A Ricardo Gareca le dicen ‘Flaco’ sus amigos del barrio en Tapiales. Su delgadez a veces parece que es una vocación eterna. “Con la ansiedad (al preparar cada partido) se me cierra el estómago (El Gráfico, 2009)”. También le dicen ‘Tigre’ gracias a la garganta del relator uruguayo Walter Nelson, quien siguió muy de cerca su campaña con Sarmiento, en 1981. Y en Perú, pese a que no existe partida de nacimiento que lo certifique, dos personas lo llaman ‘Papá’.
El 2 de setiembre del año pasado, previo a los cotejos amistosos con Ecuador y Brasil en Estados Unidos, se ponía en juicio la convocatoria de Christian Cueva, quien a nivel de clubes su último partido lo registraba el 26 de mayo (empate a cero entre Santos e Internacional). ‘Aladino’ salió al frente para aclarar que no tenía ‘alfombra’ en la Videna: “Gareca es un padre para mí. Él tiene todo el derecho de decirme las cosas buenas y malas”. Al día siguiente, Gareca –como para dejar en claro que lo que se hereda no se hurta– respondió con picardía: “¿Se parece a mí?”
Si el engreimiento de un padre a un determinado hijo produce celos de los hermanos en casa, imagínese que se note frente a todo un país. Una semana después, Donny Neyra –aprovechando la ventaja de los tiempos ganados como hermano mayor– señaló: “Ricardo me engreía más que a Cueva. Él no va a tener otro engreído como yo. Puede tener a ‘Cuevita’, pero lo que tuvo conmigo no lo va a tener con nadie (Programa ‘En el Barrio’)”.
Digan lo que digan, el primogénito fue determinante para que Ricardo Gareca sonría por primera vez en nuestro país, con el título que logró con Universitario de Deportes en el Torneo Apertura 2008.
-Del Callao a Lanús-
Jefferson Farfán: ¿Te acuerdas cuando Donny me pegó?
Paolo Guerrero: Donny era muy malo.
Jefferson Farfán: Era malo...
Paolo Guerrero: Era grandote y todos nosotros éramos flaquitos.
En uno de los Instagram Live que aglutinaron a la misma cantidad de gente que entra en el estadio Nacional en un partido por Eliminatorias, Jefferson Farfán y Paolo Guerrero recordaron a Donny Neyra. Pero no al que vimos nosotros en su etapa profesional, sino al de menores: a ese jugador que parecía que medía dos metros y que, con su pronunciada barba, hacía temblar al resto de adolescentes. A ese jugador que salió de Ciudad de Pescador y que luego de dar sus primeros pasos en el club Unión Riera, decidió agarrar sus maletas y marcharse a Argentina.
Jefferson Farfán: Nos decía, cuando jueguen afuera hablamos…
Paolo Guerrero: Era muy agrandado (risas).
No era mentira: Donny se la creía. Ni los más ‘ogros’ lo enfrentaron durante su etapa en Lanús. Cristian Fabbiani, delantero que algún tiempo después defendió siete clubes en Argentina y tuvo un paso por Chile, Israel, Rumania, Bolivia, Ecuador y Panamá, le confesó a El Comercio: “Nunca vi un jugador con tanta técnica, porque jugaba de ‘5′, de ‘4′, de ‘3′. Muy capacitado con la visión de juego que tenía. Convivimos en la pensión de Lanús y éramos como hermanos. Un jugador de Selección, pero a veces no se pueden cumplir todos los sueños. Una categoría enorme y excelente persona. No hay jugadores más como él”.
Donny no debutó en Primera con Lanús y tuvo que regresar: pasó a Bolognesi y luego llegó a Universitario, donde no lograba destacar como zaguero hasta que…
-La primera decisión para conseguir el título-
Reinaldo Merlo y Miguel Ángel Brindisi, según las tapas de los medios deportivos, eran opciones para ponerse el buzo crema en el segundo semestre del 2007. Sin embargo, desde la Comisión de Fútbol del club le pidieron al profesor Omar Jorge, Jefe de la Unidad Técnica de Menores, que busque también un candidato. “Evaluamos dos o tres nombres, pero en el presupuesto encajaba Ricardo. Además lo conocía de la selección y sabía que trabajaba bien. Encima contaba con un comando técnico de primer nivel”, nos contó.
Por aquel entonces le hicieron caso a Omar Jorge, quien no dudó en añadir: “Le da jerarquía al jugador. Nadie creía en Donny y sacó lo mejor de él”.
Ya pasaron 12 años de aquella campaña, pero a ese equipo de Ricardo Gareca no se le olvida fácilmente: no solo era efectivo, sino que ganaba y gustaba. Cosas que no son sencillas de conseguir: en 26 partidos el plantel sumó 55 puntos y anotó 40 goles. Los que convivieron aquel año confirman que la paternidad del ‘Tigre’ fue especial con Neyra, pero no tenía exclusividad. Se portaba bien con todos los que estaban alrededor del equipo.
“Cuando había una parrillada, participaban todos. Pedía que también estén los jardineros, la gente de lavandería. Por eso todos trabajan contentos”. William Romero fue jefe de equipo de la ‘U’ durante esa época –hoy sigue junto al grupo en Ate– y fue también quien por orden del ‘Tigre’ revisaba en el cuarto de concentración de Donny si había chocolates: “Nunca encontraba nada pero al día siguiente había dos envolturas de Sublime debajo de la cama”.
Ahora, es probable que Gareca solo lo haya hecho para tener un control de sus debilidades. Porque aquel año Neyra no solo tenía la oportunidad de ver a sus hijos en la concentración, sino también de tener carta libre con un pan con chicharrón en los desayunos y hasta era premiado durante las prácticas con un perfume. Romero cuenta que todos practicaban penales y al final siempre luchaban el jugador nacido en el Callao y Mayer Candelo. El ganador se quedaba con un obsequio del ‘profe’.
No hay más que decir: Neyra cumplió y el equipo también. El volante alcanzó nueve goles en 23 partidos –lo superó el colombiano Héctor Hurtado con 12– y a tres fechas para el final del Apertura, dio la vuelta en el Monumental. Se cansó de anotar y hacer coreografías.
-El verdadero ‘Papá’-
Llevaba la ‘3′ en la espalda solo para no olvidar de dónde venía: Donny tenía otras funciones en esta ‘U'. Jugaba cerquita de arco contrario y eso le permitía sacarle lustre a su derecha desde un tiro libre o una habilitación. “Donny metía goles desde el saque de meta y era casi imposible taparle un penal”, recuerda Raúl Fernández. En esos años maravillosos, Donny hacía y deshacía.
La noche de un 2 de julio como hoy pero del 2008, el volante fue determinante en el 3-1 sobre Cienciano, que finalmente le dio el título a los merengues. Repasemos: el primer tanto fue de Hurtado pero tras una asistencia del ‘Gordo’. Un pase de Play Station, con L1 + triángulo. El segundo nació de un tiro libre suyo que obligó a que la pelota tenga vida en el área y ‘Coco’ Araujo la mande al fondo. ¿Y el tercero? Merece un párrafo aparte.
Penal para la ‘U'. Neyra recoge el balón y se acerca al punto de los 12 pasos, pero el Monumental pide a gritos a Mayer Candelo. Y cuando el Monumental presiona, hay que darle gusto. Aunque esta vez para él no fue presión: Neyra escuchó los gritos y también levantó los brazos. Le dio la cortesía al colombiano, que como no podía de ser otra manera, la ‘pinchó’. Ese gesto de Neyra solo dejaba en claro una cosa: esa educación venía de casa.
Terminó el partido y todo el mundo siguió a Ricardo Gareca, el hombre que ordenó Ate, que alguna vez comparó la técnica del ‘3′ con la de Juan Román Riquelme y que no dudó en cumplir el sueño de todo padre: abrazarse con su “hijo” dentro de un estadio.
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