Renato Cisneros

Con la clasificación al mundial de Rusia 2018, los hinchas peruanos aprendimos a ya no depender afectivamente de las postales decoloradas de Argentina 78 y España 82. Para las nuevas generaciones, Quiroga era un comentarista y Cubillas un embajador de la FIFA. Se necesitaba con urgencia casi clínica una victoria moderna y, con ella, el surgimiento de nuevos ídolos con chapa mundialista y la sensación de haber vuelto a una especie de paraíso perdido.

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A nivel de clubes, los hinchas de la U reclamamos una revancha internacional parecida. Sí, nos enorgullece que Universitario sea el único equipo nacional en haber llegado a la final de una copa Libertadores, cómo no, pero la verdad es que el mítico partido con Independiente de mayo de 1972 ya nos queda cronológicamente demasiado lejos. El hincha crema se aproxima a aquel evento desde la curiosidad histórica o bibliográfica, pero sin la menor posibilidad de una auténtica nostalgia.

Final entre Universitario e Independiente de Avellaneda de 1972. (Internet)
Final entre Universitario e Independiente de Avellaneda de 1972. (Internet)

El equipo que encare la Libertadores del 2025, ¿podrá implantar un nuevo recuerdo triunfal para la comunidad merengue?, ¿es realista pensar en llegar a cuartos de final en la Copa, o es solo un delirio producto de la resaca continua por las celebraciones del centenario?

Creo que el equipo de Fabián Bustos es el más sólido que ha tenido la U en mucho tiempo, pero tampoco soy ciego. A nivel nacional es casi imbatible, pero su fama continental es la de un equipo ganoso, pero inofensivo. Si los refuerzos extranjeros logran mejorar la producción creativa y ofensiva del cuadro, no sería raro ver a Universitario pelear codo a codo en la segunda fase de la Libertadores, más allá solo quedan el azar, la esperanza, la especulación optimista.

Por eso, ante el próximo seguro dilema respecto de a qué torneo darle prioridad, si a la Copa o la liga local, espero que el comando técnico no lo piense dos veces y se comprometa con la liga. Estoy seguro de que la mayoría de hinchas cremas preferimos volver a ser tricampeones después de veinticinco años (si es contra Alianza otra vez, mejor todavía) antes que una eventual supercampaña en el torneo más importante de América. Lo ideal, evidentemente, sería tricampeonar en Perú y superar las dos primeras etapas de la Copa, pero eso, lo sabemos, no ocurrirá.

Por años, mi sueño desproporcionado de hincha adolescente fue ver a la U ganar la Libertadores, pero hoy es una quimera. Ser tricampeón peruano, en cambio, es factible. Creo que a ese caballo hay que apostarle todas nuestras fichas.