Hernán Barcos no vino a Alianza Lima a jugar, vino a trascender. A hacer obra, a escribir su historia en el Perú en mayúsculas, a adentrarse en la memoria emotiva de un pueblo. Desde que pisó Lima para defender a la blanquiazul en la Segunda división cada gesto dentro y fuera de la cancha lo ha enaltecido. Hay quienes dudan de la veracidad de sus acciones y lo calumnian desde el anonimato.
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Su hipótesis es que Barcos abraza hinchas, regala camisetas, apoya obras benéficas, se preocupa por el equipo femenino, organiza parrilladas para darle la bienvenida a los nuevos del equipo, carga en hombros a Jefferson Farfán en el título del año pasado y le regala una casa a la mujer que cuida a sus hijos porque, simplemente, es un actor consumado. Un calculador que digita cada uno de sus pasos para ganarse el cariño incondicional de la barra que llena más estadios en el Perú.
Ese histrión que tiene múltiples personalidades es el protagonista principal al que Alianza le debe lo bueno, lo malo y lo grandioso que ha conseguido en los últimos dos años. Traer a un veterano siempre es una apuesta arriesgada por más galones que tenga. Puede estar ‘roto’, ser útil en unos cuantos partidos y acabar como una figura decorativa. Pero Hernán Barcos es lo mejor que nos pasó en años. Quien lo ponga en tela de juicio, adelante. Pero habrá mucho con qué rebatirlo.
Hoy, en Ayacucho, Hernán Barcos defendió las dos áreas de Alianza Lima: el ataque y el arco. Anotó en el primer cuarto del primer tiempo, luego de conectar un centro desde la esquina de Pablo Lavandeira. Un frentazo que, seamos honestos, tiene un 99.9% de posibilidades de no haber sido gol. Y después, en los descuentos, puso el hombro y las manos: dijo ‘yo’ cuando Ángelo Campos se fue expulsado. Arquero de ‘pichangas’, Barcos hizo tiempo pidiendo otros guantes porque los de Campos no le quedaban, se enfundó su camiseta verde -una auténtica joya para los coleccionistas- e hizo lo que tenía que hacer: alejar el peligro y lograr que el tiempo corriera más rápido.
El partido terminó 1-0, y Ayacucho FC sigue lanzando centros. Se calcula que habría lanzado alrededor de cincuenta centros al área blanquiazul. Los ejecutantes: Minzum Quina, Ardiles y el uruguayo Techera. Alianza no jugó, resistió. No antepuso las sutilezas y el virtuosismo, sino más la tenacidad y el orden. Siempre hubo un pie, un cruce final, una peinada salvadora.
A una fecha del final del torneo Clausura, Alianza Lima mira la tabla desde la cima con 39 puntos. El mismo equipo que hace un par de meses se quedó sin el entrenador que lo sacó campeón en el 2021. Y, por si fuera poco, comparte el segundo puesto del puntaje acumulado junto a Melgar, a tan solo dos puntos de Cristal. Barcos ha contribuido a la causa con diecisiete goles y seis asistencias a sus 38 años. Es un verdadero influencer. Y en todas las canchas. Algo que no se le da a muchos. Quizá por eso el golpe bajo de algunos colegas.
Que ya sea domingo.
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