Se convirtió en un fenómeno viral de Internet: Entre 2016 y 2018, todo el mundo hablaba del juego llamado “la ballena azul”, que consistía en cumplir en orden 50 retos. Desde afeitarte el pelo y las cejas hasta quemar el auto de un desconocido. El último desafío demandaba al participante a poner fin a su vida. Mito o realidad, el juego generó pánico en los medios, y fue considerado responsable de la muerte de cientos de adolescentes alrededor del mundo.
“50 o dos ballenas se encuentran en la playa”, filme del mexicano Jorge Cuchí que compite en el Festival de Cine de Lima, cuenta la historia de dos jóvenes que siguen aplicadamente estos retos y se acercan al reto final. La cinta ha sido aplaudida en los festivales de Venecia, Tolouse y El Cairo, recibiendo en este último el premio a Mejor Guion. Por cierto, la reacción del público se divide entre jóvenes y adultos. Los primeros se emocionan como si vieran un filme de terror que los concierne directamente. Los segundos, más nerviosos, empiezan a sentirse culpables y pensar que deberían estar mucho más pendientes de sus hijos. “En el Festival del Cairo, curiosamente, platicando sobre la película, una madre entre el público se puso de pie, y confesó que en medio de la película cogió su celular para llamar a su hijo y preguntarle si todo iba bien”, recuerda el cineasta Jorge Cuchí en esta entrevista vía Zoom.
En efecto, se trata de un filme que nos confronta. Que nos habla del abismo que actualmente existe entre el mundo de los jóvenes y el de los adultos. Y sobre cuánto realmente nos conocemos. “No se trata de culpar a los papás de nada, solo pedirles que estén más vigilantes y presentes. Quien vea la película se dará cuenta de lo que estoy diciendo”, añade el director mexicano.
Es muy interesante cómo planteas ese abismo entre los jóvenes y los adultos: los adultos nunca parecen en cuadro, salvo referencialmente.
Con esa manera de presentar a los adultos pretendía hacer una doble lectura. Por un lado, aunque los adultos estemos presentes, muchas veces somos grandes ausentes. La segunda lectura es que yo quería estar todo el tiempo dentro de esa burbuja que estos chicos crearon de su vida. Sus vidas tienen un objetivo y ellos están cumpliendo los retos del juego para alcanzarlo. Y ya veremos si se desvían en algún momento o no. Lo que importa para ellos es el juego, nada más. Esa es la doble lectura de la puesta en escena: es como decir: no dejo entrar a los padres, pero ellos tampoco hacen mucho esfuerzo por estar dentro.
Uno no puede dejar de pensar que “50 o dos ballenas se encuentran en la playa es una consecuencia de la violencia que hoy se vive en México. ¿Es una muestra de la anomia social que produce la violencia?
Yo me enfoque más bien en la tristeza al final del día. Una cosa que tienen los jóvenes es que son exponencialmente sensibles. Las redes sociales han facilitado la conexión con personas similares a ellos. Y si esa persona está deprimida, es muy probable que empiece a llenarse de información que la hunda más, sin darse cuenta al encontrarse con gente afín. Lo que ha hecho el Internet es desnudar al mundo y mostrar su desoladora realidad. Cuando me encontré con la noticia del juego de la ballena azul, me llamó la atención cómo era manejada la noticia: Como un juego que motivaba a los jóvenes a matarse. Pero no nos confundamos: el juego puede ser solo un vehículo para alargar 50 días una decisión que ya ha sido tomada. Una persona decide matarse porque el mundo no le ofrece nada. Y quiere acabar con la tristeza, con la desilusión, con la nada. Yo presento unos personajes que participan en el juego, pero las decisiones para acabar con sus vidas son otras.
Cuando informaban de este juego letal, los medios lo presentaron de forma frívola: “Un juego que manipula jóvenes hasta que deciden matarse”.
¿Y quién está detrás de ese juego? Se comenzaba a elucubrar sobre un maligno Mago de Oz. Cuando empecé a ver los 50 retos, el que más me atrapó fue: “ten una cita con otra ballena azul”. Si este juego es real, esa es la oportunidad para que un “administrador” conociera a un jugador. Y no necesariamente un administrador es un condenado pederasta o un satanás frente a una computadora. Podía ser una persona idéntica a ti.
¿Hablamos del juego de la ballena azul como un fenómeno real o fue un mito urbano? ¿Hay víctimas reales?
Efectivamente, es un mito urbano. Pero no hay un consenso. Tú tienes que decidir si es real o no. Lo que pasa es muy curioso: Cuando salió la noticia, yo le pregunté a mi hijo adolescente si el juego era real. “Ahora lo es”, me respondió. No sabemos que vino primero, el huevo o la gallina, la idea o la ejecución. Se convirtió en un fenómeno extraño, pues sí se documentaron casos donde los jóvenes se mataron. Pero nadie te puede decir exactamente si había un juego tras eso. Creo que, en algún momento, la gente sí lo jugó, pero no sé si hubo una mente maestra detrás. Lo real es que el juego existe, tiene sus 50 retos redactados y se pueden leer. Hay incluso retos libres para que el que participe sea creativo. Estamos entre la realidad y el mito.
Uno está acostumbrado a pensar que, desde Romeo y Julieta, ya nadie muere por amor. Sin embargo, las cifras de suicidio juvenil en América Latina son tristemente reveladoras. ¿Crees que es un problema invisibilizado?
En México, el suicidio es una causa importante de muerte entre adolescentes. Leí muchas cartas de suicidas. Entre los muchachos tiene que ver mucho el amor y el desamor. En el caso de niñas, vi mucho abuso sexual. Y eso me confrontó mucho. En la película, el reto me dio una estructura narrativa, pero también me permitió hablar de muchas otras cosas: suicidio, el sinsentido de la vida, la relación con los adultos, el abuso sexual, la melancolía adolescente, el desamor.
Tus dos jóvenes protagonistas literalmente cargan con toda la película sobre sus espaldas. ¿Cómo los descubriste?
Son dos actores muy jóvenes, muy inteligentes, y fue una delicia trabajar con ellos. Entendieron perfectamente los papeles que tenían que interpretar. Yo a Karla Coronado, que interpreta a Elisa, la encontré en un cásting de chicas. De repente, la vi en la audición y pensé “ojalá sea buena actriz porque su rostro es el personaje”. Con el personaje de Félix me demoré muchísimo más. Hasta que un día vi el tráiler de la película “Esto no es Berlín” de Hari Sama, y le pedí a la productora si podía mostrarme algo más. Y al ver la actuación de José Antonio Toledano, supe que allí estaba el personaje. Le pedí una audición y me encantó lo que hizo. Solo le pedimos que se quitara el pelo y las cejas, y aceptó. Tuvimos tres semanas para ensayar las escenas clave y hablamos muchísimo de los personajes. Una cosa que teníamos clara es que estos chicos estaban en una misión. Ya estaban decididos y se encontraban en el último tramo del juego. Se trataba de ver si el poder del amor entre ambos podía más que la decisión final. Ellos respetaron la frialdad de estos personajes, que hasta cierto punto parecen autómatas recorriendo un camino sin fijarse en otra cosa. Sabían que este filme era el reto actoral más importante de sus cortas carreras tan cortas. ¡Ya estamos locos para que se estrene la película en México para que los vean!
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