Todas las ciudades en general sufren de contaminación lumínica. Un estudio del Istituto di Scienza e Tecnologie dell’Informazione, en Italia, encontró que el 99% de residentes en Europa sufren de contaminación lumínica, y quienes viven en el 33% de las ciudades del mundo nunca pueden ver la Vía Láctea. En Lima, con nuestra mezcla de luz y neblina, hay que tener suerte para ver la luna en la mayoría de las noches.
Más allá de la contaminación lumínica en general, que viene de faroles, vehículos y edificios, entre otras cosas, hay algunas luces particularmente molestosas. Una es la luz azul que poseen muchos vehículos de serenazgo. Para convencer a los vecinos de su presencia, circulan con esta luz de emergencia encendida. Esta es enceguecedora y omnipresente. En ciertas zonas donde los serenos se estacionan en la calle durante horas, el interior de las viviendas alrededor puede llegar a parecer una discoteca por la intensidad de estas luces.
En muchos países, la luz azul solo puede ser usada por vehículos de emergencia. Una de las razones es que la luz azul es mucho más intensa que las luces rojas en la noche. Durante una emergencia se atrae mucha atención. Pero cuando no existe una emergencia, por ejemplo cuando un vehículo de serenazgo está estacionado por horas sin moverse o dando una vuelta en un barrio, la luz azul es una fuente de contaminación y su intensidad puede poner en peligro a peatones y choferes al aumentar el riesgo de choques por la distracción que causa.
Más problemáticos aún son los gigantes paneles digitales que están brotando como hongos por toda la ciudad. Los paneles como los de las avenidas Grau en Barranco, Primavera, La Marina y Javier Prado también son una fuente de contaminación que invade de alguna manera viviendas y oficinas de sus alrededores. Pero, además, son peligrosos.
Según un estudio publicado en el 2012, el “Traffic Injury Prevention Journal” encontró que los choferes tienden a mirar paneles digitales mucho más tiempo y más frecuentemente que otro tipo de paneles. De alguna manera, al distraer a los choferes, los paneles dinámicos e iluminados cumplen la función para lo que fueron diseñados. Pero la pregunta es si aumentan el riesgo de accidentes. Muchas municipalidades creen que sí.
Estos paneles han sido prohibidos en Suecia y en varias ciudades de los Estados Unidos por la peligrosidad que causan en las calles. En el 2006, la ciudad de Sao Paulo prohibió el uso de paneles publicitarios en sus calles en un intento de reducir la contaminación visual. Como resultado, la ciudad ha quitado miles de paneles y, según el Atlantic Cities, este cambio tiene la aprobación de más del 70% de los residentes. Es más, eliminar la publicidad fue positivo para los negocios.
En Lima, como suele suceder en varios aspectos, estamos yendo en la dirección opuesta: cada vez con más contaminación lumínica y visual.