Mientras un grupo de escaladores se desplazan lentamente por la cara más visible de uno de los edificios más bellos del mundo en París, otro colectivo de artistas, cumpliendo estrictamente con los protocolos sanitarios, camina por las calles de Lamas, en el departamento de San Martín, retratando a sus habitantes. Para que los veinte metros de altura y cuarenta de ancho de la Ópera de la Bastilla —esa mezcla de granito azul, madera de peral y techo ligero de vidrio se curva sobre el foso de la orquesta— sean completamente cubiertos con 500 rostros de médicos y enfermeras que combaten el COVID-19 en los hospitales de Francia. En uno de los gestos más simbólicos y conmovedores que está dejando la pandemia, la joya contemporánea más preciada de la cultura francesa se había vestido de héroe anónimo.
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Visible del 10 al 29 de julio último, revestir de esa manera la primorosa fachada fue otra de las ocurrencias del afamado artista francés Jean Rene, alias JR, en homenaje a los trabajadores médicos situados en la primera línea de combate contra la enfermedad que nos azota. Al tiempo de pintar de blanco y negro el ingenio tecnológico curvo y acristalado de la llamada “ópera del pueblo”, el colectivo comandado por JR durante tres meses distribuyó equipos médicos a casi 400 hospitales en Francia gracias a la generosidad de siete mil donantes anónimos. Todo como parte de Inside Out Project, iniciativa de arte participativo internacional cuyo rebote inmediato ocurriría en la capital folklórica de la Amazonía peruana.
CORDILLERA AZUL
En efecto: mientras los retratos de los fotógrafos David Hugonot Petit, Adrien Lachappelle y Nathalie Naffzger se apoderaban del cielo de París, un grupo de creadores peruanos empezaban a hacer lo propio en la mítica zona donde se fundó la cultura Chachapoyas: la artista visual Sonia Cunliffe coordinando el grupo de acción en el lugar de los hechos: Bracus Carrillo, fotógrafo y gestor cultural, Tomas Cotrina y la asociación cultural Wayna Yawar. Todo ocurrió específicamente en Wayku, comunidad nativa quechua ubicada en la provincia de Lamas, selva montañosa del Perú. Una sociedad que se fue fraguando gracias a las oleadas migratorias de los grupos andinos Pocras y Chankas. Al asentarse en dicha meseta de tres pisos ecológicos, hibridaron en una curiosa aculturación amazónica que se remonta al año 1438.
“Escogímos precisamente esa comunidad por sus riquezas tradicionales, como la cerámica de estilo rudimentario y desigual, así como la maestría y fineza de sus hilanderas, tanto como la de sus fabricantes de instrumentos musicales. Los elementos culturales Wayku narran historias cotidianas y mitológicas que servirán para que posteriores investigadores descifren su cosmología e ideogramas. Sus ilustraciones están sembradas con símbolos redondos, rayas, triángulos y patrones en zigzag. Además, se trata de una de las zonas de mayor biodiversidad del Perú, rica en cacao, algodón, tabaco y semillas cargadas de fibras y omega”, dice Cunliffe.
La intervención buscó visibilizar estos dones y talentos para preservar a las culturas nativas que desarrollan el turismo sostenible y dinamizan la economía inteligente en una zona que alberga un conjunto de áreas naturales protegidas. Paso a paso, el grupo de acción fue fotografiando a los miembros de la comunidad siguiendo los protocolos que demanda la emergencia sanitaria. Hasta que todo el proceso quedó perfectamente documentado a la manera de Inside Out, un proyecto global que ha permitido descubrir la identidad de diversas comunidades en acciones realizadas por los propios ciudadanos, desde la toma de las fotografías hasta la instalación de las gigantografías en los lugares más visibles de sus comunidades.
COCCIÓN DE ARTE
Lo cierto es que el proceso artístico se convirtió en todo un acontecimiento en esa comunidad ubicada a veinte minutos de Tarapoto. Claro, no alcanzó los decibeles de ese memorable jolgorio del 15 de enero cuando se inauguró el Inside Out en los Barrios Altos de Lima, exitoso precedente que animó al artista francés a experimental en la floresta peruana. Pero las 85 fotografías que se tomaron a igual número de ciudadanos resultan de lo más paradigmáticas: se pusieron frente a la cámara artesanos, ceramistas, tejedoras, curanderos, agricultores y hasta un músico que hace hip hop en quechua. No faltó el maestro que aseguraba que su cocción de chuchuwasha con delicado sabor a madera era la medicina indicada para combatir el bicho que está haciendo estragos.
Desde el 2011, cuando JR ganó el premio TED —distinción que reconoce a personas cuya visión creativa genera un cambio global— las acciones de Inside Out se han realizado en 140 países ‘usando el arte para cambiar el mundo desde adentro’. Y si el techo combado del magnífico edificio ubicado en la Plaza de la Bastilla de la ciudad luz fue capaz de conmover al mundo, la melancólica mirada de los habitantes de Wayku, retratados con un único fondo granulado, acaba de ingresar por la puerta grande en el mapa de las 200 comunidades del mundo capaces de convertirse en galerías de arte al aire libre. Y ‘la ciudad del triunfo de la santísima cruz de los motilones de Lamas’ debe ser la primera ciudad amazónica del mundo en hacerlo. Enhorabuena.
EL DATO
La acción se realizará apenas se disponga la liberación de la curentena en Lamas
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