En 1998, durante la Copa del mundo en Francia, un diario de Brasil le pidió al poeta Chico Buarque que cubriera el evento. Indeciso sobre cómo abordar el encargo, la creatividad del compositor lo inclinó a escribir una nota en primera persona, como si fuese París, “La ciudad Luz”, y estuviera celosa de que los turistas llegaran ya no a visitarla a ella y a su Museo de Louvre, su río Sena o sus Campos Elíseos sino a los estadios de fútbol. La columna trataba del enorme poder que, para bien o para mal, ejerce sobre los seres humanos un balón redondo. Eso lo ha tenido que aprender, los últimos días de manera violenta, Idrissa Gueye, el mediocampista senegalés que lesionó a Kylian Mbappé, en los entrenamientos del Paris Saint Germain.
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Hoy se decidió la serie en Madrid (clasificó el Real con un 3-2 global) y, tras el infausto pisotón de Gueye a su máxima estrella, los parisinos radicales han obrado con la irracionalidad que mueve las cosas que apasionan al hombre. Las redes sociales del futbolista africano y Pauline, su pareja, se han incendiado con insultos racistas que han obligado a ambos a cerrar sus cuentas. Mbappé, por su parte, derrochando clase también fuera del césped, le ha dedicado a su compañero un mensaje solidario “Todos juntos. Siempre. Esto es París” Ha posteado sobre una fotografía en la que aparecen festejando un gol.
Mbappé llegó a ser parte del encuentro, hoy por la tarde, y lo hizo con los recaudos naturales del que se sabe herido. En una serie contra el Madrid, el equipo más ganador de la Champions de la historia, esa es una desventaja que podría ser importante. No es lo mismo Mbappé en modo Donatello, como cariñosamente lo llaman sus seguidores en referencia a una de las Tortugas Ninja, que un delantero cauto y preocupado. Kylian, en un día habitual, es sinonimia de atleticismo y gol, pero a este partido llega con el tobillo maltrecho. ¿Habrá que ver cuánto afecta su desempeño?
En la vereda de enfrente está el Madrid. Más Real en estadísticas que en juego, pero siempre peligroso por linaje y eficacia goleadora. En la ida el PSG, con un Verrati imperial, lo superó largamente en el trámite. De todas formas, no fue hasta el cuarto minuto de los descuentos que vio su valla vencida por una genialidad de Mbappé. Aun jugando mal el Madrid tiene espalda para plantarle cara sus desafíos más exigentes. La mala para los de Ancelotti es la ausencia, por acumulación de amarillas, de Casemiro. El brasileño es piedra angular en el funcionamiento de los merengues.
¿Y Messi? Tanto él como Neymar tienen la oportunidad en un juego de esta magnitud de demostrar que siguen vigentes. Han sido esporádicas las luces que ha alumbrado Lio con el PSG durante la temporada, pero una actuación estelar hoy puede ayudarlo a él a recuperar la motivación perdida. Y a sus hinchas a olvidar rápidamente los últimos meses.
Mbappé lleva 14 goles en la temporada y es, actualmente, el mejor jugador del equipo, pero si no está en plenitud otro tiene que ser el “As de espadas” esta tarde en el Bernabeu. Neymar y Messi piden la palabra.
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