Popeye y Tintín, dos creaciones muy famosas y populares de Estados Unidos | Composición El Comercio
Popeye y Tintín, dos creaciones muy famosas y populares de Estados Unidos | Composición El Comercio
Jorge Paredes Laos

Con el correr del siglo XXI, cada vez más personajes, historias, películas y libros que han delineado nuestra formación y educación sentimental, comienzan a pasar a dominio público. Y este 2025 parece ser un año especial por la cantidad de creaciones icónicas que forman parte de esta condición en Estados Unidos: las primeras versiones de Popeye y Tintín; además de novelas tan importantes como Adiós a las armas, de Ernest Hemingway, El ruido y la furia de William Faulkner, o el ensayo Una habitación propia, de Virginia Woolf.

Todas estas obras tienen en común haber sido publicadas en 1929, pues, según la legislación estadounidense, todas las creaciones anteriores a 1978 pasan a ser de libre uso después de 95 años de su primera emisión.

Íconos en lengua inglesa

Entre los libros destacan las primeras ediciones de tres clásicos del siglo XX, que han marcado la literatura y el pensamiento contemporáneo. En El ruido y la furia, la inmersión realizada por Faulkner por el sur profundo de Estados Unidos, con la inclusión de distintos puntos de vista narrativos, influyó en escritores posteriores, como los del boom de la novela latinoamericana; en cuanto a la epopeya bélica contada por Hemingway, en Adiós a las armas, esta tuvo resonancias en la cultura popular con sus adaptaciones al cine y a los videojuegos. Y sobre el ensayo de Woolf —Una habitación propia— se ha escrito muchas páginas sobre su incidencia en el pensamiento feminista contemporáneo.

Dos figuras del cómic

Popeye, el marinero gruñón hizo su aparición el 17 de enero de 1929 en las tiras que Elzie Crisler Segar publicaba con el nombre de Thimble Theatre. Era un personaje tuerto, pegado a una pipa, con brazos prominentes, que contradecía la imagen del héroe convencional. Popeye era usualmente antipático, y solucionaba sus problemas a golpes. Sin embargo, más allá de estas características, el personaje era entrañable y fue ganando cada vez más adeptos. Claro, que este primer Popeye no consumía todavía las espinacas que lo harían famoso hacia 1932.

A merced de esta salida al dominio público, la productora ITN Studios ya anunció el estreno de una película que llevará a Popeye al sangriento género del slasher, como ya antes se hizo con Winnie the Pooh, parodiado desde el cine B de terror.

Por su parte, Tintín, el joven periodista amante de las aventuras transatlánticas, nació de la mano de Hergé, el 10 de enero de 1929, en el semanario juvenil belga Le Petit Vingtième. Este primer Tintín estaba dibujado con trazos simples, con dos puntitos como ojos y un llamativo flequillo. Este es el personaje que ha pasado este nuevo año a dominio público en Estados Unidos, y no el Tintín posterior, mucho más conocido, por sus colores brillantes y su intenso cabello rojizo.

En el Perú

Más allá de las fronteras estadounidenses la figura es otra. Según explica Viana Rodríguez, abogada en derechos de autor e industrias creativas, en nuestro país el pase a dominio público es distinto que en Estados Unidos.

“Primero hay que entender —explica— que estamos hablando de dos tipos de derechos: los morales que son perpetuos, como el derecho a ser rconocido como autor de una obra; y los patrimoniales vinculados con la distribución, las copias, la emisión, dentro de los cuales está también la transformación, es decir cuando un libro es convertido en película. Estos derechos patrimoniales en el Perú, en gran parte de Latinoamérica, Europa y África, duran toda la vida del autor más 70 años después de su muerte”.

Por este motivo, en nuestro medio, Tintín recién pasará a dominio público a partir de 2055, es decir 70 años después de la muerte de Hergé, su creador, ocurrida en 1983 (se empieza a contar desde el año siguiente de ocurrido el fallecimiento del creador). En cambio, Popeye sí se encuentra bajo libre uso desde 2010, pues el buen Segar falleció en el lejano 1938, salvo las creaciones posteriores licenciadas por alguna editorial u otros autores. Lo mismo se podría decir de las obras de Woolf, fallecida en 1941; pero no de los libros de Hemingway ni de Faulkner, quienes murieron en 1961 y 1962, respectivamente.

¿Y qué significa el pase a dominio público? Rodríguez responde: “las obras pueden ser utilizadas sin pedir permiso y sin pagar por ello, pero existen matices: cuando una obra tiene varios autores se calcula los 70 años desde la muerte del último autor. Por ejemplo, en el caso de las canciones creadas por John Lennon y Paul McCartney, si bien el primero murió en 1980, el segundo sigue vivo, entonces todavía ni siquiera se ha empezado el cálculo de los 70 años. En obras anónimas, de software o películas, estas sí entran a dominio público 70 años después de su publicación. Sin embargo, en las películas hay que tener cuidado, porque muchas veces la musicalización le pertenece a un autor, y en ese caso se libera la película, pero no la música, pues se tiene que esperar 70 años después del fallecimiento de su creador”.

Más allá de estas especificaciones legales, el ingreso de obras a dominio público abren diversas posibilidades, desde acercarlas a nuevos lectores hasta generar alentadores diálogos creativos.

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