Los viejos futbolistas a veces hablan por la herida del resentimiento. Sin embargo, entre el amasijo de quejas que suelen desparramar cuando se les pone un micrófono enfrente, también sueltan algunas verdades: “Antes era más difícil llegar a la selección”, señalan con entera justicia. Treinta, cuarenta años atrás, no existían microciclos o ‘selectivos’ (como manda la nueva denominación reynosista). Las convocatorias casi no admitían lamentos. El técnico de turno llamaba a los mejores. Estaban los que debían estar. Sin discusión.
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Lo que no recuerdan estos venerables sexagenarios de rodillas quebradizas y barrigas cerveceras es que antes la selección la recitábamos de memoria. En tiempos donde solo el talento marcaba diferencias, la abundancia abrumaba y la verdadera preocupación del entrenador era elegir a quién sacaba. No faltó, como en toda gran historia, aquel que se sintió demasiado importante y quiso prescindir de estas estrellas. Le pasó a la Blanquirroja del 79, que no pudo revalidar su título de campeón de América porque su técnico, José Chiarella, dejó afuera nada menos que a Cubillas, Sotil, Oblitas, Percy Rojas, Muñante y Barbadillo. Qué lujo. Imagínense.
—La selección hoy—
El panorama es distinto para Juan Reynoso. Heredó una selección repleta de treintañeros sin recambio en varios puestos, con jugadores estancados en su rendimiento (Flores, Trauco), víctimas de cierto aburguesamiento (Carrillo) o abrumados por su irresponsabilidad (Cueva). Además, el ‘Cabezón’ no es Gareca, tiene su propio librito y en determinados puestos busca hombres de gran presencia física como Roberto Villamarín, un lateral cuyo rendimiento podríamos catalogarlo con cierta benevolencia como ‘normalito’, o Carlos Ascues, ejemplo vivo de cómo puede dilapidarse una carrera por andar con la cabeza en otro lado.
¿Y cuál es el mérito de Brandon Palacios, Erick Gonzales o Leonardo Villar? ¿Y si están ellos por qué no se consideró a Jhilmar Lora, Piero Quispe o incluso Jostin Alarcón, una de las gratas revelaciones del Cristal de Tiago Nunes?
El cambio de nombre del campeonato (de Descentralizado a Liga 1) antes que garantía de calidad, ha sido una muestra del más vil humor negro. Sobre los problemas y vicios que sufre desde que inició no hablaré aquí, pues se trata de ilusionarnos con este nuevo ciclo eliminatorio.
No puede llevar esa denominación un torneo donde el protagonismo, antes que los delanteros, lo tienen abogados y magistrados de dudosa reputación. Pero la tarea de un entrenador es buscar allí donde parece que no hay. A Reynoso no le ha quedado otra opción que rascar la olla, hurgar entre el concolón con el fin de hallar algo más o menos pasable. Esa es la intención, me parece, de esta primera lista selectiva para los amistosos contra Alemania (25/3) y Marruecos (28/3). Observar jugadores, medir su rendimiento y hacerlos partícipes de estas convocatorias para conocerlos, saber cuál es su respuesta frente exigencias mayores y evaluar su comportamiento.
Es probable, según ha trascendido, que en la lista final de viajeros para los amistosos en Europa se tome en consideración a jugadores que no estuvieron en este selectivo. La falta de continuidad le quita posibilidades a Cueva, pero el ‘Cabezón’ sabe que necesita dejar la puerta entreabierta a cualquier alternativa. No tiene mucho de dónde elegir.
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