Tres meses después de que Juan Carlos Oblitas sea expectorado de la Federación Peruana de Fútbol, el cargo de director general sigue disponible en San Luis. Ofreciéndose, por supuesto, a un reducido número de candidatos potenciales con un perfil muy restrictivo: reconocida trayectoria, nacionalidad ligada al éxito, un apellido apetecible para el área comercial y lo más importante; una disposición absoluta para obviar con efusiva naturalidad todos los dilemas extradeportivos que enlodan el presente de una FPF liderada por Agustín Lozano y que se reflejan bastante bien en el último lugar ostenta la selección peruana en las Eliminatorias.