ARTURO LEÓN F. @arturoleonf
Olvídense del resultado. Olvídense si goleamos o ganamos después ocho partidos. Olvídense, además, de que iniciamos un nuevo proceso porque no es real. Ni por los plazos de Pablo Bengoechea, ni porque así lo midió la federación. Era una selección más novata que la nuestra y que, lógicamente, no exigió. El 3-0 queda para la estadística, nada más. Eso de “acostumbrarse a ganar es bueno” es casi un mito, a mi gusto. ¿Qué se puede sacar del encuentro, entonces? ¿De qué le sirvió a Bengoechea? Básicamente para mirar jugadores. Detectarlos, creo que ya lo dije. Observar a elementos que, en encuentros oficiales, podrían ser útiles. Rebuscar entre la maleza, hallar allí donde parece que todo está perdido.
Personalmente me quedo con tres nombres: Ascues, Velarde y Riojas. Ya lo decía Mario Fernández en una columna publicada hace poco en este mismo espacio. Dijo que iba a ser interesante ver al hombre de la San Martín en el medio campo. Por biotipo, edad, y algunos chispazos de calidad, su presencia merecía una mirada más atenta. Al principio se desordenó, pero en el segundo tiempo tuvo sentido de ubicación, sacó provecho de su físico para recuperar balones y hasta inició la jugada que terminó en su segundo gol. En ese puesto, con ese físico, tendría que pelear un lugar.
Lo de Velarde me gustó por su intención de jugar con la pelota, su paciencia, su frialdad. Se tomó su tiempo para encontrar al hombre mejor ubicado, no tiró pelotazos, no rifó el balón. Asumió la conducción y le devolvió la posesión a Perú. Un tercero, Riojas, errático en el inicio, mostró solvencia tanto por arriba como abajo. Mostró recursos variados para su posición.
La pregunta a resolver es la siguiente: ¿Cuánto les falta sumar para competir en una Eliminatoria? ¿Qué necesitan? ¿Hay otros más esperando una chance? Tengo serias dudas. Panamá no es rival para sacar conclusiones. Su vigencia, la posibilidad de emigrar, su crecimiento depende no solo de ellos; también de un medio que los prepara más bien para lo contrario. Para que, en lugar de ser cada vez mejores futbolistas, sean más locales peloteros.
Que me equivoque.