Si el estadio Rodrigo Paz Delgado fuera un ring de boxeo, Melgar sería un púgil inexperto que pagó caro el abalanzarse sobre un rival más ‘cuco’ y buscar decididamente el enfrentamiento ‘poder a poder’.
No se trata de sentirse menos que el contrincante, sino de ser inteligente. De saber cuándo pegar y cuándo rehuir. Cómo sostener.
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Melgar había seguido este libreto durante estos ocho meses del año, y vaya que le había funcionado. Ante Deportivo Cali e Internacional de Porto Alegre se vio a un equipo compacto y solidario en defensa. Parejito, sin surcos en la zona posterior.
Pero ayer Pablo Lavallén cometió un error en el planteamiento determinante, seguramente envalentonado por hallarse nuevamente en instancias finales de la Copa Sudamericana. A campo abierto, el Independiente del Valle, con esos ‘aviones’ por las bandas, liquida.
El chileno Fernández y Angulo le hicieron demasiado daño a Lazo –improvisado como lateral izquierdo ante la ausencia obligada de Paolo Reyna– y a Galeano. Los encararon, les jugaron a las espaldas y ejecutaron unas diagonales que Lavallén no supo leer.
Por el sector derecho, Ramos y Denemoustier nunca se habían visto tan vulnerables ante los piques de Jhoanner Chávez y el argentino Faravelli.
En ambos casos el ataque ecuatoriano pasó por los flancos de la escuadra arequipeña con la velocidad y poderío de un tren bala.
Los primeros veinte minutos diagnosticaron la debacle: Cáceda ya había salvado a Melgar en un par de ocasiones al ras del piso y también por los aires.
Además de la dinámica, el equipo de Anselmi destaca por su juego aéreo. Y fue allí por donde se abrió el marcador.
Sornoza, un ‘10′ de esos atildados que aún quedan en Sudamérica, aprovechó una pérdida en salida del ‘Chaca’ Arias para ponérsela en la cabeza a Richard Schunke, un argentino nacionalizado ecuatoriano.
Galeano, al que tantas veces hemos elogiado, lo marcó con un aspaviento y sin despegarse del piso. El central de Melgar no supo a quién marcar y no alcanzó a elevarse para ponérsela difícil al menos.
A pesar de la derrota mínima con la que los rojinegros se fueron al descanso, el optimismo se mantenía en cierta medida debido a dos goles anulados por posición adelantada. Uno a Bernardo Cuesta y el otro a Luis Iberico, previo amague de Kenji Cabrera.
—Derrumbe mistiano—
Pero fue en la segunda parte en la que Melgar se desbarrancó. Después del segundo gol, obra de Faravelli a los 67′, no se recuperó. Fue como si hubiera producido una severa conmoción en los jugadores del ‘León del Sur’.
A tal punto que dos minutos después, en un pestañeo, Díaz decretó la goleada.
Lejos de replantear la defensa, Lavallén continuó moviendo el ataque: Bordacahar por Cabrera, Vidales por Iberico y el veterano Joel Sánchez por Pérez Guedes.
Si no fuera por Cáceda y acaso por Santa Rosa de Lima y su pozo de los deseos, la eliminación estaría sentenciada.
El próximo miércoles Melgar deberá ganar en Arequipa por una diferencia de cuatro goles como mínimo para tentar la final de la Copa Sudamericana.
Que la ciudad de los temblores haga temblar a Independiente. La gente, a veces, también juega.