No tener jefe, ser independiente, trabajar en casa, en la cafetería, en el automóvil... ¿Será en realidad tan maravilloso como algunos se lo imaginan?
Los riesgos y desafíos de la economía colaborativa, también llamada “economía gig”, están a la vista en todo el mundo.
Uber es parte de una ola de plataformas que ofrecen nuevas formas de comprar, vender, alquilar y contratar temporalmente a otros: en lugar de empleados asalariados, los trabajadores independientes son pagados por los consumidores por realizar un trabajo específico.
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Y las plataformas en este negocio argumentan que no emplean personal, sino que solo conectan a los clientes con personas que buscan ganar dinero.
Ninguna empresa es más simbólica de este cambio en la vida laboral que Uber.
Como consecuencia, la firma se ha convertido en un pararrayos sobre las discusiones de lo que realmente representa la “economía gig”.
¿Se trata de nuevas formas flexibles y liberadoras de trabajo, o es el medio para un tipo de control laboral a distancia que socava los derechos básicos?
Salario mínimo
Abdura Hadi, un conductor de Uber que ha trabajado en las calles de Londres durante cinco años, ha notado un cambio.
"Solía trabajar un promedio de 6 a 8 horas durante 6 días a la semana para mantener a mi familia", dice. "Ahora son de 10 a 12 horas".
Ha notado que en estos 5 años, el número de conductores de Uber ha aumentado rápidamente, no así el número de clientes.
El aumento de la competencia ha hecho que sea crítica una parte particular de la plataforma de Uber: el software que determina quién recibe cada viaje.
Sin embargo, ni Hadi ni sus compañeros saben cómo funciona.
“Mi familia depende del algoritmo”, explica. “A veces da miedo, pero si fuera justo, estaría bien”.
El centro de la controversia en torno a Uber es que la revolución que ha provocado no solo es económica, sino también legal.
Las definiciones laborales que alguna vez fueron razonablemente claras se han vuelto confusas, como la cuestión de si los conductores de Uber son realmente empleados.
Incluso lo más básico de cualquier trabajo está en el centro de la controversia: cuánto ganan realmente los conductores de Uber.
"Es un hecho que los conductores están trabajando con menos del salario mínimo", afirma Hadi.
Esto es rechazado por la firma, la cual realizó un estudio conjunto con investigadores la Universidad de Oxford (Reino Unido) basado en datos administrativos de la compañía.
El análisis dice que el conductor promedio de Londres gana alrededor de 11 libras (US$14,20) por hora trabajada en la aplicación. Eso está justo por encima del salario mínimo de Londres.
El estudio incluyó los costos de operación del vehículo y el tiempo de espera entre viajes.
Datos vs. anécdotas
Ken Jacobs, un académico de la Universidad de California en Berkeley (EE.UU.), estudió los costos ocultos que enfrentan los conductores de Uber y otros trabajadores.
Se refiere a ellos como las cinco "lagunas principales".
Esas incluyen:
- tiempo dedicado a esperar viajes
- el costo de conducir de regreso a áreas concurridas después de un viaje
- mantenimiento y seguro del vehículo
- la falta de pago si se sufre una enfermedad, durante descansos para comer y horas libres
- la falta vacaciones pagadas
“Se tienden a subestimar los gastos reales que enfrenta un conductor”, dice Jacobs.
Meera Joshi, exjefa de la Comisión de Taxis y Limusinas de Nueva York, el regulador responsable de servicios como Uber en toda la ciudad, dice que los datos son clave.
"Sin datos solo tienes anécdotas", explica.
"Tú tienes historias de conductores sobre salarios bajos, pero no tienes forma de cuantificarlo realmente", apunta.
La comisión de Joshi obligó a Uber a entregar datos sobre los conductores que operan en Nueva York.
"Lo que descubrimos fue que las condiciones eran peores de lo que nos describieron los conductores", explica.
"El 96% ganaba menos del salario mínimo de la ciudad. La mayoría de los conductores eran la principal fuente de ingresos para sus familias", añade.
Después de que el regulador implementó protecciones de salario mínimo para cubrir a los 80.000 choferes de Nueva York involucrados, US$225 millones por mes “volvieron a los bolsillos de los conductores”, asegura Joshi.
Como resultado, ese dinero fluyó a los vecindarios locales en lugar de regresar a Uber, que tiene su sede en San Francisco.
Prisión y libertad
El estudio de Oxford también señala que los conductores de Uber tienen mayores niveles de satisfacción con la vida que otros trabajadores, pero mayores niveles de ansiedad también.
"Esa es la paradoja de Uber", comentó Duncan McCann, investigador de la New Economics Foundation.
"Es a la vez una prisión y algo liberador. Puedes encender la aplicación y comenzar a trabajar, pero si tienes una familia que mantener, obviamente es menos flexible. Necesitas alcanzar los picos de demanda: horas punta y fines de semana".
Y Uber es solo la "punta del iceberg", agregó.
“La mayoría de los trabajadores de la economía gig son mujeres que cuidan y limpian. Bajo el nivel del agua, hay plataformas que abiertamente anuncian pagos por debajo del salario mínimo”.
"Los conductores están en el centro de nuestro servicio, no podemos tener éxito sin ellos, y miles de personas entran a trabajar en Uber todos los días enfocados en cómo mejorar su experiencia dentro y fuera de la carretera", dice la empresa en un comunicado.
"Ya sea para poder realizar un seguimiento de sus ganancias o para obtener una mayor protección del seguro, continuaremos trabajando para mejorar la experiencia para y con los conductores", añade.
Pero en muchos sentidos, la economía colaborativa simplemente reintroduce cuestiones muy antiguas de condiciones y derechos laborales, solo que de una nueva manera.
Las décadas anteriores vieron las luchas de los empleados para que se reconocieran sus derechos; ahora la lucha de los trabajadores es ser reconocidos como empleados.
Una vez que el foco estaba en el poder de los dueños de los medios de producción, ahora depende de los propietarios de los medios encontrar trabajo a través de la red.