El primer paso es lograr que las exportaciones crezcan a más de 15%, señaló Adex. (Foto: Difusión)
El primer paso es lograr que las exportaciones crezcan a más de 15%, señaló Adex. (Foto: Difusión)
Redacción Economía

(Por Luis Fernando Alegría y Nicolás Castillo)
La recuperación de la economía peruana en el 2018 tiene detrás, como un ‘driver’ importante, un episodio de ‘boom’ de exportaciones, las que han roto un récord histórico en la primera parte del año y suman una expansión de 17%.  

Según cifras del Banco Central de Reserva (BCR), los envíos al exterior anualizados al mes de junio han sumado US$48.884 millones; el dato más alto de la historia del país y muy cercano ya a los estimados oficiales para el cierre del año (US$52.058 millones, según la autoridad monetaria).

Dentro de la canasta exportadora hay dos grupos claves. Uno de ellos son las exportaciones no tradicionales, que son los productos de alto valor agregado, como frutas, legumbres y textiles. Este tipo de envíos también ha roto récords históricos a junio y suman US$12.713 millones; una cifra 13% superior a lo visto un año antes.  

En tanto, las exportaciones tradicionales, que son los productos de menor valor agregado –como los metales, harina de pescado o el petróleo crudo–, vienen creciendo a un ritmo anualizado de 19%. Su participación dentro de las exportaciones totales asciende a 73,7% y se ha mantenido alta a lo largo del tiempo dada la dependencia de la minería, y en particular del cobre, que representa casi un tercio de lo exportado.

CONTRA LA MAREA

Hace 20 años, las exportaciones de frutas tenían una participación mínima dentro de la oferta peruana hacia el mundo. Hoy representan el 22% del total de envíos de alto valor agregado y se han multiplicado por seis en los últimos 10 años.

Más aun, este rubro exhibe una dinámica de crecimiento consistente en el tiempo. Desde hace 63 meses los envíos de fruta aumentan a tasas de doble dígito (en promedio 22% anual). Desde noviembre del 2009 no registran caídas, lo que implica 103 meses de dinamismo sin parar.

Pero estas sorprendentes cifras no han aparecido por arte de magia ni responden a la fortuna de los vientos externos. Esto es producto de políticas que han ayudado a apuntalar el sector, como es el caso del régimen de promoción agraria: una ley laboral dirigida a dar flexibilidad a un sector con producción muy estacional. A eso hay que sumar la apertura comercial: hoy el Perú tiene 20 acuerdos de libre comercio con 50 países.

¿Qué implica esto para las zonas productoras? El caso de Ica es emblemático. Es una región que no solamente está en pleno empleo, sino que en épocas de cosecha requiere personal de departamentos aledaños. La pobreza, en tanto, está erradicada bajo los estándares del Banco Mundial (por debajo de 4%).

Distinta suerte ha corrido el sector textil. A pesar de la calidad de las confecciones, ha pasado de representar 30% de las exportaciones no tradicionales hasta apenas 7%. Esto, por depender de pocos mercados de destino, como Venezuela.

Por el lado de las exportaciones tradicionales, el cobre es desde hace décadas la estrella. El problema radica en la dependencia de lo que suceda en el mundo. A diferencia de las frutas, el comportamiento de los envíos del metal rojo es mucho más volátil y abre vulnerabilidades; de hecho, cayó casi 40% durante la crisis mundial del 2009. Asimismo, Chile ha sufrido un deterioro macroeconómico importante por su dependencia de este mineral.

Es importante notar que, pese al récord de los envíos de valor agregado, el Perú sigue ‘sometido’ a los ciclos internacionales. Los dos últimos períodos expansivos ocurrieron entre mayo del 2002 y junio del 2007 y entre junio del 2009 y febrero del 2012. La fase de aceleración actual comenzó en setiembre del 2016; la evolución de los sectores tradicionales dirá cuánto durará este nuevo ciclo.

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