La cotización del cobre ha tenido un retroceso importante en las últimas semanas y va en línea con el repliegue de los precios de varios minerales industriales, explicado por la creciente preocupación sobre la desaceleración de la actividad económica global y sobre esta situación hay muy poco por hacer, señaló ayer Diego Camacho, economista internacional de Research de Credicorp Capital, durante la conferencia “Acontecimientos internacionales y su impacto en los mercados emergentes”.
“La perspectiva de la desaceleración de la economía es consistente con esperar retrocesos adicionales en las cotizaciones. Sin embargo, no debería llevar el precio del cobre a niveles inferiores a los registrados en el 2020 (cotizó en US$ 2,77 la libra en enero de ese año, antes del inicio de la pandemia), valor con el que, en general, se cuadraron las cuentas fiscales de varias de las economías que exportan el metal rojo”, anotó.
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Camacho dijo que se podría esperar una moderación de los ingresos fiscales, así como los de las corporaciones que comercializan cobre, no a niveles catastróficos, pero si menos estimulantes de lo que se registraron hace un par de meses. Así, se dará una corrección de esos niveles, que era difícil que se sostuvieran en un contexto de desaceleración global.
Carlos Casas, profesor principal del Departamento Académico de Economía de la Universidad del Pacífico, señaló que estos retrocesos se explican por el contexto internacional ya que el conflicto entre Ucrania y Rusia ha hecho que se revise a la baja el crecimiento mundial y esto afecta la demanda de los commodities.
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Para el economista, esta situación tendrá distintos efectos sobre la economía peruana entre los que se encuentra un menor valor de las exportaciones. Esto llevaría a una disminución de la actividad minera que afectaría a su vez los ingresos de negocios vinculados al sector.
Otro efecto, explicó, sería la reducción de la recaudación tributaria con lo cual la recuperación de las cuentas fiscales, en este contexto de mayor presión de gasto, sería más evidente. Y un tercer efecto podría darse con la reducción de las utilidades de las empresas mineras, lo que significa un menor impuesto a la renta y a la vez, menos canon.
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Estados Unidos
Según Camacho, se espera que la economía en Estados Unidos muestre una desaceleración, que sería parte del precio a pagar por los esfuerzos de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) de enfrentar la inflación que permanece en niveles muy altos, y eventualmente se avizore una recesión.
Así, anotó que el dato de crecimiento de 1,7% para este año puede resultar optimista. Agregó, que en la actualización de datos económicos de setiembre próximo este nivel puede ser revisado a la baja, variando la estructura de la economía mundial.
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“La ansiedad sobre una eventual recesión global sería más clara en los próximos dos o tres meses y ese debería ser uno de los focos de atención para interpretar los movimientos de los activos financieros”, dijo el representante de Credicorp.
Para Casas, estamos en un contexto de alta volatilidad. Sin embargo, suponiendo que el entorno se mantenga similar, se podría esperar que tengamos un menor crecimiento de la economía global pero no una recesión.
“La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha reducido su estimado de 3,5% a 2,5% para el crecimiento de la economía y el único riesgo que tenemos es que todos los bancos centrales están incrementando la tasa de interés para combatir la inflación, pero atentos a no llegar a los extremos de originar una recesión”, señaló.
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Cadenas globales
En base a un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo, (BID), Camacho señaló que hay un proceso de reorganización de la globalización hacia la regionalización del comercio mundial debido a que China ha tenido un encarecimiento de la mano de obra de manufacturera, y está en una controversia con el primer comprador del mundo, que es Estados Unidos.
“En este proceso América Latina tiene un “gana–gana” si está dispuesta a participar de manera decidida y tomar las oportunidades que se presentan de insertarse en la relocalización de las cadenas de valor (industrialización)”, explicó.
Al respecto, según el BID, de los países latinoamericanos México tiene ventajas absolutas y relativas que harían que concentrara cerca del 55% de las ganancias potenciales que están estimadas en US$ 78 mil millones. Por su lado, el Perú podría aprovechar el 2,2% de dichas ganancias, que significaría un monto de US$ 1.418 millones, según el economista.
En tal sentido, el representante de Credicorp Capital afirmó que “la oportunidad que se presenta es que el Perú no necesariamente sea un país que exporta cobre, sino que produzca cobre y bienes de valor agregado asociados a este mineral. Es decir, que logre capturar parte de las manufacturas de generación de valor sobre este insumo”.