El ex ministro Carlos Basombrío, también coautor del libro ‘Las economías criminales y su impacto en el Perú' conversó con El Comercio sobre el riesgo de que Chancay, la ciudad que albergará el puerto más importante de la región, caiga en manos del crimen organizado. Resaltó la necesidad de ampliar las capacidades de inteligencia y el gran interés del narcotráfico por tomar control de estos espacios.
- Me gustaría iniciar conociendo la importancia que tienen estos megapuertos para las economías ilegales y el crimen organizado. ¿Hay una relación entre las bandas y estos puertos de gran importancia internacional?
La preocupación [existe]. Incluso, yo me preguntaría si no estamos tarde. Paralelo a la aprobación del proyecto del puerto, y sabiendo la importancia que este puerto tiene, debió haber un plan maestro de seguridad. De hecho, en muchos países del mundo los puertos son un lugar sensible para la seguridad, más sensible que las ciudades no portuarias. La explicación es bastante fácil: se mueve tal cantidad de carga que es relativamente más fácil esconder las mercancías ilegales.
"Los puertos se convierten en lugares muy [peligrosos] porque las organizaciones criminales disputan unas con otras el control. Eso requiere de mucha presencia policial, mayor de la que hay en Chancay"
- ¿La situación en el Callao es una muestra de ello?
El Callao es un ejemplo de lo complicado que es mantener el control frente al crimen organizado. Ecuador es el mayor referente de cómo los puertos, al ser tomados por el crimen organizado, han transformado un país y han tenido un efecto nacional. En nuestro caso, el Callao siempre ha sido un blanco para el crimen organizado. En particular, el narcotráfico. Otro puerto que es muy sensible a la penetración de organizaciones criminales, por la cercanía con Ecuador, es el puerto de Paita [Piura].
Cabe recordar que la investigación a los narcotraficantes en el puerto [del Callao] avanzó a tal punto que se descubrió a los famosos ‘Cuellos Blancos’. Es decir, lograban corromper a los funcionarios judiciales. En el caso específico de Chancay, con el volumen que tendrá, tiene mucha menos capacidad de protegerse de la que tiene el Callao. Mucho menos. En el Callao, hay un nivel de presencia policial, de experiencia en inteligencia, etcétera.
Los puertos se convierten en lugares muy [peligrosos] porque las organizaciones criminales disputan unas con otras el control. Eso requiere de mucha presencia policial, mayor de la que hay en Chancay. Se requiere un incremento significativo de la fuerza policial que trabaje no para la foto de la inauguración, sino una permanencia estable y con policías evaluados.
"Se sabe que el puerto aumentará el valor de los terrenos ya existentes y la ciudad se expandirá para recibir a la gente que va a llegar en busca de trabajo y oportunidades"
- Ha generado mucha atención que ya se está viendo la acción organización criminal en Chancay a través del tráfico de terrenos. ¿Esto se puede catalogar como el inicio de algo no previsto?
Se sabe que el puerto aumentará el valor de los terrenos ya existentes y la ciudad se expandirá para recibir a la gente que va a llegar en busca de trabajo y oportunidades. El tráfico de terrenos es un tipo de crimen organizado muy frecuente en el país y que genera una serie de complicaciones. Por ejemplo, la corrupción de autoridades municipales y policiales, enfrentamientos entre organizaciones y el abuso a las personas que invaden los terrenos. Incluso, se les cobran chantajes permanentemente, que luego se transforma en un sistema extorsión a los pequeños negocios que van surgiendo.
- Estas conexiones de nivel internacional, como lo es un puerto, ¿son una puerta de acceso también para las bandas extranjeras?
Hay mucho temor [al respecto]. Ya se está produciendo en el caso de Paita, con la invasión de bandas ecuatorianas y está el Tren de Aragua, que avanza mucho. Las oportunidades de negocio atraen [al crimen organizado] como a la mosca la miel.
- ¿Qué es lo que se debería hacer en Chancay al respecto? No necesariamente lo que funcionó en el Callao funciona en otros lados, ¿no?
La lógica de trabajo de un policía de seguridad de las calles es totalmente diferente a la lógica de una unidad de inteligencia. Puede ocurrir incluso que ambos no lleguen a contactar, porque la inteligencia también hace contrainteligencia, que significa ver si los otros policías están actuando correctamente. Se necesita un grupo especial de inteligencia de las unidades más sólidas, porque es un trabajo que se mueve de manera subterránea para ser exitoso. Los plazos [de ejecución de las operaciones] son relativamente largos. Me preocuparía que [la incorporación de un grupo especializado de inteligencia] no se esté haciendo ya. Otro aspecto sumamente importante es la infraestructura y el equipamiento. Sin motos, patrulleros, radios, sistemas de georreferencia, poco puedes hacer eficientemente.
-¿Cómo afecta el ambiente de inestabilidad presente en el Ministerio del Interior y la policía, con constantes cambios y una percepción negativa por parte de la ciudadanía hacia esta autoridad?
Cada ministro que llega, lamentablemente, nombra nuevos viceministros, nuevos directores. Esos directores nombran nuevos subdirectores y en la policía se producen movimientos. Todo eso hace que todo tome más tiempo y se pierda continuidad de las cosas que se están avanzando.
- El Comercio entrevistó semanas atrás al parlamentario de El Salvador, Christian Guevara, quien sostuvo que, en el caso de los puertos, la criminalidad allá no solo se daba a través de los puertos, sino que creaba un ecosistema delincuencial en las ciudades portuarias. ¿Esto es igual en el Perú?
El clima de una ciudad portuaria, con una población relativamente pobre, pero emergente en el sentido de que hay nuevas oportunidades, son ciudades mucho más complicadas que las no portuarias. El Callao no es solo el puerto, es toda la dinámica que se genera alrededor en toda la ciudad.
- ¿Qué tan difícil fue trabajar en retomar cierto control del Callao?
Yo encontré [al Callao] en pleno estado de emergencia. Acordé con las autoridades de allá que la íbamos a mantener [la emergencia] solo por un tiempo. Ellos me pidieron como requisito, y me pareció bastante razonable, que todos los policías que habían llegado por el Estado emergencia se quedaran permanentemente. Cosa que se hizo. Creo que hoy el Callao no es tan violento como en otras épocas. Pero vaya que ha tomado tiempo, y eso que no es un paraíso tampoco. Hay zonas que son inaccesibles, donde están todos los delitos.