de cómo el mundo había recibido al temido astro.
“El sólo anuncio de su venida sembró, en el mundo todo, un temor congojoso, solo comparable al que a su vez debió conmover a los hipotéticos habitantes del cometa cuando sus hombres de ciencia y sus astrónomos les hablaron de un choque posible con la Tierra”.
“Entre el temor y la impotencia”, esa fue la frase resumen del decano. Nunca más preciso.
En varias partes del mundo se vendieron, con seguridad, miles de telescopios o lentes de aumento. El diario La Nación de Argentina tituló el 19 de mayo: “El peligro del cometa desvanecido. Fracaso de los pronósticos terroristas”.
El cometa Halley se acercó a la Tierra a solo 400 mil kilómetros de distancia. Su letal cola ni por asomo se aproximó sobre la superficie terrestre. Sin embargo, muchos lo pensaron así y otros, lamentablemente, lo creyeron a ciegas y hasta perdieron la vida por mano propio al seguir sus absurdos miedos.
Gente que se crucificó en Estados Unidos, otros que sacaron provecho para vender folletos apocalípticos, constructores que proponían búnkeres recubiertos de cemento armado y placas de hierro… Una verdadera mezcla de pura histeria, desinformación y limitaciones tecnológicas.
Para febrero de 1986, cuando el Halley regresó a las cercanías de la Tierra, el tema se tomó con muchísima más tranquilidad. La cultura astronómica, luego de los vuelos espaciales realizados desde la década de 1950, había formado a ciudadanos mejor preparados para visiones extremistas. Ya nadie podía caer fácilmente en lo mismo que ocurrió en 1910.
Hoy la ‘tragedia’ del Halley de 1910 parece un cuento, una historia para contar a los nietos, casi una leyenda que se pierde en la memoria de los tiempos.
(Carlos Batalla)
Fotos: Archivo