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Vivir al borde del abismo: el riesgo inminente en las laderas de Lomo de Corvina
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Cuando uno se dirige hacia el sur de Lima a través de la Panamericana Sur suele notar como a la altura de Villa El Salvador se van formando unos cerros de arena al lado de la carretera, los cuales acompañan la vía hasta cierto tramo. El Comercio constató que a la altura del kilómetro 23, a poca distancia del Touring Club del Perú, cientos de viviendas se encuentran instaladas en las laderas de estas dunas, lo que representa un riesgo latente ante eventuales derrumbes. Cualquier movimiento sísmico o lluvia de fuerte intensidad puede causar que estas casas se vengan a abajo.
Se trata de construcciones hechas con materiales como drywall, madera y elementos prefabricados en pleno talud o pendiente. Sin embargo, también se observan algunas viviendas hechas de material nombre, como ladrillo, y cemento. Estas últimas se ubican, sobre todo, justo en la cima de la colina, al inicio de la inclinación, como desafiando lo técnicamente permitido.
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Carlos Salas Abusada desglosa con rigor las noticias clave del día de lunes a viernes.
El sector donde se ubican estas construcciones está en el límite de Villa El Salvador y Lurín, un sitio que de acuerdo con expertos pertenece a la zona conocida como Lomo de Corvina. Si bien todo este sector se ha ido poblando desde hace algunas décadas, ha sido en los últimos años que varias familias han optado por ocupar las laderas de los cerros al no haber más terreno plano dónde expandirse.
Hace un par de años el talud de este cerro apenas contaba con unas viviendas, no obstante, a la fecha las casas se entienden hasta en 4 filas a lo largo (ver mapa), llegando incluso hasta la mitad de la ladera. También se logra apreciar a otros inmuebles en plena construcción metros más abajo.

El Comercio llegó a la zona y recorrió parte de esta. Además del escenario descrito, pareciera ser que el mismo ha encontrado complacencia en las autoridades municipales, pues se pudo comprobar que gran parte del sector, sobre todo en el terreno plano, ya existen pistas asfaltadas, así como servicios de agua y luz.
En lo que respecta a la parte más pegada a la pendiente y el talud mismo aun muestra una cierta precariedad en cuanto a las casas y los espacios. Hablamos de un espacio aproximado de 100 x 360 metros cuadrados en la ladera donde existen casas.
Tipo de terreno
La Dra. Diana Calderón, investigadora del CISMID-FIC-UNI y especialista en ingeniería geotécnica, indicó a El Comercio que toda la zona donde están asentadas estas viviendas se compone de suelo arenoso. Se trata de dunas de arena que se han ido formando por material eólico, es decir, transportado por el viento. Sin embargo, precisó que varios metros por debajo de esta arena debe existir un estrato rocoso.
“En la especialidad de geotecnia sabemos que cuando hay un cambio de rigidez de los materiales, un material muy rígido como es la roca y por encima un material muy flexible como la arena eólica, es cuando se presentan las mayores amplificaciones del movimiento”, dijo.

En tanto, el ingeniero Alberto Ramírez de la FCI UNI, detalló que el sector en mención pertenece a lo que se llama el Tablazo del Lurín, que es un gran promontorio que tiene una base de roca, de suelo sólido, y es envuelto superficialmente por capas de arena.
“Entonces, conforme uno se acerca a la aparente cima, que es la que da hacia el mar, el suelo es más duro que el ubicado en el centro de Villa Salvador. Ahí el espesor de la arena es bastante profundo”, dijo.
¿Cuál es el nivel de riesgo?
Para Alexandre Almeida Del Savio, ingeniero civil de la Universidad de Lima, la situación de las viviendas construidas en laderas vulnerables, como es en el caso de Villa El Salvador, es una problemática que requiere la atención urgente de las autoridades, pues combina una serie de factores geológicos, urbanísticos y sociales, los cuales año tras año se incrementan, generando riesgos para las comunidades asentadas en estas zonas y también a la propia Panamericana Sur.
“Sobre el tema de los riesgos geológicos, y estructurales, esta ladera en específico de Villa El Salvador presenta condiciones geológicas que las hacen propensas a movimientos de masa, especialmente durante eventos sísmicos o lluvias. Otro factor de preocupación es la urbanización informal y falta de planificación. Esta expansión urbana ha conducido a una ocupación de terrenos en laderas sin una adecuada planificación ni estudios técnicos previos“, describió.
Almeida agregó que toda esta combinación agrava la vulnerabilidad de las estructuras ante fenómenos naturales. Advirtió que un sismo o una lluvia muy intensa podría generar daños bastante importantes para las personas que viven allí. Otro factor a tener presente es la cercanía de estas viviendas a la Panamericana Sur. “Podría haber desprendimientos o deslizamientos que afecten la vía, interrumpan el tránsito y pongan en peligro a los usuarios”, sostuvo.

En tanto, Calderón detalló que el CISMID cuenta con un mapa de microzonificación sísmica de todo Lima, a través del cual se hizo un estudio de todos los distritos y su respectivo riesgo en el 2010. Si bien se contempló a Villa El Salvador, para aquel año aun no estaba poblada la ladera en mención, lo que significa que en el último tiempo se ha llevado a cabo una rápida ocupación del ese espacio. El sector que sí se encontraba poblado estaba en la parte alta.
La experta comentó que como parte del estudio se hicieron mediciones acerca de la vibración del suelo y se halló que habrá un periodo alto de vibración. Esto significa que el suelo en esa zona va a vibrar como si fuera un péndulo, con un largo desplazamiento en la parte superior, generando amplificaciones sísmicas. Así, se magnificará el movimiento en la parte superior, viéndose afectadas las construcciones de concreto que son muy rígidas y que no resisten muchas deformaciones.
“Eso es lo que hemos podido encontrar en estas zonas altas de las dunas de Villa El Salvador, y es por eso que le hemos asignado un nivel de peligro alto. Tenemos un rango del 1 al 5, y esta zona está con una zonificación de 4. Me preocupa saber que junto a esta zona en los últimos años se han asentado nuevas viviendas, pues conocemos el comportamiento del suelo aledaño y sabemos que el periodo de vibración será alto”, indicó Calderón.

“Aparte, están asentados en una zona morfológicamente peligrosa, porque es la ladera de un cerro que aparentemente está estable y en condiciones estáticas, pero en condiciones de sismo, teniendo en cuenta el tipo de suelo y la carga de las construcciones, puede haber un deslizamiento”, agregó.
Por su parte, el ingeniero Ramírez aseveró que las viviendas levantadas en la mencionada ladera tienen una alta vulnerabilidad, un alto peligro y un alto riesgo debido a la ubicación de las mismas. El estar al borde del acantilado, en la cima, ya sea que esté bien o mal construido el inmueble, un sismo puede dejar un daño irreparable.
“Esas casas van a terminar en la parte de abajo, en la autopista de la Panamericana Sur. Eso es lo más probable. En el caso de lluvia, si son pocas ayudará a que en el suelo crezca vegetación, pero si es intensa esta “lavará” el terreno, la arena y se llevará de encuentro a las viviendas. Todo depende de la magnitud de la lluvia“, aseguró.
Permisividad de la autoridad
La investigadora del Cismid, Diana Calderón, resaltó que ante un peligro inminente es necesario que las autoridades tomen cartas en el asunto y adviertan a los pobladores. Esto puede hacerse con la ayuda de un estudio de la zona o de estudios de zonas aledañas, advirtiendo así a las familias, con pruebas en mano, del peligro inminente que hay de que sus viviendas se vengan abajo.
“Las autoridades no están utilizando los resultados que la academia, los organismos de investigación, están entregando. Nosotros venimos trabajando desde hace más de 20 años en mapas de riesgos sísmicos de Lima. El primer mapa salió en el 2005 y se entregaron los resultados a las municipalidades, pero en estos 20 años no se ha podido controlar la ocupación de los terrenos. No hay un plan a largo plazo“, subrayó.

Para Ramírez, lejos de combatir la ocupación informal en zonas riesgosas que les obliga la ley, muchas veces la autoridad local es cómplice de esta práctica generalmente por razones electorales: construye pistas, facilita el agua, el desagüe, la luz, etc. A esto se suma el hecho de que en el Perú no se cumplen las normas y leyes en materia de vivienda y formalidad.
“El problema es, y valga la redundancia, el problema de la vivienda en el Perú es muy grande. Se dice que en el Perú en estos momentos hay un déficit de más de un millón 500 mil unidades de vivienda. Y si calculamos cuatro ocupantes por cada vivienda, tenemos ahí pues 6 millones de peruanos viviendo en condiciones no adecuadas. Ese déficit estructural va a seguir aumentando porque ni el sector privado ni el público tiene la capacidad para poder enfrentarlo a mediano y largo plazo“, explicó.
¿Qué alternativas hay?
El ingeniero Almeida sostuvo que cuando se trata de estructuras o edificaciones mayores, el primer paso es hacer una investigación geotécnica para identificar lo que se tiene en el subsuelo, y más aún en laderas, porque ahí el factor que agrava es la propia inclinación del talud.
“Si las segmentaciones de las edificaciones que ahí tenemos no están debidamente diseñadas, esto representa un riesgo aún mayor para el área y para un eventual colapso, no necesariamente hace falta un evento sísmico. La propia construcción de más casas sobre esta ladera empieza a dar una carga adicional, hasta que en determinado momento podría generar una ruptura del talud”, dijo.
Por ello, Almeida destacó que es fundamental implementar medidas de prevención y mitigación del riesgo en estas zonas. Ene se sentido, consideró que el distrito de Villa El Salvador debería contar con un plan de prevención y reducción de riesgos de desastres, el cual establezca estrategias para reducir las condiciones de riesgo de la población, viviendas y medios de vida.

“El primer paso incluye identificar las zonas de alto riesgo y luego la reubicación de viviendas en áreas seguras. También la implementación de obras de estabilización de ladera. El tema es que no deberíamos dejar que esta situación continúe año tras año, pues representa poner en riesgo la vida de miles de personas. Aquí estamos hablando de laderas, pero la misma situación se ve en quebradas", mencionó.
Para el experto, el desafío es bastante complejo, por lo que debe involucrar acciones técnicas, una planificación urbana adecuada y la participación comunitaria. Sin la participación de esta última no se va a poder garantizar la seguridad y el bienestar de las comunidades afectadas, añadió. “También es imperativo que las autoridades, junto con la sociedad civil, trabajen de manera coordinada para poder abordar esta problemática y prevenir futuras tragedias”, expresó.

Por su parte, Calderón enfatizó que no hay soluciones factibles, ingenieriles, ni realistas que puedan solventar que familias vivan en la mencionada ladera. Precisó que la reubicación es la única solución. “No consideró factible mantener en lugares peligrosos a pobladores con viviendas de uso urbano“, manifestó.
Por último, Ramírez coincidió en que la respuesta racional de la autoridad sería reubicar. No obstante, ya que muchas veces los ocupantes no lo permiten, la autoridad simplemente consolida la ocupación para no “ganarse problemas” y perder votos. “Entonces, bajo esa situación, pensar en reubicar las viviendas es bien difícil” señaló.
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