Nuestro país tiene una política nacional de competitividad y productividad (PNCP) vigente, que tiene como objetivo generar bienestar en la población a través del incremento de la productividad. Por ello, el aumento de la productividad es el eje central sobre el cual se plantean nueve objetivos prioritarios, que tienen como centro al ciudadano para la toma de decisiones que contribuyan a incrementar su bienestar.
Por ello, el objetivo prioritario dos (OP2) de la PNCP busca fortalecer el capital humano, ya que el capital humano determinará la capacidad que un individuo tiene para realizar un trabajo, es así que es considerado uno de los factores productivos claves, según explica Gregorio Giménez en un artículo publicado en la revista “Cepal” en el 2005.
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Tradicionalmente, el concepto de capital humano estuvo vinculado a la educación, énfasis que se identifica en la PNCP. Sin embargo, el Banco Mundial señala que las capacidades cognitivas no son las únicas dimensiones del capital humano que cuentan, ya que las habilidades socioemocionales, como la determinación y la diligencia, a menudo generan beneficios económicos igualmente elevados. La salud también es importante, ya que las personas más sanas tienden a ser más productivas.
¿Y cómo se forma el capital humano? Puede tener origen innato o adquirido, según Giménez. Con el primero se nace, ya que implican aptitudes físicas e intelectuales. Sin embargo, estas aptitudes pueden verse disminuidas por condiciones inadecuadas de salud y alimentación durante los primeros años de vida. El segundo se adquiere a lo largo de la vida, a través de la educación formal, informal y la experiencia acumulada.
Teniendo en cuenta ello, el plan nacional de competitividad y productividad 2019-2030, que desarrolla cada uno de los OP de la PNCP, al detallar las medidas del OP2, incorpora dos medidas de política vinculadas a la primera infancia. La primera medida plantea la necesidad de la gestión territorial para el desarrollo infantil temprano (DIT) y la lucha contra la anemia. Y la segunda plantea el fortalecimiento de las intervenciones en salud para prevenir, controlar y reducir la desnutrición crónica infantil, anemia y enfermedades inmunoprevenibles en niños menores de 36 meses.
El DIT es un proceso progresivo que permitirá al niño ser competente a partir de sus potencialidades, que favorece su bienestar e incrementa la posibilidad de un adecuado desarrollo, y así se convierta en una persona saludable y productiva para sí misma, su familia y el país. Por lo que la apuesta del Perú por el DIT, como parte de las condiciones que como país debemos tener en cuenta para la productividad y competitividad, es fundamental.
Los siete resultados del DIT deben lograrse hasta los primeros cinco años de vida:
Para avanzar en este proceso, es importante conocer cómo partimos por cada uno de los siete resultados. Para ello en el 2019, después de cuatro años de intenso trabajo, el INEI presenta los primeros datos nacionales, que son recogidos en la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes), generando una línea de base que plantea retos para el logro para cada uno de los siete resultados y permite realizar el seguimiento, ya que la Endes se publica anualmente.
Uno de los retos que se tienen en torno al DIT y que impacta directamente en el capital humano es avanzar en que todos los niños tengan un nacimiento saludable, cuyo objetivo es que al nacer tengan un peso mayor de 2,5 kg y su edad gestacional fluctúe entre las 37 y 41 semanas. Los datos al 2021 reflejan que el 21,3% de nacimientos se da antes de las 37 semanas y el 6,7% nace con bajo peso, por lo tanto, los niños que forman parte de estas estadísticas corren un riesgo importante de tener desnutrición crónica infantil, lo que frena su desarrollo de capital innato y genera condiciones adversas para el capital adquirido, que como ya se mencionó está directamente vinculado a la educación formal, entre otros.
Finalmente, urge que el Gobierno priorice el desarrollo infantil temprano para el presente y futuro del país.