Para Harry Chávez el Perú es un todo integrado. El artista plástico recuerda que María Rostworowski decía que somos un país andino que tiene a un lado la costa y al otro la selva y que estas regiones eran alas de un mismo cuerpo. En su arte, donde confluyen principalmente iconografías andinas y amazónicas, los imaginarios y cosmovisiones de ambos mundos también se integran como parte de su experiencia personal y de una investigación iniciado hace más de 10 años. Este proceso dio origen a una serie de obras protagonizadas por seres míticos, creadas inicialmente como diseños digitales y que posteriormente cobraron vida gracias al paciente y meticuloso trabajo de Chávez con cuentas de acrílico, madera y murano. El resultado es tan sorprendente como perturbador. Las miles de pequeñas piezas –negras, transparentes o de colores– han sido colocadas de tal manera que aportan tridimensionalidad a los trabajos y para el espectador resulta inevitable sentir cómo docenas de ojos, de felinos o serpientes, lo persiguen como depredadores a sus presas.
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Ocho de estas obras, creadas bajo la técnica del mosaico en gran formato, junto a un video animación forman parte de “El mito de la serpiente resplandeciente”, muestra que marca la reapertura del Centro Cultural Ccori Wasi de la Universidad Ricardo Palma, celebra los 52 años de esta casa de estudios y es la primera actividad de esta institución que celebra el Bicentenario del Perú. Para Chávez, esta exposición de múltiples lecturas representa el final de una etapa o la “culminación de una gran novela”, como prefiere llamarla.
¿Con qué aspecto del mundo andino y/ o amazónico te identificas?
Con el mundo de la magia, que es parte activa de la vida. En el mundo occidental en cambio es parte de un mundo de ficción. El mundo chamánico es lo que le da forma al mundo invisible. Ese es un detalle crucial para mí y el empeño en mi trabajo.
Entonces la espiritualidad de estas cosmovisiones es lo que más te atrae.
Esa es mi búsqueda, es mi camino. En el arte prehispánico, que es el origen de la cosmovisión andino-amazónica, una cosa que me atrae es la filosofía de vida que se desprende de cada pieza. Lo que yo hago, mí búsqueda, tiene que ver con esas ganas de conocer a fondo la vida de alguna manera.
En las dos últimas décadas el arte amazónico y andino ha cobrado relevancia gracias a artistas oriundos de esas zonas. ¿Marcas distancia o te identificas con ellos?
Me siento emparentado. Pero cada artista tiene su propia línea, su objetivo personal. Me siento más cerca de ellos que de los artistas tradicionales. Busco también una revalorización, pero no una folclórica o ligera. Lo que quiero es dar a conocer ese saber, esa fuerza que nos identifica como cuna de civilización. Somos uno de los lugares donde nace la cultura en el mundo. Tenemos unas raíces muy profundas, pero vivimos desconectados de ellas a pesar de que es imprescindible tomarlas como propias. Mi idea es presentarlas de tal forma que se pueda sentir esa contundencia, esa profundidad e intensidad que nuestra cultura tiene.
¿La serpiente y el felino representan la integración del mundo amazónico y andino?
Esa integración yo la he vivido. He tenido experiencias radicales en la sierra y en la selva. Esas dos fuerzas, la orgánica y revolucionaria que es la de la selva y la de las alturas que es la andina, me han transformado. Son como dimensiones que te educan. No tengo un afán de demostrar algo, estas obras representan a los seres míticos, que pueden ser divinidades o demonios. Es como mostrar las fuerzas interiores que nos habitan. Ahora que atravesamos momentos críticos estas fuerzas se ponen de manifiesto. Lo que yo hago es darles un rostro conocido y familiar para sentirnos identificados de alguna forma.
La serpiente también está relacionada directamente con la figura de Túpac Amaru que significa precisamente “serpiente resplandeciente” en quechua.
Son elementos simbólicos que voy tomando como parte de mi narrativa y que siento que coinciden con lo que voy diciendo. No es que yo me lo proponga, trato de darle un nombre, un sentido, encontrar referentes que puedan explicarlo, alinearse con mi trabajo. Túpac Amaru es un ser mítico, además de histórico. Es el revolucionario que buscaba la liberación de una nación sometida y la integración de todos los habitantes de esta nación. Es el que reivindica, de alguna manera, a la fuerza de los habitantes originarios.
Es un mito que sigue latente.
Hay una deuda, una esperanza. Se espera que esa fuerza o esa reivindicación se ponga de manifiesto, que nuevamente los pueblos originarios tengan soberanía y vuelvan a sus propias raíces, que los peruanos volvamos a ellas para crecer y unirnos como país. Esa es parte de la visión que coloqué en este trabajo. Yo lo relaciono más que con el personaje histórico con este mito de revolución en el que las raíces culturales toman las riendas de nuestro destino.
Más información: Lugar: C.C. Ccori Wasi de la universidad Ricardo Palma. Dirección: Av. Arequipa 5198, Miraflores. Horario: hasta el 15 de agosto. De lunes a domingo de 11 a.m. a 8 p.m. Ingreso: libre.
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