Jerónimo Pimentel

ha empezado de manera correcta su proceso al mando de la . Y lo ha hecho no por los resultados o el desempeño exhibido en los dos primeros amistosos, que también ayudan, sino porque los ha aprovechado para probar, que es lo que corresponde en un inicio de ciclo.

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Algunas notas felices dejó esta fecha doble. En términos de plantilla, ha tenido el gesto de convocar a Ruidíaz, que suma en un plantel donde no sobran delanteros. No ha habido suerte, sin embargo, pues el 9 del Seattle Sounders se lesionó en el partido destinado a rehacer su relación con la blanquirroja. Otra adición es la de Bryan Reyna, atrevido en el desborde, generoso en el desgaste y claro frente al gol. Desde Lapadula la selección no lograba incorporar a un talento ofensivo tan vivaz y energético como el extremo del Cantolao.

Tácticamente, Reynoso experimentó moderadamente. Probó ante México el doble pivote (Tapia y Aquino) que le dio cierta estabilidad defensiva, pero a cambio tornó predecible el desenvolvimiento del equipo del medio hacia delante. Ante El Salvador se atrevió a recuperar un clásico 4-4-2 con el que goleó a los centroamericanos, lo que terminó siendo una decisión más práctica que nostálgica, incluso cuando buena parte del plan de trabajo consistía en dar minutos a los convocados. En ese orden, no dejó de ser llamativo que prescinda de Corzo y prefiera a Araujo de lateral derecho cuando dio descanso a Advíncula; tampoco que le haya dado oportunidad a Yordi Reyna, quien no brilla en su club.

Tanto éste último como Andy Polo serán el primer gran problema que tendrá el comando técnico, pues ambos cargan acusaciones de agresión e indisciplina que producen resistencia en una parte de los aficionados. Quienes confían en que las atingencias desaparecerán al primer gol cometen un error de ingenuidad, como ya se vio en el caso del crema; quienes crean, teóricamente, que entre la vida personal y la profesional de un futbolista existe un muro que obliga a que esos espacios se valoren aisladamente, comete otro yerro, igual de candoroso. Sobran ejemplos de cracks relegados por motivos personales, como Benzema en Francia. Las razones para problematizar estos asuntos son sobre todo éticas, pero el pragmatismo tampoco justifica pasar los casos por agua tibia: la unidad del equipo con la afición, es decir, el carácter representativo de la selección peruana, es o debe ser más importante que el aporte puntual de tal o cual jugador. Reynoso y Oblitas tendrán que cavilar.

Las sensaciones iniciales, sin embargo, son auspiciosas. Hay una búsqueda de orden, que para Perú siempre es el punto de partida ideal. También, una necesidad de replantear el dibujo táctico de acuerdo al recurso humano existente. Por último, se percibe una inquietud por incorporar ideas frescas de cara a perfeccionar lo que Gareca consolidó, así como para resolver lo que dejó corregible.

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