Selección peruana: El equipo nacional le ganó a Colombia por primera vez con Ricardo Gareca en el banco de suplentes desde el 2015. (Foto: AFP)
Selección peruana: El equipo nacional le ganó a Colombia por primera vez con Ricardo Gareca en el banco de suplentes desde el 2015. (Foto: AFP)
/ EVARISTO SA
Angelo Torres Zevallos

No todos los universos están llenos de estrellas. Eso todos lo sabemos. Pero a veces es bueno encontrar algunos satélites que sepan estar cerca al sol. Que manejen un rol secundario, que hagan que se mantenga la simetría y sintonía, que hagan que todo funcione. Que a veces sean invisibles y otras brillen. Que sean protagonistas cuando algunos crean que solo tiene un rol secundario.

Algunos alarmistas pedían destruir este nuevo universo y cambiar medio equipo después de la goleada en contra ante Brasil, la mejor selección sudamericana del momento. Pero esos golpes son justamente los que hacen despertar. Pasó lo mismo en la anterior ante el ‘Scratch’ y no paró hasta llegar a la final del torneo, justo contra ellos nuevamente. De repente el destino final no es el mismo pero la selección de sabe levantarse. Lo ha demostrado nuevamente.

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Las estadísticas nos señalaban que no perdíamos ante Colombia desde hace 20 años en Copa América y la racha se alarga tras imponernos 2-1. Este es el primer triunfo en la ‘Era Gareca’ ante los ‘cafeteros’ y también rompe una marca: ganarles después de una década. Justamente la última vez fue en el torneo continental, aunque fue en Argentina para clasificar a semifinales. Ahora, perder significaba estar presionados ante Ecuador y Venezuela. Pero contra las apuestas, Perú también le quitó a Colombia el invicto de siete partidos sin perder y sin que les anoten goles en el torneo, como cuenta Jesús Chirinos, de Son Datos No Opiniones.

Al final, solo hubo un cambio en el once: Alexander Callens ingresó por Luis Abram. El señalado era Christian Ramos, pero la variante fue por el otro central. El tufillo de dudas empezó a disiparse rápido por la seguridad del zaguero del New York City. La MLS, considerada antes como una liga a la que los jugadores llegan para retirarse, se ha convertido en el sueño americano de muchos no solo por el factor económico sino también porque con el tiempo se volvió una liga competitiva y con mayor valor.

Algo parecido pasa con la Eredivisie, la liga holandesa que es considerada como una liga de tránsito entre Sudamérica y lo top de Europa. Por ahí pasó Ronaldo, Romario, Luis Suárez o Jefferson Farfán. Allí está Sergio Peña, próximo a definir su futuro después de estar dos temporadas en el FC Emmen. El volante peruano de 25 años fue el as bajo la manga del equipo que se terminó yendo a segunda división pero que lo tuvo como una de sus notas más altas. Llegó el momento de dar el gran salto y la Copa América ha sido elegida como la mejor vitrina.

Los hombres también lloran

Las lágrimas han sido designadas como un símbolo de debilidad en los hombres y es un prejuicio inconsciente normalizado por la crianza de antaño que debe ser desterrada. Los tiempos cambian. Los hombres también lloran. A veces también es una catarsis. Biológicamente hay tres tipos de lágrimas: basales, reflejas y emocionales. Las primeras son para mantener nuestros ojos limpios y su presencia es constante, aunque no lo notemos. La segunda sucede por un factor externo como pelar una cebolla pero el último está más vinculado a nuestra psiquis que a una explicación fisiológica.

Las emociones muchas veces nos desbordan. Como en el camarín donde aparece llorando Alexander Callens, que bordeando la treintena de años cierra un partido redondo con la selección. Un cruce para desviar el tiro de Muriel, un despeje cuando un rebote pudo terminar en gol. Siempre atento, solvente en el juego aéreo. Con el celular en la mano, se le caen las lágrimas. Son de felicidad, también por una revancha. Muchas veces mencionado como si su nombre fuera uno más en la lista de convocados, esta vez le tienen que poner resaltador a su actuación. Ya no pasará desapercibido.

Celebración en camerinos

La vida es finalmente un círculo que muchas veces se cierra en el momento correcto. Hace tres años, cuando Perú volvía al Mundial después de 36 años, su nombre era tachado. No era uno de los 23 que iba a Rusia. Pero Sergio Peña nunca se rindió. Empezó a destacar en Portugal y en Holanda. Siempre estuvo en el universo de convocables pero ahora su nombre es fijo. Empezó a brillar y su luz ya se nota en el mediocampo. “Es un momento muy especial para mí”, dice antes de quebrarse un poco. Pasaron 13 partidos para el primer gol. Un número maldito para algunos, para él es el de la buena suerte.

Peña emocionado por triunfo
Lloró en conferencia.

Ahora el (lindo) problema es saber quiénes son titulares en algunas posiciones. ¿Paolo Guerrero cuando se recupere al 100% o Gianluca Lapadula que deja hasta la última gota de sudor en el campo? ¿Es Miguel Trauco mejor en la actualidad que el intrépido Marcos López que pudo bloquear a Juan Guillermo Cuadrado? ¿Podría, en un futuro, volver a meterse al once Edison Flores que compite por un sitio con un Sergio Peña excelso y determinante en área rival? ¿Será capaz Luis Abram de regresar a los titulares después de la actuación de Alexander Callens?

Son preguntas que recién podrán responderse en los próximos meses pero más que dudas razonables es la confirmación de que la Copa América era un torneo para sumar nombres, más que quitar otros. De repente eliminar el rótulo de intocables de algunos, de crear una sana competencia. Renovar un grupo, no cambiarlo por completo. De que crezca el universo, sean estrellas o no, para volver a funcionar como equipo. Que los que supuestamente tienen un rol secundario brillen con el protagonismo. Que se emocionen hasta las lágrimas cuando se pongan la camiseta. Y que a nosotros nos emocione verlos jugar. Ese ya es un triunfo.

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