Álvaro Correa

La gran empresa no vive en una isla. Las interrelaciones de una empresa con su entorno constituyen un entramado complejo y cambiante. Convive con sus trabajadores y respectivas familias, cada uno con aspiraciones y necesidades diferentes; se relaciona con las comunidades donde opera, usualmente en diferentes espacios y regiones; interactúa con el Estado en múltiples niveles, sean gobiernos subnacionales, reguladores, autoridades de distinta naturaleza; tiene por supuesto una relación directa con sus accionistas, interesados en el buen desempeño del negocio; se relaciona continuamente con clientes y proveedores de distintos tamaños y grados de especialización; en fin, un sinnúmero de grupos de interés.

En esta ocasión quiero enfocarme en la vinculación de la gran empresa con los emprendedores, sean estos clientes o proveedores. He tenido la oportunidad de trabajar en grandes empresas en varios sectores de la economía, y un común denominador siempre ha sido la gran cantidad de emprendedores con los que uno comparte el día a día, al punto que me resulta imposible pensar en el éxito de estas empresas sin contar con la participación de este segmento de la actividad económica. Esta relación con decenas, cientos, miles o decenas de miles de emprendedores es parte vital del entorno de una gran empresa.

En la compañía que hoy me toca dirigir nos relacionamos directa e indirectamente con cientos de miles de emprendedores a quienes atendemos con nuestros productos y servicios; me refiero a los puestos de mercado, bodegas, pollerías, panaderías, pastelerías, restaurantes, lavanderías, chifas, peluquerías, quienes hacen llegar nuestros productos a las personas o los usan para transformarlos y dar un servicio.

No imagino un Alicorp sin ellos, su éxito es nuestro éxito, sus problemas son los nuestros.

Por eso, cuando estos emprendedores progresan, los felicitamos y nos alegramos; cuando pasan dificultades nos preocupamos y vemos la manera de acompañarlos en su desarrollo; cuando experimentan abusos de la autoridad o sufren la atrocidad de las extorsiones de bandas criminales, nos indignamos; y cuando un negocio se ve obligado a cerrar, nos duele. Hoy, por ejemplo, es aberrante comprobar que muchos de ellos prefieren no crecer, pudiendo hacerlo, para no llamar la atención de las mafias. El costo social de algo así es enorme.

Nuestra estrategia pone a estos emprendedores al centro y nos convierte en aliados de su desarrollo. Su crecimiento es el nuestro, y por ello buscamos hacerlos competitivos, sostenibles. Debemos llegar a ellos con productos a precios y condiciones que les permitan hacer un buen negocio y crecer, desarrollando herramientas para facilitar su labor, capacitándolos y asesorándolos técnicamente cuando es necesario. Tenemos que hacerlos exitosos, sostenibles en el tiempo, pues de ello depende nuestra propia sostenibilidad como empresa.

Ciertamente tenemos mucho por mejorar en nuestro acompañamiento a los emprendedores. Por otro lado, no somos los únicos, pues muchas grandes y medianas empresas ponen a los emprendedores en un lugar prioritario, lo cual debemos reconocer y saludar. Creo, sin embargo, que debemos hacerlo de manera consciente y comprometida, y debemos hacerlo todos. Hoy más que nunca necesitamos fortalecer este compromiso empresarial con el emprendimiento.

Álvaro Correa CEO de Alicorp.