“Lo arreglan, pero los huecos vuelven a aparecer. Hay bastantes accidentes, y los vehículos terminan con las llantas pinchadas”, declaró una mujer que vive cerca al puente Santa Clara II. Según su testimonio, la falta de presencia de las autoridades, iluminación y el mantenimiento adecuado han convertido la tarea de cruzar este puente en una cuestión de suerte: no se sabe si al pasar, se formará un nuevo agujero y el vehículo caerá.

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