Para caer al vacío, Universitario solo necesitaba un empujón leve. Carlos Moreno, quien maneja el club a nombre de Gremco, se lo acaba de dar. En una entrevista en ATV, anunció que recurrirá a la suspensión perfecta de labores tras no haber llegado a un acuerdo con el plantel profesional para reducir sus salarios.
Es el puntillazo que le faltaba al club crema para hundirse. Tras un auspicioso inicio de año, que incluyó una interesante participación en la Copa Libertadores y sustanciosos ingresos por taquillas, dos acontecimientos casi en paralelo profundizaron su crisis institucional: el inicio de la pandemia y el cambio de administración.
Lo primero provocó que el club dejara de recibir ingresos; lo segundo generó incertidumbre y temores porque Gremco pasó nuevamente a manejar el club y confianza es lo menos que genera. Además, los cuestionamientos a la legalidad del nombramiento de Moreno como administrador no han cesado.
Y ahora sucede esto. Según Moreno, se vio obligado a tomar esta decisión porque los jugadores no aceptaron la oferta que les propuso. ¿La culpa es de los jugadores, entonces, eso es lo que nos quiere decir? ¿No será que en realidad el plantel no aceptó su propuesta porque sus argumentos no resultaron convincentes, porque no genera confianza?
Pensar en fútbol en momentos en que la gente se muere en las puertas de los hospitales o porque no tiene un balón de oxígeno suena hasta insultante. Pero es una actividad de la que dependen miles de personas laboralmente y cuyo impacto social y cultural es innegable, así a muchos les disguste.
Dicen que la pandemia traerá una nueva normalidad. Quienes manejan Universitario están haciendo todo lo posible para que el club no sea parte de ella.