En el 2022, la gran mayoría de residuos plásticos generados en Lima Metropolitana –más de 230 mil toneladas, el 97,5% del total– terminaron en la basura: acopiados en rellenos sanitarios de la ciudad. Solo el 2,5% restante (5993,40 toneladas) se valorizó como material reciclable.
El uso desmedido –y en ocasiones, irracional– del plástico es un problema global. En su libro “La era del plástico” (Guadalmazán, 2020), el autor español Álvaro Luna, doctor en Biología, menciona que “el 10% de la basura que generamos en el mundo es plástico y solo un pequeño porcentaje, ínfimo si lo valoramos en todo el planeta, se recicla”.
En la capital peruana, por ejemplo, se desechan cada día 643 toneladas de este material. En promedio, un limeño tira 23,49 kg de plástico cada año.
Aunque es preferible que los residuos terminen en rellenos sanitarios en vez de las calles, los ríos o el mar, no es el escenario ideal. Estos depósitos no son espacios infinitos: su capacidad tiene un límite. Además, pueden desbordarse cuando ocurren desastres, tales como las lluvias y huaicos de este año.
Año a año, toneladas de plástico siguen acumulándose en la naturaleza, afectado la vida de millones de seres vivos y de los ecosistemas, de los cuales el ser humano forma parte. Según “La era del plástico”, cada año se generan 500 millones de toneladas de plástico en el mundo y “se estima que solo el 9% del plástico producido en la historia ha sido retirado del medio”.
Pero el reciclaje tampoco es la solución. “El escenario ideal es que se generen menos residuos [plásticos], para empezar. Reciclar es el último eslabón. Reducir y reutilizar van primero”, comentó Álvaro Luna en diálogo con El Comercio.
Giuliana Becerra, viceministra de Gestión Ambiental del Ministerio del Ambiente, expresa que el plástico es un material muy útil y ha sido fundamental en el desarrollo de la ciencia y otros campos. “El problema es el uso que le damos, como sucede con los plásticos que utilizamos una sola vez y desechamos. [...] En el Perú aún se valoriza muy poco [los desechos plásticos]”, dijo.
Huella perdurable
En muchos casos, los productos hechos de plástico se utilizan solo una vez. El gran problema es que dependiendo de sus características, pueden tardar varias décadas en descomponerse. Algunos de ellos no sirven para reutilizarse ni reciclarse, por lo que carecen de valor. En otras palabras, se convierten en basura de larga vida.
En el Perú, en la campaña “Hazla por tu playa” se recogieron 10.84 toneladas de basura –gran parte de esta plástica– en playas de 14 regiones del país solo este año. El desecho más encontrado (17.312) fueron bolsas laminadas de snacks, un material que prácticamente no puede reciclarse.
“Estos empaques no sirven para crear otros artículos, ni siquiera nuevas bolsas de papitas. Los productores deben pensar en diseños que puedan ser aprovechados después de su uso: que estos pasen de ser residuos a ser recursos”, explica Edwin Castillo, especialista en manejo de residuos sólidos de Conservamos por Naturaleza.
En el mismo período también se recogieron 6.152 envases de polietileno tereftalato (PET), un plástico utilizado para bebidas por su similitud con el vidrio. El PET es un material sencillo de reciclar y en el país tiene un gran valor comercial.
“Este es un buen ejemplo de valorización de valorización. No solo en el Perú, sino el mundo se ha creado una cadena valor en torno a los PET, un material que antes se veía como un gran villano. […] Cuando no valorizamos el plástico de forma correcta, estamos ante un problema grave. Bien valorizado, es un material excelente”, destaca Marina Yzú, gerente de Sostenibilidad de la Cámara de Comercio e Industria Peruano–Alemana.
Una lucha diaria
En diciembre del 2018, en el país se publicó la ley que regula el plástico de un solo uso y envases descartables (Ley 30884), cuyo fin es “reducir progresivamente la utilización de bolsas no reutilizables por envoltorios que no generen contaminación por microplásticos o sustancias peligrosas”.
La exministra del Ambiente Lucía Ruiz, en cuya gestión se aprobó el reglamento de la norma, afirma que a pesar de que “hubo intentos de cambiar la norma [para hacerla más flexible] y que aprobarla fue difícil”, en el Perú “ha habido un cambio positivo hacia la sostenibilidad”.
En el 2020, con la llegada del COVID–19 hubo un forzoso retroceso: los materiales descartables se transformaron en parte imprescindible de la rutina de los peruanos para evitar la expansión del virus. Pero a juicio de la exministra Ruiz, “ahora nuevamente se está tomando conciencia”. El cambio depende de nosotros.
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