Un total de 2 horas, 44 minutos y 9 segundos fue lo que tardó la corredora argentina Marcela Cristina Gómez para completar la maratón olímpica. Ni bien cruzó la meta, exhausta, se arrodilló y emocionada rompió en un llanto incontenible. Había corrido 42 kilómetros al límite de sus posibilidades bajo un sol inclemente. La sensación térmica superaba los 30 grados. Quince atletas tuvieron que retirarse en plena competencia. Su felicidad al terminar la prueba era húmeda e inconmensurable. Había terminado en el puesto 61. Cinco y diez minutos antes que ella, las peruanas Jovana de la Cruz y Gladys Tejeda habían llegado a su destino. Fueron las dos mejores latinoamericanas de la carrera.
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Las circunstancias por las que Nicolás Pacheco no pudo meterse en la final de skeet no son fáciles de asimilar todavía. Un juez le invalidó un tiro porque supuestamente se había apoyado para disparar. Su trabajo había sido tan bueno que, aun así, logró clasificar al repechaje. El problema empezó ahí. Los demás competidores terminaron su rutina y media hora después ya estaban disparando. Pacheco en cambio, debió esperar primero la confirmación de que su tiro había sido nulo y luego aguardar a que disparasen los otros para saber si conseguía la repesca. Estuvo un par de horas en la incertidumbre. La presión fue gigantesca. El meritorio octavo lugar le supo a poco. Quiere revancha en París.
Lo fascinante de Ángelo Caro fue su entereza para demoler fantasmas. Abrumado por la ansiedad en su prueba inicial supo rescatarse luego para bordear una medalla. Entusiasmó a un país y reconfiguró la idea de un deporte que hasta entonces solo era considerado un entretenimiento. Su victoria es esa.
Notable también fue lo de María Belén Bazo. A sus jóvenes 22 años, alcanzó la decimotercera posición en Windsurf modalidad RS: X. Fue a Tokio a sumar experiencia y terminó siendo la segunda mejor americana de los Juegos en su especialidad. Su futuro es enorme.
Sobre las olas fue emocionante la participación de Lucca Messinas y Sofia Mulanovich. Lucca se quedó cerca de la gloria y Sofia se despidió dejando una imagen impecable. La tabla augura tiempos prósperos. También ha sido importante lo de los marchistas Cesar Rodríguez (24) y Maryluz Andia (20). En su primera aparición olímpica terminaron entre los primeros 25 del mundo. Su historia recién comienza.
El boga Álvaro Torres se ubicó decimoséptimo enfrentándose a los mejores remeros del planeta. Alexandra Grande consiguió un triunfo en Karate y Juan Pablo Varillas puso en problemas a Diego Schwartzman.
Ellos han sido los más destacados, pero hubo otros que pusieron el pecho. Las críticas por no haber conseguido medallas son injustas. Argentina, un país con cultura deportiva mejor que la nuestra y mayor inversión, apenas ha conseguido una de plata y dos de bronce. Colombia que había obtenido ocho en Rio, ahora tiene cuatro. Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay tampoco han alcanzado preseas. El Perú tiene cada vez más representantes en los Juegos. La siembra ha comenzado.
“Los valores del deporte tienen que ver con lo que nos inculcan nuestros padres en nuestras casas y los maestros en las escuelas”, reflexionaba Carlos Retegui entrenador de las Leonas, segundo lugar en Tokio. De momento el gran triunfo peruano es ampliar el horizonte y mejorar las infraestructuras. Los juegos sirven para posar los ojos en otras disciplinas y practicarlas. Ese es un inicio. Le sigue el trabajo. El oro viene después.
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